La profecía de Pérez Reverte sobre los imbéciles que derrite cerebros por Covid
Esa “alegoría maoísta” que utiliza el Gobierno al hablar de “nueva normalidad” sirve a Raúl del Pozo para recuperar un augurio que, visto lo visto, incluso podría parecer que se queda corto.
Este miércoles Raúl Del Pozo reflexiona en su columna de El Mundo sobre esa “alegoría maoísta” que utiliza el Gobierno al hablar de “nueva normalidad” tras casi 100 días de confinamiento: “podemos movernos con libertad provisional” y “parece que las infecciones ahora son más leves” pero “todas las esperanzas se concentran en la vacuna de Oxford para octubre” que los pesimistas vaticinan para más largo.
El caso es que hay que mantener las distancias y debemos seguir alertas cuando “la normalidad y el futuro están llenos de incertidumbres.” y Del Pozo señala que “en el pasado se consideraba que la finalidad de las tragedias era la catarsis o purificación que buscaba purgar las pasiones mediante el terror”.
Eso sí, ahora ya no “sabemos donde vamos” porque “ya no hay profetas que mientan sobre el porvenir” y se habla de “digitalización y teletrabajo” como claves del futuro. A saber: “habrá menos oficinas y casi todo, hasta el amor, se hará por Internet”.
Y es que “parece que el apareamiento se ha reducido, por miedo al contagio” pero “en vez de practicar el sexo, en la cuarentena se han derretido los sesos”, quizá por eso, ironiza, “la muchedumbre ha empezado a hacer tonterías al grito de zumbados de todo el mundo, uníos”.
Aquí evoca algo que dijo hace tiempo Arturo Pérez-Reverte: “No recuerdo quién escribió que el siglo XXI va a ser el de los imbéciles. A lo mejor fui quien lo dijo o lo escribió. Lo dijera quien lo dijera, observen la cantidad de gente que empieza a confirmarlo”.
Concluye Del Pozo apuntando que “Arturo puede estar en lo cierto si seguimos las hazañas de los que decapitan las esculturas de De Gaulle, Cervantes o Cristóbal Colón, como si se estuvieran entrenando para decapitar personas”.
De hecho, “los retroprogres iconoclastas se han movilizado en una ola de puritanismo que recuerda a los peores momentos de la época victoriana; han ido mas allá de los braguetones que impidieron que un papa destruyera los frescos de la Capilla Sixtina cubriendo con ropajes las partes íntimas. Éstos degüellan a los héroes”.