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Un enjambre de Parásitos hace historia en el templo del cine universal

Hay ocasiones, muchas, en las que se suele emplear el adjetivo histórico con demasiada facilidad, sin prestar mucha atención a la excepcionalidad de su significado. Pues bien, la pasada noche en Hollywood, la 92ª edición de entrega de los Oscar, …

Un enjambre de Parásitos hace historia en el templo del cine universal

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Hay ocasiones, muchas, en las que se suele emplear el adjetivo histórico con demasiada facilidad, sin prestar mucha atención a la excepcionalidad de su significado. Pues bien, la pasada noche en Hollywood, la 92ª edición de entrega de los Oscar, fue histórica. Y es que en casi 100 años de vida, nunca, repetimos, nunca, una película en lengua no inglesa se ha hecho con el premio al mejor film del año.

Ha sucedido con Parásitos, la buenísima historia coreana del engaño familiar. Su director, Bong Joon-ho, ya estaba contento cuando escuchó el nombre de su película (Parasite) en la categoría de mejor película en habla no inglesa, por delante de la brillante Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar, que no pudo ni siquiera dar batalla a la gran triunfadora de la noche. Pero el director surcoreano volvió a subir al escenario principal del Dolby Theatre en tres ocasiones más, y todas en categorías esenciales: mejor guion, mejor director y mejor película.

Hasta ahora, en solo seis ocasiones una película había estado nominada conjuntamente a las categorías de mejor películas en habla no inglesa y mejor película. Parásitos rompió esta madrugada la excepción y lo hizo a lo grande. Y no se puede decir que fuera la tuerta en el país de las ciegas. Nada más lejos de la realidad. En liza estaban Tarantino, Scorsese, San Mendes, Joker... y, de ganar cualquiera de ellas, habría sido menos sorprendente que el triunfo estelar de Parásitos.

El motivo de esta revolución hay que buscarlo en la apertura del cuerpo de votantes y en la masiva presencia internacional entre los académicos, cada vez más abiertos a lo bueno que se hace en el resto del mundo y no tan centrados en las superproducciones yanquis de toda la vida.



Joaquin Phoenix, por Joker y Renée Zellweger, metida en piel de Judy Garland en Judy se llevaron los premios protagonistas. Mientras, dos clásicos como Brad Pitt, que se estrenó en el mundo de las estatuillas doradas, y Laura Dern fueron premiados por Érase una vez en… Hollywood e Historia de un matrimonio.

Fracasaron dos de los directores básicos para entender el cine de las últimas cuatro décadas, Scorsese y Tarantino que, para colmo, se presentaban con producciones de altísimo voltaje e incuestionable calidad. En realidad, fracasaron todas menos una.

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