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Iglesias presume de haber escarnecido en público al sexto ministro de Sánchez

Todo ello con desdén gratuito, porque quiere que se note su influencia a base de grandes dosis de exhibicionismo y porque sólo existe una razón para tantas y tan evidentes tragaderas.

Pablo Iglesias está fabricando un nutrido grupo de enemigos en el Gobierno.

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I. D.

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Lo de Pablo Iglesias como fuego amigo dentro del Gobierno parece no tener límite y tal como se hace eco este viernes Ignacio Camacho en su columna de ABC, "con la venia del presidente volvió a humillar a uno de sus compañeros del Consejo de Ministros. El turno del oprobio le tocó al de Sanidad, Salvador Illa, que hubo de soportar en vivo cómo el vicepresidente blasonaba de haberle enmendado la plana en las medidas de alivio a la reclusión de los niños".

El problema, recuerda el periodista, es que "con Illa ya ha escarnecido de una u otra manera a un tercio del Gabinete, a saber: Escrivá, Robles, Montero (María Jesús), Planas y Calviño. No sólo les ha pasado por encima y doblado el pulso sino que ha presumido de ello con desdén gratuito, porque quiere que se note su influencia a base de grandes dosis de exhibicionismo".

Claro que, a su juicio, "la realidad es que tiene motivo: hasta ahora ha salido victorioso de todos los conflictos que ha planteado en el seno del equipo gubernativo, aunque a base de dejar víctimas por el camino está formando un ilustre sindicato de enemigos".

Sea como fuere, cada "disputa interna le sirve para ensanchar su territorio político y enviar el mensaje de que Sánchez ha acabado por confiarle su propio destino".

Por renunciar, el líder socialista ha renunciado incluso a desmarcarse de los "excesos bravucones de su aliado" y le ha "permitido fanfarronear de que le come en la mano; amenazar a la clase media con expropiaciones confiscatorias; insultar a empresarios que han colaborado en la compra de material sanitario y hasta cuestionar de manera directa las competencias del Jefe del Estado".

Camacho tiene claro que "sólo existe una razón para tantas y tan evidentes tragaderas, y es la misma por la que el Ejecutivo consiente sin quejas que los separatistas se nieguen a respaldar el decreto de alerta: Sánchez siente pánico al abandono de la extrema izquierda. Se ha convertido en rehén de unos socios que lo desprecian".

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