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Beaumont airea el móvil en clave interna de la puñalada de Iglesias a Celáa

Iván Redondo busca desgastar a la "enemiga número uno de Iglesias" y restarle peso en La Moncloa y eso puede venir de lujo al líder morado en un momento en el que lo suyo es "supervivencia".

Beaumont adelanta que el CIS de septiembre puede ser clave para Iglesias.

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Apenas 15 días después de que "sector socialista" del Gobierno filtrara "el colofón de la enorme chapuza del proyecto de ley de Libertad Sexual con la que la ministra de Igualdad, Irene Montero, intentaba hacer historia", Pablo Iglesias decidió afear en público el caos reinante en el departamento de Educación de Isabel Celaá a pocos días del comienzo de la vuelta al cole.

Tal como recoge Antonio Martín Beaumont en su artículo de La Razón, "no parece el mejor momento para que los socios de la coalición gubernamental aireen sus disputas. Ni para que afloren ahora las viejas rencillas, los engaños y las venganzas que quedaban pendientes entre los socialistas y los morados".

Tanto es así que "miembros importantes del PSOE mantienen serias dificultades para entender los "numeritos" de Unidas Podemos, impropios, aseguran, de un partido de Gobierno" y coinciden en lo inoportuno que ha sido para Sánchez que su vicepresidente segundo haya decidido embarrar La Moncloa a sabiendas de que el presidente del Gobierno iba a exhibir una supuesta fortaleza política desafiando a las comunidades autónomas a solicitar la declaración del estado de alarma, con promesa de apoyarla en el Congreso de los Diputados con la mayoría parlamentaria que le sostiene.

Algo que a Beaumont no deja de sorprenderle: "¿A qué mayoría se refiere? ¿A sus diputados?", se pregunta atónito para desvelar que "la puñalada a Sánchez en la espalda de Celaá también tiene una explicación en clave interna: Iglesias desea aparentar ante sus votantes una fortaleza que tampoco tiene".

Es una cuestión de superviviencia porque, a juicio del director de ESdiario, "Iglesias tiene dos graves problemas ante sí: su oscuro horizonte judicial y su irrelevante porvenir político", motivo por el que necesita hacer ruido y desviar la atención.

El primer sapo que tendrá que tragar es inminente, este miércoles, cuando el ex abogado de Podemos, José Manuel Calvente, le cuente al juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón todo lo que sabe del Caso Dina, y después esperan el juez Juan José Escalonilla, con la Caja B, y la Fiscalía y el Tribunal de Cuentas con las facturas falsas de la consultora Neurona de Juan Carlos Monedero.

Puesto que hasta Unidas Podemos asume ya que Iglesias tiene una capacidad de influencia casi inexistente y lo consideran la última víctima de los manejos de Sánchez poco podría hacer si intentara disimular su panorama exhibiendo su acción de gobierno... y es que el papel del partido morado es "un páramo".

Ni siquiera ha podido dejar su sello de "vicepresidente social" en la gestión de la crisis de la Covid sobre las residencias de ancianos, pues lo que no cae bajo la competencia de las comunidades autónomas queda en la órbita del ministro de Sanidad, Salvador Illa.

Y por si fuera poco, su "enemiga número uno", Carmen Calvo, "da brillo a la Ley de Memoria Histórica con la que Sánchez desea dejar su sello: ni ahí ha logrado Iglesias meter la cuchara aunque "el revisionismo histórico" es de lo que más rentabilidad le han dado a los políticos podemitas.

Sea como fuere, Beaumont concluye que "llama la atención que el vicepresidente se haya revuelto justo el día en que los socialistas le salvaban del trámite de explicar en la Carrera de San Jerónimo sus líos judiciales". Ahora solo queda esperar a ver si en septiembre llega Tezanos con su CIS y su anunciada pregunta sobre la Monarquía, para lanzar a Iglesias un flotador; sería señal de que el jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo, "ha decidido sumar al líder de Podemos en su batalla por desgastar a Calvo como máxima responsable de La Moncloa".