La peor pesadilla de Rajoy vuelve a amenazarle de la manera más feroz posible
Los análisis de opinión no arrojan buenos presagios para el presidente del Gobierno a corto plazo, todo lo contrario. Un cruento "Déjà Vu". Ya lo ha vivido pero no por eso se presenta mejor.
Por si no se hubiera dado cuenta del runrún que hay en la calle en los últimos tiempos, este miércoles los análisis de opinión auguran negros presagios y un oscuro Déjà Vu a Mariano Rajoy, que lo que está pasando ya lo ha vivido antes y tiene pinta de que lo va a volver a vivir y tal vez con más fuerza.
Así, este miércoles varios columnistas coinciden señalar que a Rajoy le está pasando lo que ya le pasó al PP de José María Aznar hace 15 años. Es el caso de Ignacio Camacho en ABC que se remonta a 2003, cuando "a propósito del Prestige y de la guerra de Irak, el Gobierno de Aznar, del que formaba parte Rajoy, sufrió en las calles un hostigamiento pertinaz, abrasivo, despiadado, que el actual presidente tuvo que lidiar en primera persona cuando el de entonces le mandó a gestionar la crisis de aquel maldito barco. El acoso fue la clave del desgaste que primero socavó la mayoría del PP y luego la tumbó en los tres infaustos días de marzo de 2004, ya con el propio Rajoy como candidato".
Para Camacho "ése es el clima de crispación al que quiere volver la izquierda. Como entonces, tampoco el PSOE controla directamente la movilización callejera, pero Sánchez no rechazará, como tampoco lo hizo Zapatero, la tentación de aprovecharse de ella. No estará en la algarada, que corre a cuenta de Podemos, pero sí en la protesta, que tratará de instrumentar en su beneficio para no cederle terreno a Pablo Iglesias".
Pero con una diferencia que juega en contra de Rajoy: "A principios de siglo no había redes sociales ni la oposición contaba con televisiones de cabecera. Faltan, claro, un Prestige y una guerra, pero hay un combustible de descontento y potencia mediática suficiente para mantener viva la hoguera. El motín de Lavapiés puede ser el episodio piloto de una sugestiva serie televisiva sobre la insurgencia".
Por si fuera poco, "a diferencia del de Aznar, este Gabinete no sólo carece de una mayoría de respaldo sino que pugna con otro partido por la hegemonía en su propio ámbito. Su teórico socio sólo le apoya a ratos y en todo caso su aval, administrado a cuentagotas, es exiguo y precario. Al marianismo le espera un tramo de legislatura muy largo en el que todos los actores políticos tratarán de conducirlo al colapso".
En términos similares se expresa César Vidal en La Razón pero sitúa el recuerdo un año antes, en 2002: "José María Aznar gobernaba con mayoría absoluta y un respaldo popular extraordinario y nada parecía indicar que el PP no revalidaría ese éxito electoral en 2004. Entonces comenzó todo. Una izquierda capitaneada por ZP, pero a la que seguían los nacionalistas catalanes y vascos como las pulgas al perro, decidió conquistar mediante la agitación lo que no podía obtener democráticamente".
Vidal está "convencido de que hemos regresado al 2002 y en peores condiciones. La izquierda y los nacionalistas catalanes y vascos están comenzando a sacar las hordas a la calle. Quieren acabar con la prisión permanente revisable y defienden a la cruel asesina de un niño, pero aplauden que se incendie Leganés porque un senegalés sufrió un infarto. Ya se han subido a la ola de los pensionistas, han movilizado a los aprovechados de la ideología de género, van a lanzar a los estudiantes a la calle y esperan que se produzca una guerra contra Irán para llenar las calles de pacifistas que destrozan el mobiliario urbano".
Y para remate: "Rajoy no es Aznar. Esta economía no es ni de lejos la de entonces; los impuestos actuales son salvajemente opresivos en comparación con aquellos y el respaldo de los ciudadanos al actual Gobierno no tiene punto de comparación porque muchos votantes del PP se sienten, a diferencia de entonces, traicionados".