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La Voz Kids deja k.o en dos asaltos a Top Star

El éxito del talent de Antena 3 radica en la sorpresa de las audiciones a ciegas, la inocencia de los niños y el carisma de los coach. Atractivo que brilla por su ausencia en "Top Star".

"La Voz Kids"

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Se veía venir, de hecho, he dejado pasar dos semanas antes de confirmar mis sospechas, antes de dar vía libre a eso que llaman intuición y de la que muchos no se fían, pero que en mi caso jamás me ha fallado. Dicen los pragmáticos que no hay que fiarse de ella, que para tomar decisiones lo mejor es valorar los datos, analizarlos y decidir. Yo siempre contesto lo mismo, la mía es infalible. Las veces que no he escuchado a mi voz interior me ha ido bastante mal. Lo dicho, se veía venir, Mediaset no ha acertado al estrenar Top Star, ¿Cuánto vale tu voz? a La Voz Kids en Antena 3 la noche de los viernes.

El caso es que para los escépticos ya hay datos. El combate musical entre cadenas arrancó el pasado viernes 7 de mayo. En el primer envite, La Voz Kids regresaba a Antena 3 por la puerta grande, marcando un magnífico 22,6% de share, con 2.775.000 espectadores, mientras que Top Star pinchaba estrepitosamente con un 11,3% de cuota de pantalla (1.516.000). En el segundo round, Top Star salió algo más que noqueado, rozando el k.o. Las audiciones a ciegas del talent infantil alcanzaron un excelente 23,5% de cuota de pantalla, sedujeron a 2.783.000 espectadores; frente al 9,4% de Top Star, con menos de la mitad de espectadores (1.127.000). Lo cierto es que mientras un talent va hacia arriba, el otro rueda a la deriva.

Aterrizaba Top Star avalado por Fremantle, la productora de moda, cuyos directivos son responsables de grandes formatos de entretenimiento (Got Talent, Mask Singer, Idol kids, The dancer, El precio justo…) y que pueden presumir de trabajar con todas las cadenas. No todas pueden decir lo mismo.

Se estrenaba Top Star respaldado por unos mimbres que, a priori, parecían propios de un caballo ganador. Presentado por Jesús Vázquez, que vale tanto para un roto como para un descosido, showman al que mueven desde los despachos de Mediaset cual peón del tablero del ajedrez. Humilde, como todos los peones, Jesús es capaz de hacer suyo cualquier formato que le endosen. También, al igual que los peones, Jesús puede pasar desapercibido para el público, pero en realidad, como ellos, es el alma del juego, una de las piezas más fuertes que como te descuides corona, se convierte en reina y le encaja un jaque mate al rey de la cadena, al otro Vázquez, que ya anda más visto que el TBO.

Curiosamente, la presentadora del programa victorioso no rezuma ese carisma, es más, probablemente sea lo que más rechina en La Voz Kids, tanto que, si se la tragara una ola, seguro que la audiencia no se daría ni cuenta. Sobran sus apuntes, su falso intento de dulcificar el acento andaluz y su exceso de impostura. El éxito de La Voz Kids radica en la sorpresa de las audiciones a ciegas, la inocencia de los niños, los vozarrones que pululan por el inmenso escenario y el carisma de los coach. Atractivo que brilla por su ausencia entre las estrellas de Top Star.

¿Quién habrá sido el iluminati al que le pareció una gran idea reunir como mentores a Danna Paola, Isabel Pantoja y Risto Mejide? Cada uno con su ego. Cada uno con su personaje. Mientras que la mexicana ha ido tirando de inocencia y frescura en las dos entregas; la Pantoja se ha metido en la piel de la villana dejando a Risto con la única arma de la que ha tirado siempre: la prepotencia. Menudo enganchón tuvo con Danna el viernes pasado a cuenta de un quítame allá esas pajas o, lo que es lo mismo, un par de zascas de ida y vuelta la hora de intervenir para opinar sobre los concursantes. No lo puede evitar, Mejide es altanero, arrogante y presuntuoso por naturaleza. El resultado de esta cruzada es que los mentores de Top Star no seducen al espectador y, para colmo, andan rodeados de Los cincuenta, miembros del público en los que recae la decisión final del concurso, todos ellos microfonados, que con su parloteo enervan y ahuyentan al público, al que está sentado al otro lado de la pantalla, al verdadero dueño y señor del mando. Hay unos cuantos a los que las ganas de chupar cámara los hacen insoportables.

Se presenta Top Star como un formato nuevo, original, pero no ha conseguido su fin. Da la sensación de ser un talent más, un talent que recupera en una de sus secciones a los ganadores de otros concursos (el triunfito Javian; María Valdes, nieta de Bebo; Claudia, la hija de Raquel Revuelta, Mikel Herzog, hijo de un miembro de la Década Prodigiosa; Rafa Blas, ganador de La Voz), un talent lioso en su metodología, tanto que todavía no he entendido el lio de pujas finales. Después de dos entregas me siento igual de perdida que cuando me pasaba las horas en la lonja de Hondarribi viendo a los arrantzales vendiendo el producto recién pescado a gritos.

Ya me lo decía la intuición, Top Star no tiene nada que hacer frente al candor infantil, el paternalismo de Bisbal y Melendi, la sensibilidad de Vanesa Martín y los monstruos de Rosario Flores. Los datos le dan la razón.