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El País cede espacio a un transexual que pide acabar con la heterosexualidad

El transexual Paul B. Preciado consigue una página en El País para reclamar increíbles medidas contra los abusos machistas, con armas de por medio incluidas.

Paul B. Preciado, activista trans

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Casi hay que frotarse los ojos para creerlo. Pero es cierto. El primer diario de España, El País, ha concedido uno de sus espacios más nobles en las páginas de Opinión para que el conocido "filósofo transexual" Paul B. Preciado lo invierta en lanzar diatribas contra la heterosexualidad, y de algún modo los hombres en general, a cuento del día contra la violencia de género.

Bajo el título, ya elocuente, de "La heterosexualidad es peligrosa", el autor defiende tesis tan controvertidas como ésta: " La heterosexualidad es un régimen sexual necropolítico que sitúa a las mujeres, cis o trans, en la posición de víctima y erotiza la diferencia de poder y la violencia. La heterosexualidad es peligrosa para las mujeres".

Y hay más: "Sólo la des-patriarcalización de la heterosexualidad permitirá redistribuir las posiciones de poder, sólo la des-heterosexualización de las relaciones haría posible la liberación no sólo de las mujeres, sino también y paradójicamente, de los hombres. Entre tanto, que cada mujer tenga una pistola y sepa usarla. No hay tiempo que perder. La revolución ya ha comenzado", sostiene la polémica autora.

"No a las familias"

Tampoco tiene una opinión mucho más positiva de la heterosexualidad cuando afirma: "El carácter constitutivamente violento de la heterosexualidad normativa fue denunciado desde mediados del siglo pasado por buen número de feministas radicales, sin embargo, esas críticas no pudieron ser oídas a causa de la lesbofobia que atraviesa el sistema patriarcal y que impregna también el feminismo, una lesbofobia sólo equiparable a la transfobia del feminismo actual".

Y un último apunte de Preciado: "Del mismo modo, el reconocimiento del hecho de que la mayor parte de los abusos y las violencias sexuales contra niños, niñas y niñes tienen lugar en el seno de la familia heterosexual llevaría a la abolición de la familia como institución de reproducción social, en lugar de a la demanda de legalización de la adopción por parte de las familias homoparentales. No necesitamos casarnos. No necesitamos formar familias. Necesitamos inventar formas de cooperación política que excedan la monógama, la filiación genética y la familia hetero-patriarcal.