Mario Conde revela sus secretos más íntimos tras esquivar de nuevo la cárcel
La justicia acaba de archivar su último caso, que le libera de entrar de nuevo en prisión. Y aprovecha el momento y sus 70 años para confesarse como nunca había hecho.
Lo tuvo todo, y lo perdió casi todo: la libertad, a su añorada y fallecida esposa Lourdes y el mayor prestigio que nadie tuvo en España, tal vez, fuera de las instituciones políticos. Fue poderoso y preso, y a los 70 años acaba de sortear una condena más, por un delito que no cometió según los jueces. Es Mario Conde, un personaje clave, poliédrico y controvertido, pero también único.
Su vida, de 25 años para acá, pasa intermitente entre barrotes, pero algo ha cambiado en su interior y el Conde poderoso, con aspecto de arrogante, deja paso a un hombre tranquilo, sin rencor y más célebre ya por sus silencios que por sus palabras.
El periódico La Razón ha conseguido entrevistarle a tumba abierta, recorriendo con él cinco lustros de su vida y, también, de la historia reciente de España, con un testimonio plagado de confesiones y secretos en muchos casos impactantes, sonsacados con habilidad por la periodista Cristina Fernández, bien conocida por su labor de presentadora en Espejo Público de Antena 3.
"Yo fui dos años y medio abogado del Estado, estuve seis años en la industria farmacéutica, seis en la banca y he estado veinticinco sometido a entrar y salir de prisión. En realidad, lo que soy es un preso que además ha sido abogado del Estado y banquero", resume como lema vital.
E igual de sincero es para hablar de quien siempre se dijo que fue un gran amigo, incluso en los momentos malos, don Juan Carlos, hoy retirado: "Sean o no razones de salud las que le hayan llevado a retirarse, ha hecho un esfuerzo descomunal para que estemos hoy aquí –subraya–. «Hay que poner el ''debe'' en el ''debe'' y el ''haber'' en el ''haber'' y se merece el reconocimiento del pueblo español, que se le ha negado por algunos factores accidentales. Se ha sido injusto con él".
Su esposa fallecida
Pero su relato más conmovedor y personal es el referido a su desaparecida esposa, Lourdes, que vivió el primer calvario judicial junto a él y dejó una profunda huella en su persona. Recuerda cómo fue todo. "Íbamos camino de una resonancia. A Lourdes se le había reproducido el tumor cerebral. Yo, para animarla, le dije que todo iba a salir bien. Ella me contestó: “No puede salir bien, Mario, no tengo ganas de morirme pero he pasado contigo 30 y pico años y tú me has hecho una mujer completa”.
Y termina aquella dolorosa historia: "Seguimos conduciendo. Después de esa frase no se puede hablar. Hasta que llegamos a Madrid. Entonces continuó: “Cuando me muera, haz el favor de buscar algo estable, porque si no vas a ser un pendón, que te van a dar la tabarra. Si quieres que yo sea feliz, tú tienes que ser feliz”. Era irrepetible. Me enseñó el señorío para vivir y para morir. Es la persona a la que más he admirado".