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Las magdalenas cursis de Carmena meten el miedo en el cuerpo a Martínez Almeida

A la exalcaldesa la campaña electoral de la bollería le salió dura; los madrileños querían comer algo más que un pastelillo tres veces al día. Cuando España va bien se permiten las licencias

Las magdalenas de Carmena pueden servir de aviso a Almeida.

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Este lunes David Lema aprovecha su columna en El Mundo para recordar que "a Carmena aquella campaña electoral de la bollería le salió dura. Todo porque en vez de seguir los cánones ella se ensimismó horneando magdalenas. Quizá la culpa fue de Errejón, que reveló el secreto de la receta y anunció que construiría "un Madrid de magdalenas", reflexiona irónico para añadir que "los madrileños, que por entonces querían comer algo más que un pastelillo tres veces al día, prefirieron que Carmena explotara como repostera antes que como alcaldesa y a Errejón, con su bandeja henchida de sueños, no le quedó más remedio que irse al Congreso".

A juicio del periodista, "lo cursi tiene público, claro, pero en política hay que saber cuándo usarlo porque a veces la gente se cabrea y le da por exigir a sus representantes algo más que palabras bonitas".

En esta línea se acuerda de que "todavía andan por ahí tirados algunos versos de esos que el Ayuntamiento del cambio mandó pintar en los pasos de cebra para que quedase marcado que Madrid era de sus ciudadanos. Mejor que Madrid siga siendo de todos", añade.

Y es que, recalca, quién más quién menos sabe que "lo cursi sólo es aceptable cuando es indicador de bienestar social". Y pone un ejemplo; a nadie irrita que le digan "como recompensa a su excelsa dedicación, hemos decidido incrementarle sus emolumentos", pero "ya pueden imaginarse la reacción a la frase contraria".

En este punto, Lema apunta que "de los políticos cada vez se esperan menos artificios y más sinceridad" y rememora a Rajoy siendo tremendamente sincero con Esperanza Aguirre desde el balcón de Génova cuando ganó en 2013: "Esperanza, te quiero un huevo.".

Vale, concede, que "Mariano pudo haber bendecido a Aguirre de manera más refinada, pero qué expresividad denota la contundencia de decirle a alguien que te importa tanto como un testículo".

Así, concluye enviando un aviso a navegantes a José Luis Martínez Almeida: "Cuando España va bien se permiten las licencias. Pero hay épocas, qué sé yo, dígase de Covid-19, en las que el exceso de empalague puede producir repulsa".

En resumen, que "al Ayuntamiento se le perdona todo porque Almeida es de los pocos alcaldes que desde marzo sigue pareciendo un alcalde" pero considera "comprensible que antes de verlo bautizando un puente en homenaje a Alejandro Sanz, los madrileños prefieran que sólo actúe frente a la pandemia".

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