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Un "troleo" interior con el que no contaba deja a Puigdemont al borde del abismo

No gana para disgustos. Se las prometía muy felices con su última artimaña pero no solo es que un juez de Bruselas le haya borrado la sonrisa de golpe; dentro de sus filas no va mejor.

Carles Puigdemont.

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Ana Isabel Sánchez lo tiene claro en su columna de ABC de este martes: "Carles Puigdemont ha transformado a la antigua Convergència en el partido del troleo al Estado" puesto que tampoco puede ofrecer otra cosa desde su exilio en Waterloo "salvo la provocación y el intento de boicot a las instituciones españolas".

Esto tal vez sea suficiente para los votantes independentistas que quieren irritar al resto de España "pero ni es un proyecto político, ni llega a parecérsele. Y con lo que Puigdemont no contaba era con que el troleo le acabaría pasando factura".

Y es que, según Sánchez, situó a tres encausados del procés en las listas de JpC al Congreso con la intención de "reventar" la democracia española y buscar un reclamo que le permitiera recuperar un buen pellizco de votantes y, por ende, de visibilidad y subvenciones.

No solo no lo logró sino que el 28 de abril marcó un nuevo suelo electoral para JpC y encima ahora los tres presos no quieren ser solo un señuelo sino que aspiran a tener voz propia.

A saber, señala la periodista, que "la carta que Jordi Sànchez, Josep Rull y Jordi Turull enviaron a su partido pidiendo la abstención para Pedro Sánchez, no solo abre el debate interno sino que coloca a la dirección a los pies de los caballos" porque "durante los últimos meses, distintos cargos se han llenado la boca alabando las andanzas de los tres presos, cebando la versión victimista de que han sido encarcelados y juzgados injustamente".

Colocados casi a nivel de mártires "no han dudado en argumentar su "no" a Pedro Sánchez precisamente por solidaridad con los propios encarcelados" y ahora "paradojas de la vida, los presos advierten que lo que quieren es facilitar la investidura y es su partido el que se niega a recoger su intención de voto".

Así las cosas, "Puigdemont tendrá que compaginar durante los próximas días su labor como atracción turística en Waterloo con la búsqueda de una solución para esta inesperada crisis interna".

No lo tendrá fácil porque "si cambia la orden de votar "no" por "abstención", estará poniendo en entredicho su liderazgo y reconociendo que los encarcelados pueden hacerle sombra en el caudillaje moral del partido. Si no lo hace, demostrará que solo le importan como carne de propaganda política".

A su juicio, "si Puigdemont y Quim Torra estimaran a los tres presos tanto como dicen, habrían hecho algo tan simple como decidir con ellos el voto de la investidura".

En resumen, "la división interna es la vía de sangrado más importante que los tres diputados encarcelados han abierto en JpC, pero no es la única. Quienes detesten a Puigdemont están de enhorabuena porque cada mes que éstos mantienen el escaño, su partido pierde casi 9.000 euros en subvenciones del Congreso. Un ahorrillo inesperado que seguro que no viene mal a la Cámara".

Peor aún, "dentro del grupo hay quien empieza a decir que los presos no pueden condicionar la política del partido. Y es que, aunque no lo parecía, el troleo al Estado tiene precio".