Los cálculos de los fontaneros monclovitas de Sánchez auguran una "desgracia"
El el líder socialista haya cambiado su hoja de ruta otra vez no sorprende a nadie, pero los datos demoscópicos en manos del equipo presidencial dejan claro cuál es su conejo en la chistera.
Una vez más (y ya van...) Pedro Sánchez ha recalculado su hoja de ruta. Primero se subió sin disimulo a lomos de los separatistas y ahora pisa el freno presto a amoldar sus pasos con la mirada en los calientes acontecimientos en Cataluña.
Según analiza Antonio Martín Beaumont este jueves, "despojado Quim Torra de su condición de parlamentario autonómico, con la consiguiente voladura de la alianza entre JxCAT y ERC, la pregunta en La Moncloa ha dejado de ser “¿y ahora qué?” para ser “¿hasta cuándo?”.
En su artículo de La Razón añade que "los cálculos de los fontaneros monclovitas pasan por una convocatoria de elecciones en Cataluña a medio año vista, a lo sumo. Torra solamente estaría esperando ya al 23 de febrero, fecha en que termina la inhabilitación de Artur Mas, para dar el paso".
Por otra parte, "según los datos demoscópicos en manos del equipo presidencial, los republicanos están obteniendo una “enorme rentabilidad política” de las continuas cesiones de Sánchez. Quien, a cambio, espera que tras los próximos comicios autonómicos se conforme un tripartito ERC-PSC-En Comú Podem".
Este, recalca Beaumont, "sería el conejo bajo la chistera del líder del PSOE para calcificar su Gobierno de coalición con Pablo Iglesias. Poco importa que las consecuencias de ese tripartito dejasen definitivamente en papel mojado las apelaciones de Sánchez a construir “grandes consensos” con todas las fuerzas, incluido el PP".
No entiende el director de ESdiario la "unidad de acción entre quienes tienen una idea común de España y aquellos que quieren acabar con ella" y considera que es "una desgracia para el país en momento tan crítico. La política nacional, al vaivén de las urnas en Cataluña".
Aunque el PP, mientras tanto, se ve obligado a ser "muro de contención de las veleidades de Sánchez y sus socios" no ayuda que Pablo Casado siga teniendo que dedicar tantas energías a mirar de reojo a Vox, tan dispuesto a entrar en toda suerte de maniobras de distracción gubernamentales.
Solo con el pin parental ya hubo división de opiniones en el seno del partido de Santiago Abascal, entre los satisfechos con la guerra ideológica abierta y los que dudaban si no se había dado la oportunidad al Gobierno de ocultar en segundo plano sus fiascos. Y ahora vendrán la eutanasia y la prologanción de la memoria histórica...