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Eduardo Álvarez fulmina a los trabajadores de TVE con tres preguntas definitivas

Extrañado de que los 6.500 trabajadores de la corporación no hayan corrido a gorrazos a sus representantes sindicales, el periodista se teme lo peor y empieza a ver confirmadas sus sospechas

Eduardo Álvarez fulmina a los trabajadores de TVE con tres preguntas definitivas

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Este lunes Eduardo Álvarez dedica su columna de El Mundo a hacerse eco de los paros convocados por los sindicatos de RTVE con el objetivo declarado de que peligre la retransmisión de eventos como el sorteo de Navidad y las campanadas de fin de año.

Y se extraña de que los más de 6.500 trabajadores de la corporación no hayan corrido a gorrazos a sus representantes sindicales, sospechando que a lo peor están de acuerdo "con hacer el gamba".

Concede que con el objetivo de presionar porque se ha restablecido la jornada laboral de 37,5 horas semanales en vez de la de 35 que se venía aplicando, tras una sentencia, y que puestos a presionar y que tenga la máxima repercusión nada mejor que impedir que los espectadores vean cómo se canta el Gordo.

Sin embargo, y dejando de lado si la huelga está justificada o no, Álvarez se soprende de lo decididos que parecen estar muchos en la radiotelevisión pública en terminar de cargársela.

A su juicio, "RTVE se justifica por un servicio público cada vez más en entredicho y que, se quiera o no, está muy ligado a su repercusión, esto es, a tener audiencia. Una televisión que no viera nadie dejaría de tener sentido por muy extraordinarios programas que emitiera".

Por eso recalca que "la caída en picado de TVE es tan alarmante que no se entiende que esos sindicatos no hayan convocado paros antes y hayan vuelto a repartir lazos negros para que alguien trate de revertir la situación y que, en cambio, ahora pongan en peligro los pocos espacios donde aún se mantiene una tradición emocional de los españoles con la cadena y su liderazgo es indiscutido".

En este sentido y "más allá de si les hacen trabajar media hora más" lanza tres preguntas que no dejan muy bien parados a los trabajadores de la pública: "¿no debieran preocuparse los empleados de esa santa casa por el descrédito que supone que siga al frente una administradora única que asumió el cargo para dos meses y, año y medio después, va camino de hacer eterna su provisionalidad? ¿Y no les parece alarmante que los servicios informativos, uno de sus históricos baluartes, sean apenas la tercera o cuarta opción cada día para los espectadores? ¿Y no se inquietan ante una imparable bajada de audiencia que amenaza con convertir su parrilla en absolutamente irrelevante?".

Por eso concluye que "el día en que los españoles prefieran comerse las uvas viendo el tanga de la Pedroche en vez de a la Igartiburu habrá que pensar seriamente en echar el cierre a TVE. Algunos están en ello".