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La cazadora vaquera de Adriana Lastra suma un penúltimo y feo desprecio al Rey

La última de la dirigente socialista viene a gritar a los cuatro vientos que es más de "de brochazo, prefiere el acabado a martillazos y el gotelé parlametario" y que tiene un súperpoder.

Adriana Lastra y el doble significado de su inseparable cazadora vaquera.

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Entre bromas y veras este viernes Karina Sainz Borgo aprovecha su columna de opinión en VozPópuli para reflexionar sobre la relación entre las "cazadoras vaqueras" de Adriana Lastra y trabajo en el PSOE.

A su juicio, son como los jerséis a Fernando Simón: una declaración de principios más que un código de vestimenta. En resumindas cuentas: "Si en Simón la repetición delata funcionalidad, en el caso de Lastra subraya ya no practicidad, sino una estética de andamio, un espíritu albañil, de moverse entre ladrillos rotos y sacos de arena. Ropa de trabajo, pues".

Considera la periodista que es difícil saber si se trata siempre de la misma prenda aunque en casi todas las fotos, también las de estos días, aparece con ella. Vamos, que desde que es operadora política para "los trabajos de brocha gorda" no hay semana que no pose con el "uniforme de campaña".

Pero lo importante ya no es que repita la ropa sino la "idea de conjunto que desprende" todo esto: a Lastra le importan bien poco las formas, si no en lugar de la "colección de improperios sobre los que sostiene sus razonamientos y arengas" tendrían "algo más de gusto".

Será por eso también que esta semana cuando fue consultada sobre si el PSOE pensaba apoyar la propuesta de Bildu de retirar los retratos de Juan Carlos I contestó que "nosotros estamos a lo importante y sobre la decoración del Congreso, ni tengo opinión ni la voy a tener". En otras palabras: "para Lastra, los retratos del Rey son un asunto decorativo, pero la tumba de Franco no le pareció al PSOE un adorno".

La dirigente socialista rebajó la figura del anterior jefe del Estado a mero asunto decorativo pero para "haber cursado estudios de Antropología, debería saber el peso que adquieren ciertos símbolos. Lo que para ella es ornato obedece a una naturaleza bastante más compleja" pero Lastra es más "de brochazo, prefiere el acabado a martillazos y el gotelé parlametario a la observancia de determinados asuntos, que ella despacha como decorativos".

Y para muestra, un botón: "Si el hábito hace al monje, la cazadora vaquera de Lastra da una idea de que el único interiorismo que a ella le interesa no es ya el de Estado, sino el de Moncloa y aún más el de Ferraz. Con su ropa de trabajo, ella hace lo que le manden: tumbar ese tabique o desatascar la fontanería del soberanismo".