Ignacio Camacho identifica al ausente en la Gala que abochorna al cine español
Mucho se ha hablado del femenismo que inundó la última Gala de los Goya de mensajes reivindicativos pero hay algo todavía más llamativo de lo que no habló nadie ¿por qué no lo hicieron?
Una par de días después, aún se sigue hablando de la polémica Gala de los Goya de este sábado en las columnas de opinión y desde ABC Ignacio Camacho centra su atención en el gran ausente de la noche en una ceremonia habitualmente centrada en las reivindicaciones políticas pero en la que, sin embargo, "no se habló de Cataluña porque la gente del cine está tan comprometida con los problemas reales del mundo y de España que nadie consideró necesario ocuparse de esa bagatela. Ni en serio ni en broma, ni en contra ni a favor de la independencia. Un silencio absoluto, que los más clásicos llamarían elocuente, sobre el tema; nada que ver con anteriores pronunciamientos sobre los desahucios o sobre los recortes, y mucho menos con aquella noche gloriosa del no a la guerra".
A juicio de Camacho es porque "esos eran asuntos de criterio unánime para los virtuosos de la protesta; el conflicto catalán, en cambio, presenta demasiadas aristas sobre las que es difícil levantar una opinión homogénea. El mundo de la cinematografía española tenía un mensaje que dar, sobre la brecha de género, y no era cuestión de empañarlo o dispersarlo con menudencias. Vaya que fuese a estropearse la fiesta".
Y es que "ni siquiera Isabel Coixet, brillante triunfadora con una película delicada, emocionante, exquisita, se distrajo en alusión alguna a materia tan nimia. Ella, tan catalana como su propio apellido indica, ha vivido este año una peripecia personal dolorosa por expresarse contra el proyecto rupturista, pero no concedió en sus dos discursos una oportunidad a su postura legítima. Tampoco el actor David Verdaguer, que en los premios Gaudí había formulado guiños soberanistas, mostró sus simpatías en el agradecimiento por su estatuilla. No hubo manifestaciones constitucionalistas, que deben de considerar rancias, ni exhibición de prendas amarillas; sólo una ausencia completa, deliberada, significativa, intencional y disciplinada como la obediencia a una consigna".
Para Camacho "para evitar la desavenencia interna, el mundo del cine se escondió en una vergonzante omisión endogámica que lo traiciona a sí mismo, tan aficionado como suele ser a la queja, a la denuncia y al grito. Su pretendida vocación de compromiso civil y político se ha encogido ante la mera posibilidad de enfrentarse a un conflicto. Su sedicente libertad de manifestación se ha amedrentado ante la mayor crisis de convivencia que la moderna sociedad española ha vivido, y frente a un intento de dividir al país, ha recurrido a la ocultación, al disimulo, al eclipse, para no condenar –o respaldar, según los casos– al independentismo".