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El régimen de "gananciales" de Iglesias y Montero revienta por dentro Podemos

Al líder de Podemos y su pareja les va a costar mucho encajar, incluso en el ámbito de su reflexión privada, la evidencia del motivo esencial del declive de la formación morada. Son lentejas

Irene Montero y Pablo Iglesias.

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Ahora que no se habla de otra cosa que del declive de Podemos y las purgas posteriores, con Pablo Echenique a la cabeza, no se muestra mucho más optimista Ignacio Camacho en su columna de ABC este jueves.

A su juicio, "a Pablo Iglesias le va a costar mucho encajar, incluso en el ámbito de su reflexión privada, la evidencia de que el motivo esencial del declive de Podemos fue su decisión de cambiar de casa".

Aunque estuviera en su derecho, insiste, "esa mudanza burguesa era el símbolo de un desclasamiento incongruente con todo lo que hasta entonces proclamaba, y provocó el lógico crujido moral de sus bases más ideologizadas".

Enumera también otros factores como "el nada desdeñable del voto útil de la izquierda a un Sánchez que agitaba el espantajo de Vox como un fantasma, y también el control férreo del partido por un aparato central muy desdeñoso con su exigente y levantisca militancia" pero a su juicio "el chalé era una cacofonía política chirriante, una rémora insalvable para el líder de una formación que hizo de los desahucios su bandera más reconocible y clara".

Con este panorama, el periodista tiene claro que presentarse como víctima de una conspiración de cloaca no fue sino un intento de envolver en una cortina de humo el horizonte de La Navata. Vamos, que adquirió demasiado pronto los denostados vicios de la política clásica: "Y el salto de la VPO de Vallecas a una villa espaciosa, acomodada y nada barata, ha quedado en el imaginario colectivo como la metáfora de una rápida asimilación a la odiosa casta".

Pero no solo eso. Luego están "los errores propios de un hiperliderazgo personalista tan invulnerable a la crítica como reiterativo en el fracaso. El principal, entregar el mando de la organización a su pareja, como si fuera un régimen de gananciales, en un rasgo de peronismo dinástico que afiliados y electores no han pasado por alto".

Por no hablar de las purgas sucesivas con su consiguiente reguero de damnificados o "la súplica mendicante de una cuota de poder subsidiario en el Gobierno que no mucho antes pretendía tomar por asalto". Ironiza el periodista que "en un partido como el suyo, de fuerte trazo insurgente, esos bruscos volantazos pragmáticos tienden a parecer nuevas traiciones al primigenio espíritu revolucionario".

Así las cosas, "el relevo de Echenique para aplacar el descontento sólo es una maniobra de distracción que trata de ganar tiempo hasta negociar con Sánchez la ansiada entrada en el Gobierno".