La dramática llamada de socorro de Fernando Savater: "Es imposible vivir así"
El tiempo no ha curado la herida del filósofo, que perdió a su mujer en 2015. Y, con ella, la alegría de vivir. Desde entonces está metido en un pozo sin fondo. Y ni ve la salida ni quiere.
Han pasado cuatro años y medio desde que Fernando Savater perdiera a su mujer, Sara Torres, y el filósofo sigue viviendo "sin alegría", como él mismo confiesa.
Babelia publica este fin de semana un adelanto del nuevo libro de Savater, tan conmovedor como dramático por el pozo sin fondo en el que halla metido. Y del que, lo que es peor, no tiene visos de salida.
"Tengo que acostumbrarme a ir tirando, tirando de mí mismo, de residuos del pasado. Puedo jurar con la mano en el corazón que no he vuelto a ser feliz de verdad, íntimamente, como antes lo era cada día, ni un solo momento desde que supe de la enfermedad de Pelo Cohete (su mujer)", escribe.
Y añade algo inquietante a continuación: "No sé cuánto durará esta sequía atroz, porque creo que es imposible vivir así. Para mí, imposible. Cuando me preguntan qué tal me encuentro, siento ganas de contestar lo mismo que aquel torero del XIX al que los de su cuadrilla le hicieron esa pregunta mientras le llevaban a la enfermería tras una cornada mortal:“¡Z’acabó er carbón!".
Savater lamenta que haya una "intransigencia general" en torno a la persona que ha perdido a un ser querido. Porque al principio "no nos falta compasión y muestras de simpatía de cuya sinceridad no cabe dudar", pero pronto desaparecen. "Quizá vuelva algo más adelante a decirnos '¿qué tal estás?' con gesto compasivo, pero desde luego sin mayores efusiones por su parte ni desearlas por la nuestra".
Difícil salida tiene Savater, puesto que él mismo reconoce que no quiere dejar de sufrir por Sara. "Para quien de verdad ha amado y ha perdido la persona amada, el amortiguamiento del dolor es la perspectiva más cruel, la más dolorosa de todas", señala.
"Ese amor no quiere amortiguarse tras la pérdida irreversible de la persona amada, sino que se descubre más puro, más desafiante, más irrefutable, al convertirse en guardián de la ausencia. También infinitamente, desesperadamente doloroso. Pero el amante no querría a ningún precio que una especie de Alzheimer sentimental le privase de ese sufrimiento", continúa.
Y termina con una descripción del amor verdadero, el que él ha sentido, siente y sentirá siempre por su mujer: "Un amor que no desazona y perturba cuando está vivo, que no aniquila cuando pierde irrevocablemente lo que ama, puede ser afición o rutina, pero no auténtico amor".