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Franco Battiato deja la música sin un centro de gravedad permanente

El compositor italiano ha fallecido a los 76 años en su casa de Sicilia, donde llevaba años recluido, rodeado de paz, música, libros, arte y, sobre todo, arropado por sus seres queridos.

Franco Battiato

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"Y te recuperarás de todas las enfermedades. Porque eres un ser especial y yo te cuidaré". Con una estrofa de su canción La cura, Antonio Spadaro, director de La cività Cattolica ha dado al mundo la noticia de la muerte de Franco Batiatto. El artista ha fallecido a los 76 años en su casa de Milo (Sicilia). Battiato llevaba años recluido en su fortín, dicen que afectado por esa enfermedad que roba la memoria, aislado del público. Lo cierto es que su familia jamás quiso confirmar la dolencia que precedió a su ausencia.

Compositor, cantante, escritor, guionista, en ocasiones pintor (firmó sus obras con el apodo Suphan Barzani), Battiato decidió cobijarse a las faldas del Etna, en su santuario, rodeado de paz, música, libros, arte y, sobre todo, arropado por sus seres queridos.

Compositor insólito, en cierto modo indisciplinado, revolucionó los patrones musicales italianos. Transgresor de estilos, sus versos cultivados, ingeniosos, iconoclastas, a veces ininteligibles para el común de los mortales, le convirtieron en uno de los músicos más importantes de la cultura europea. Battiato vivió buscando un centro de gravedad permanente y su legado pasará a la historia como una aventura metafísica.

Franco Battiato irrumpió en la música, pululó por todos los estilos y a todos les imprimió su sello personal. Conquistó el sonido pop, formó un dúo con Alice con la que representó a su país en el Festival de Eurovisión en 1984 (quedó en quinta posición). No contento con eso, entrelazó su música con una sucesión de sonidos metálicos rezumados desde las tripas de sintetizadores y de aquellas moderneces venidas de lejos. Battiato sonaba a Battiato, inimitable, fácil de reconocer desde los primeros acordes, incluso antes de que comenzará a cantar con esa peculiar voz y ese rasgado nasal tan italiano.

Franco Battiato nació el 23 de marzo de 1945 en Riposto (Catania). La muerte de su padre marcó su carácter y una intensa relación con su madre. El joven Battiato se trasladó a Milán en la primera mitad de la década de los años 60 con la intención de labrarse una carrera musical. Debutó como solista de Pino Massara, pero jamás se alejó del espíritu revolucionario y extravagante que recibió de su trabajo con personajes como Giorgio Gaber y Ombretta Colli.

No fue un virtuoso de la música, lo suyo fue más intuición, misticismo y originalidad. Su música maniobró del pop a la psicodelia y de la psicodelia al rock experimental. Investigador insaciable, siempre con una voraz actitud empírica, integró a sus sonidos experimentales un lenguaje metafísico, en ocasiones ininteligible, que bailaba al son del minimalismo, el folclore y la música contemporánea.

Entre los años 70 y 80 publicó un álbum al año, no contento con eso, tuvo tiempo para componer canciones para otros intérpretes. Así construyó un legado junto a sus habituales, Giusto Pio, Angelo Carrara, Giuni Russo, Mino di Martino, Francesco Messina y Roberto Cacciapaglia.

En 1981, el extravagante Franco Battiato, el cantante vegetariano de nariz aguileña, el artista introvertido ganó el Festival de San Remo y editó La voce del padrone. Italia entera se enamoró de este modelo picassiano, autor de letras cubistas y de melodías enlatadas. Vendió más de un millón de copias y su Centro di gravità permanente cruzó la frontera. Franco Battiato se convirtió en un cantante de culto idolatrado por artistas como David Byrne, Brian Eno o John Cale, entre otros.

En lo alto de las tablas artísticas, Battiato rechazaba todo tipo de tendencias como la new age o el punk. Jamás quiso formar parte de un grupo o corriente. Franco Battiato era Franco Battiato y punto. En España se convirtió en todo un fenómeno que alcanzó enormes cifras de ventas con las versiones en castellano de sus canciones.

Polifacético artista, compuso Gilgamesh, una ópera estrenada en 1992 en la Ópera de Roma, y una sonata para piano, Egipto antes de las arenas.

Aficionado al teatro y a la interpretación, dirigió dos películas, Perduto amor (2003) y Musikanten (2006).

El 17 de septiembre de 2017 Catania se despidió de Battiato con un concierto en su teatro romano. Battiato hizo mutis por el foro, nadie supo más de él. Inesperadamente, el año pasado regresó con Torneremo ancora, un disco grabado con la Royal Philharmonic repleto de viejos temas y una premonitoria nueva poesía. "La vida no termina. Es como el sueño. El nacimiento como el despertar. Hasta que no seamos libres, regresaremos otra vez".