El "psicópata" de Arcadi Espada pone la puntilla a la imagen sexual de TV3
La cadena pública catalana vuelve a sobrepasar todas las fronteras de lo éticamente permisible y se mete en un complicado jardín del que será difícil salir indemne política... y sexualmente.
Arcadi Espada.
Mucho se está hablando de la entrevista que este fin de semana le hizo el programa de TV3 Preguntes Frequents al etarra Josean Fernández Hernando y el último en sumarse al análisis de la deriva de la pública catalana ha sido Arcadi Espada desde su columna de El Mundo.
Destaca Espada que "entre los crímenes de este hombre está el de un comerciante (él prefirió llamarle chivato), al que mató para que el País Vasco fuera libre. La entrevista duró 40 minutos. El exasesino insistió mucho en que el llamado relato sobre los crímenes de ETA no podía tener una verdad sino muchas verdades y que cada uno debía decir la suya. Él, sin embargo, se mostró algo pudoroso con la propia".
Muy comentado fue que cuando la presentadora mencionó que había asesinado a un comerciante contestó "que eso es lo que había dicho la policía, mientras sonreía y hacía sonreír a su interlocutora".
Espada lo tiene claro: "Casi no hubo zona de la inmoralidad nacionalista, política o periodística que no fuera exhibida. Y despejó cualquier duda sobre la existencia del delito político".
Pero el periodista recalca que "la política mata, como matan el sexo o el dinero. Si esto se asumiera hasta el fondo serían imposibles obscenas ceremonias como las de la otra noche. Porque durante la larga conversación el exasesino Fernández no solo no dio muestra alguna de arrepentimiento, sino que no la dio tampoco de responsabilidad. Lo que él llamaba sistemáticamente acciones fueron solo la consecuencia inevitable de un contexto determinado. Un contexto que obligaba y que por lo tanto es imposible que generase arrepentimiento".
Será por eso que mientras le oía "no dejaba de pensar en el psicópata sexual. Es decir, en la imposible posibilidad de que TV3 trajera la semana próxima otro Fernández al estudio y allí empezara a decir que sus impulsos, o sea, el asesinato y violación de mujeres, fueron fruto de las circunstancias. Y que no tenía sentido arrepentirse porque las circunstancias habían sido obligatorias. Y que si no sentía la necesidad de pedir perdón no se le podía exigir que lo pidiera".
En este sentido concluye que "las entrevistas a psicópatas son delicadas y no se puede generalizar sobre su conveniencia. Caso a caso. Pero es intolerable que la política ennoblezca la psicopatía y aún más que no figure entre sus preferentes relatos".