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Así han recibido a La Manada en la cárcel: "Violetas, os vamos a rajar"

Los cinco sentenciados han pasado sus primeros días en la prisión de Sevilla I donde no han tenido una acogida demasiado amistosa por parte del resto de reclusos y precisan de protección.

Así han recibido a La Manada en la cárcel: "Violetas, os vamos a rajar"

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Era lo esperado pero no por ello resulta menos impactante. Los integrantes de La Manada han vivido su primer fin de semana entre rejas, donde la acogida no ha sido demasiado amistosa por parte del resto de la población reclusa.

Como se recordará, los cinco miembros del grupo ingresaron el pasado viernes con aparente tranquilidad a firmar a los juzgados de Sevilla mientras el Tribunal Supremo revisaba la sentencia que les condenaba por abuso sexual. A las pocas horas, el Tribunal Supremo elevó la condena a 15 años de prisión por violación. Tras dictar la orden de busca y captura, los cinco sevillanos fueron detenidos sin apenas tener tiempo para digerir la noticia

Fue su abogado, Agustín Martínez, el que les comunicó la sentencia, pero a José Ángel Prenda ni siquiera le dio tiempo a recibir la llamada de letrado antes de que fuera detenido. Todos fueron arrestados en sus casas, salvo Ángel Boza, que se entregó en una comisaría.

Esa misma noche, ya entre rejas, los miembros de La Manada escucharon las amenazas de otros presos en la cárcel de Sevilla I, habitualmente muy sensibles ante este tipo de delitos, que les gritaban “perras, violetas, os vamos a rajar”. Ensaladilla rusa, cochinillo frito y revuelto de champiñones era el menú de la primera de las muchas cenas que tendrán que consumir en prisión.

Los cinco condenados disfrutarán de un régimen especial y no podrán salir solos del módulo por cuestiones de seguridad. Momentáneamente han quedado en el departamento de ingresos, hasta que el grupo de técnicos los entrevisten y tomen una decisión.


En el programa de Ana Rosa Quintana, un funcionario que ha sido testigo de ingreso ha revelado que los sentenciados muestran evidentes señales de miedo. “Cuando un interno entra con una condena tan alta, entran algo asustados pero es normal”, ha declarado.