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Guindos y Garicano agasajan al periodista económico Mariano Guindal

Su último libro, "Un hombre con suerte", es un relato de los 50 últimos años de España desde el prisma de un reportero de los que quedan pocos. En la presentación estuvo muy acompañado.

El periodista Mariano Guindal.

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Israel García-Juez

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Ya saben ustedes que tengo muchas debilidades y una de ellas es el periodismo con mayúsculas. Ahora que tan de moda está eso de empoderar no desaprovecho la ocasión, como me enseñaron mis mayores, de aplaudir a aquellos que han hecho tanto por un oficio tan ingrato.

En mi top five está y siempre estará Mariano Guindal, maestro de periodistas, reportero intrépido y referente para todos los que nos hemos dedicado a la información económica.

En el auditorio Repsol, ubicado donde Judas perdió la capa, tuvo lugar este viernes prenavideño la presentación de su último libro, Un hombre con suerte, que no hago más que escuchar que es un libro muy interesante y bien escrito.

Así lo afirmó Victoria Prego, muy recuperada de lo suyo, que dijo que se trata de un relato por los 50 últimos años de España contado desde el prisma de un periodista de los que casi no quedan en la que se compagina una vida de sacrificios con lo que ha acontecido en esta piel de toro en medio siglo.

Recordaba la periodista como siendo Mariano un becario dio la exclusiva de que Carrero Blanco había muerto en un atentado y su director le discutía la información. Guindal tuvo la suerte de encontrarse al cura que le acababa de dar al almirante la extrema unción y de contarle que su coche oficial había volado hasta la azotea de un edificio. Allí empezó a ver lo que era esto del periodismo.

Luis Garicano, responsable de Economía de Ciudadanos, agradeció a Mariano cómo le condujo por los procelosos mundos del mercado laboral español (patronal y sindicatos) a un señor que llevaba tantos años en el extranjero que sólo sabía la teoría de las cosas. Dijo que tiene picaresca y que estamos ante un reportero de suelas gastadas pateando la calle en busca de la noticia.

Entre sus éxitos están preguntar al ministro del ramo, que le costó lógicamente el puesto, por el escándalo del aceite de colza o a Boyer por Rumasa. Escapando corriendo para que el ministro socialista no pudiera acogerse al off the record cuando le confesó que iban a intervenir el conglomerado de Ruiz-Mateos.

Se emocionó Garicano al recordar la devoción que Mariano tiene por su familia, su enfrentamiento a cara de perro con el cáncer y cómo un auditorio lleno de amigos de toda índole y condición demuestran la bonomía del personaje.

Luis de Guindos también tuvo palabras para Guindal. Sostuvo que su trabajo es presentar sus libros y que en el intering hace de ministro o de vicepresidente del BCE. Con sorna afirmó que aunque no le acompaña la palabra (un frenillo acentuado le hace a ratos inentendible) tiene un escrito certero capaz de demoler con algo tan sencillo como sujeto, verbo y predicado.

El autor es un hombre humilde de extracción y de vocación. Se crió con toda suerte de necesidades en un madrileño barrio de chabolas y supo superar el medio sin abdicar de su origen. Ha viajado por todo el mundo consiguiendo éxitos y un prestigio profesional que hoy nadie le discute.

Ése es su principal patrimonio, que él resume en el prólogo del libro, asegurando que "hay dos formas de ser rico en la vida, teniendo dinero o muchos amigos. Pero no ambas". Y eso lo ha conseguido con sobresaliente.

En esta profesión de cuchillos largos, no conozco a nadie que hable mal de él. Este es un libro de fácil lectura, interesante e inteligente y de obligada lectura para conocer la historia y la vida en la España de los últimos cincuenta años. No sé aburrirán. Prometido.

Entre los asistentes pudimos ver al bueno de Vicente Martínez-Pujalte, exportavoz en el Congreso del PP, un oficio de alto riesgo; Joaquín Almunia, Alfredo Bonet, ahora en las Cámaras y ejemplo vivo de que hubo un tiempo en el que el PSOE nombraba a gente preparada; y Javier Vega de Seoane, encantado de haber dejado el Círculo de Empresarios para dedicarse a dirigir una empresa y no tener que bregar con políticos y plumillas.

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