La demagogia de Colau se ve arrasada por la realidad y hace el "ridículo"
Apenas tres años después, la alcaldesa de Barcelona ha dicho digo donde dijo Diego sin rubor y ha recibido un correctivo de crudad realidad, algo que suele ocurrir a los "oportunistas".
Lo de Ada Colau ha sido un correctivo de cruda realidad de los grandes y este martes Álvaro Martínez no ha dejado pasar la oportunidad de destacarlo en su Enfoque de ABC, recordando que en su momento nada más llegar a la Alcaldía de Barcelona consintió "la okupación de una antigua comisaría en el barrio de Gracia".
No solo eso, sino que fue más allá y gastó dinero de todos los barceloneses para arreglarle aquello a los okupas, "no fueran las criaturas a pasar allí calamidades después de que se habían tomado la molestia de pegarle una patada a la puerta", añade con ironía.
Sin embargo, tres años después, la propia Ada Colau se ha encargado de cerrar el chiringuito entre quejas de los vecinos, "de escandalera en escandalera y de botellón en botellón, todo muy social y muy cultural", añade con sarcasmo el periodista.
Porque hay que señalar que en estos años el grupo de okupantes "dominado por los cachorros de la CUP" no ha pedido ni la licencia de actividad pero ahora que les han cerrado las puertas andan de manifestaciones con lemas tan inquietantes contra Colau como "primer aviso".
Moraleja: la demagogia de Colau se ve de nuevo arrasada por la realidad, algo que "suele ocurrirles a todos los oportunistas venidos a más" o "cómo hacerse fuerte en el ridículo sin inmutarse".