El feo gesto de Ada Colau con el dimitido Doménech deja vendido a Pablo Iglesias
El líder de Podemos en Cataluña se marcha de la política y lo hace abochornando a la alcaldesa de Barcelona, que demuestra lo que verdaderamente lleva dentro a las primeras de cambio.
Hace un par de días el líder de Podemos en Cataluña anunciaba por sorpresa su marcha de la política y este jueves Rafa Latorre aprovecha su columna de El Mundo para analizar la fea reacción que tuvo Ada Colau como respuesta y que delataría su narcisismo.
Y es que, según Latorre, "el adiós a la política de Xavier Domènech ha sido una magnífica excusa para que Ada Colau se abalanzara sobre el folio para escribir sobre su tema favorito, que es ella misma. Ante el riesgo de que, siquiera por un instante, una parte de la opinión pública pudiera desviar su atención para interesarse por el agotamiento de Domènech, la alcaldesa de Barcelona se apresuró a informar de que ella también se ha pensado abandonar".
No en vano, recuerda el periodista, "todo acontecimiento político o social es una nota a pie de página de la biografía de la regidora, a la que en mayo le preguntaron por la burbuja del alquiler y contestó que estaba buscando piso porque se le iba a terminar el contrato. En Sálvame le contó a Jorge Javier Vázquez que había tenido una novia italiana, durante una entrega de premios habló de las dos agresiones sexuales que estuvo a punto de sufrir y no queda un barcelonés que no sepa lo difícil que es que "una mujer de origen humilde, hija de familias migrantes, que no conocía a nadie con poder, llegara a ser alcaldesa de Barcelona".
Con mucha ironía remacha que "la experiencia vital de Ada Colau es como la suma de todas las vicisitudes de los Alcántara. No hay problema que haya sufrido un español que ella no haya sufrido antes en carne propia". Algo muy práctico porque "le permite abanderar todas las luchas".
Sin ir más lejos, Domènech informó de que se marchaba "con mucha más discreción que la que ella empleo para decir que se quedaba".
Claro que si hay algo que podía doler a Colau es la comparación con José María Aznar que, recuerda Latorre, "cuando Rachida Dati comunicó que estaba embarazada, corrió a desmentirle que el hijo fuera suyo a una gente que jamás lo había dudado".
No obstante, para Latorre, Colau viene, "como Pablo Iglesias, de una tradición que considera que la propia vida es la mercancia política más valiosa y por eso reclaman, con el histerismo de las folclóricas, el monopolio de su explotación".