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Camacho descubre la única línea roja que Sánchez ha puesto a Iglesias: solo una

Llegados a este punto se puede concluir que un hombre tan aficionado a disfrutar del poder quizá no vuelva a hallarse en otra circunstancia más cómoda que ésta. Solo hay un punto concreto.

Pedro Sáchez ya solo tiene una "línea roja" con Pablo Iglesias.

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Después de muchos análisis y reflexiones este viernes Ignacio Camacho llega a una conclusión en su columna de ABC: "La línea roja se llama Pablo Iglesias. El presidente no lo dijo, ni probablemente lo dirá, de este modo, pero no habrá Gobierno hasta que el líder de Podemos renuncie a ser ministro. Es un veto, sí, y un veto personal, ad hominem, acaso extensivo al núcleo más estrecho de su círculo".

Aunque el argumento oficial son las diferencias respecto al problema catalán, la autodeterminación, la sentencia del juicio y la posibilidad de tener que volver a aplicar el 155 el "real", aclara Camacho, "es la falta de confianza en un político de enorme potencial conflictivo: cimarrón, imprevisible, biselado de aristas, con enorme afán de protagonismo".

Vamos, que "Sánchez admitirá independientes filopodemitas o incluso miembros poco significados de la nomenclatura del partido" pero lo "único que no parece dispuesto a aceptar es a alguien que no se considere su subordinado y le dispute el liderazgo propagandístico. No quiere en su equipo un rival con su misma ambición, capaz de competir con su propio narcisismo".

Su mensaje ahora es que la repetición electoral está en manos de Iglesias, y señalarle como obstáculo de una alianza de izquierdas: "las apelaciones al PP o a Cs son mera retórica" y "hasta le ha sentado mal que los antiguos diputados del PSOE calificaran de honorable la abstención ante Rajoy a la que él se opuso con todas sus fuerzas".

A juicio del periodista, "no se arrepiente porque gracias a eso está hoy en el poder" así que sin nada que esperar del bloque adversario, "su objetivo es presionar a Podemos poniendo al pablismo contra las cuerdas".

No obstante, le seguirían faltando votos y cuenta con los del PNV, Compromís y el partido cántabro, pero al final todo dependerá de la abstención de los separatistas: "Llegado el caso la aceptará sin remordimientos y culpará a los liberales y conservadores de no haberle dejado otra vía".

A saber, dos meses después, las cosas están como en la noche del recuento: "en la investidura Frankestein, que desde el principio es su opción preferida".

Pero Camacho concluye que "en realidad está al frente de una gran coalición indirecta: un Gobierno socialista que administra un presupuesto elaborado por la derecha. Un hombre tan aficionado a disfrutar del poder quizá no vuelva a hallarse en otra circunstancia más cómoda que ésta"

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