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Verónica Forqué se está pasando de frenada en "Masterchef Celebrity"

Esta lunes los aspirantes pelearán por el pin de la inmunidad, cocinarán para 80 especialistas en escenas de acción y reproducirán un trampantojo en la prueba de eliminación.

Verónica Forqué

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Vero odia a la Forqué. La actriz más galardonada del cine español lo dejó claro en la primera entrega de la sexta temporada de MasterChef Celebrity. "No quiero ser impertinente, pero estoy harta de los Goya. No me gusta esa persona. Me gustó yo, Vero". Verónica Forqué, la mujer que más carcajadas ha robado a varias generaciones de este país, está saturada de sí misma, empachada de Bajarse al moro, harta de Ser infiel y no mirar con quien, cansada de Kika, de Matador, de bailar Salsa rosa y de la Orquesta Club Virginia. Verónica Forqué se pregunta ¿Qué ha hecho para merecer esto? ¿De qué se ríen las mujeres? o ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? Está harta de ser la Dama boba y Enloquecida se ha entregado a la Vida alegre.

Así las cosas, Vero ha decidido aparcar a su alter ego. Está cansada de convivir con esa actriz que, con su voz aflautada, su sensibilidad, su eterno despiste y su inocencia robó millones de sonrisas a varias generaciones de este país. Entonces creímos que Verónica Forqué, al igual que Norman Bates, era incapaz de hacerle daño a una mosca. Por el contrario, hoy descubrimos que Vero tiene un genio que tumba. Un genio que brota en todos y cada uno de los escenarios de MasterChef Celebrity.

El que avisa no es traidor. Ella ya sentó las bases desde la primera entrega del concurso. "Estoy harta de los Goya, de los récords". Vero se quiso alejar de esa fama que en la década de los años 80 y 90 esparcía su lava como el volcán que fue. Un producto español exportable, que formó parte de nuestra familia, todos creíamos conocer a Verónica Forqué. Lo cierto es que el último cabezón lo ganó hace 27 años. En estas casi tres décadas, la vida la ha vapuleado. La actriz ha superado una depresión, un divorcio complicado, ha sufrido las tristezas del nido vacío y se ha arrojado a la vida espiritual. Probablemente muchos de los espectadores de MasterChef Celebrity se hayan topado por primera vez con el personaje y Vero no está proyectando su mejor imagen.

Su labor entre fogones fue caótica. Lo peor no fueron sus malos modos o sus gritos, sino sus sin sentidos

Su genio asomó las patitas en la segunda entrega de esta temporada de MasterChef Celebrity cuando le tocó capitanear al equipo rojo. Con la jefatura en la mano rezumó la versión más déspota y dictatorial de la actriz. Para empezar, le colocó el delantal negro a Eduardo y se pasó toda la prueba gritando. Su labor entre fogones fue caótica. Lo peor no fueron sus malos modos o sus gritos, sino sus sin sentidos. Tiró guarniciones a la basura porque sí, limpió compulsivamente con papel de cocina, no fue clara en sus instrucciones… "No os durmáis". "Lo has hecho fatal". "Haces lo que yo te diga y te callas". Son una recopilación de sus perlas desde la afonía. "Yo no he hecho la mili, pero debe ser esto o mucho más leve", confesaba el diseñador alicantino arrumbado en el banquillo. ¡Menuda mala leche se gastó la Vero!

Semana tras semana, la actriz insiste en que se encuentra en un momento maravilloso. "He hecho las paces con todo el mundo que me rodea, empezando por el padre de mi hija, le he mandado un audio diciendo Manolito, que te quiero, eres el padre de mi hija, no quiero volver contigo, no te vayas a creer".

Sus comportamientos no dejan clara esta supuesta paz vital. A veces me da que su actitud anárquica en MasterChef Celebrity pudiera ser un intento de reafirmar su filosofía de libertad y superación del pasado; otras, las más, parece que todo es fruto del postureo, una actuación con la que pretende coronarse como la diva de esta edición. El caso es que se está pasando de frenada.

Enganchón tras enganchón, sus compañeros tampoco es que la pongan en el lugar que se merece. El lunes pasado volvió a salir la peor versión de Verónica Forqué, es decir Vero. Le tocó compartir prueba con Ofelia Hentschel, finalista de Masterchef 9, y cocinar a medias un salmón costrado. Lo de cocinar es un decir. "¡Cállate! A mí nerviosa no me hables. Relájate", gritaba la actriz a Ofelia porque la gallega le estaba aconsejando no usar tanta comida. "¿Tú sabes cómo es? ¡Entonces te callas!". Vero, como una hidra, no escuchaba nada de lo que su compañera le intentaba decir, a pesar de que en más de una ocasión la gallega tenía razón.

Según Miki Nadal se debió liar más parda de lo que pudimos ver en casa. El Cómico se desahogó en Zapeando. Desveló que los jueces le dieron un buen tirón de orejas a la actriz y le reprendieron su actitud al tiempo que le confesaban que se estaba convirtiendo en "una pesadilla". El cómico lo dejó más que claro. "Está todo resumidito, pero son tres horas de cocinado en las que estuvo siempre igual de enfadada”. De sus palabras se destila que no será la última vez. Tiembla MasterChef.

No me explico por qué Vero (o Verónica Forqué si prefieren llamarla así, yo no porque a la actriz le debo una pleitesía que no se ha ganado su alter ego) tiene patente de corso para despreciar a sus compañeros, me alucina que no entren al trapo y no le suelten a la cara las frescas que se merece, flipo con su pasividad ante los ataques de irascibilidad. Me pregunto si las risas que provocan semejantes faltas de respeto a sus compañeros se deben a la imaginería popular, a la bis cómica que le precede, la misma que le abrió las puertas de nuestros hogares.

Esta noche los aspirantes pelearán por el pin de la inmunidad, cocinarán para 80 especialistas en escenas de acción y reproducirán un trampantojo en la prueba de eliminación. Yo, que no soy muy de fogones, he apuntado en mi agenda la cita con el programa para ver si alguno de los aspirantes le para los pies a esta nueva Vero y con el deseo de que no se convierta en otro trampantojo engañoso como el que llevó al jurado a decidir una expulsión tan injusta como fue la de Yotuel.

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