Marta Riesco, el pseudoperiodismo que conduce a "Supervivientes"
La mal entendida amistad entre los periodistas y personajes es el nudo gordiano que nos ha llevado al descrédito con el que vivimos los profesionales y los medios de comunicación.
"Quiero que me defina mi trabajo, no con quien estoy. Lo digo porque sé que es complicado, sobre todo si estás empezando una relación con Antonio David Flores. Sé quien es Antonio David Flores y sé que va a ser muy complicado. Os pido por favor que me dejéis intentarlo. Quiero seguir levantándome a las cinco de la mañana. No quiero ir a un reality. No quiero conceder una entrevista sobre mi vida privada. Nunca lo he hecho. Nunca lo voy a hacer. Jamás he comercializado con nada que tenga que ver con mi vida privada".
Esta fue la declaración de intenciones de Marta Riesco al día siguiente de protagonizar una portada en exclusiva de una revista del corazón. La novia-amante de Antonio David Flores quiso dejar claro su futuro y lo hizo mirando a cámara como una estrella, tajante y, presuntamente, convencida de sus palabras.
Mi querida Marta, has cavado tu propia tumba de la incredulidad con esas declaraciones que son, cuanto menos, la culminación de una trayectoria que rezuma un suspenso en primero de comunicación. Con el debido respeto, llevas años flirteando con la fama, cruzando esa fina línea roja que separa el periodismo de la farándula y el famoseo. Nadie te cree. Yo tampoco.
No voy a entrar en cuestiones del corazón, porque esas no hay quien las entienda y a veces, más de las que nos gustaría, nos juegan muy malas pasadas. Desde mi poltrona, me da que te vas a arrepentir de haber caído en las fauces de ese depredador de corazones. Allá tú, ya eres mayorcita. No somos nadie para prejuzgar esas cuitas.
La insistencia de Marta Riesco en su labor como periodista
Ahora bien, si realmente lo que quieres es que te defina tu trabajo no deberías mezclar las churras con las merinas. El periodismo, por lo menos el periodismo como lo entendemos la gran mayoría de profesionales, es un modo de vida. Cuando el veneno de la información corre por tus venas eres periodista 24 horas al día, siete días a la semana y 12 meses al año.
Un buen periodista, querida, no debe tener más carnet que el DNI. Un periodista con carnet de partido o de socio en un club de fútbol (si trabaja en la sección de deportes) jamás será un buen periodista. Por la misma razón, un periodista incapaz de separar su trabajo de una presunta amistad con los personajes con los que se codea no es un buen periodista. Esta confusión es el nudo gordiano que nos ha llevado al descrédito con el que vivimos los profesionales y los medios de comunicación. Ni los tertulianos con hambre de cámara (salvo que fuera de esas tertulias ejerzan como periodistas), ni los tuiteros, ni los buscadores de clickbaits son periodistas. Buenos periodistas. Lamentablemente son esclavos de la precariedad.
No seré yo la que desprecie el periodismo del corazón, más que nada porque llevo tres décadas codeándome con la farándula cultural, televisiva y del papel couché. Sí detesto a los periodistas que con frecuencia olvidan que solo son portadores del derecho delegado de libertad de expresión. Los periodistas no somos titulares de ningún derecho y, por lo tanto, no podemos ser el centro de la noticia.
Es una negligencia profesional pegarte al famoso intentando formar parte de su pandilla, como lo hiciste con Isa Pi
Un periodista de verdad jamás trataría a los personajes de los que habla como si fueran su mejor amigo o amiga. Es una negligencia profesional pegarte al famoso intentando formar parte de su pandilla, como lo hiciste con Isa Pi, amistad que tuvo su punto álgido en aquella bacanal de fin de año de la que no quiero acordarme. ¿En calidad de qué estabas allí? ¿De periodista o de amiga? ¿De chivata de globos sonda o de amiga? Tenías dos opciones, ser periodista o ser amiga. Soplar y sorber a la vez es imposible. Si de verdad había surgido una amistad entre vosotras, que esas cosas pasan, tenías que haber dado un paso al lado y dejar de cubrir los asuntos que incumbían a tu amiga. Ahora bien, en el caso de que estuvieras allí en calidad de periodista, debías haberlo dejado claro.
Sumo y sigo. Te acercaste y te hiciste mega súper amiga de Rocío Flores, tanto que fuiste la organizadora de su cumpleaños sorpresa. ¿Qué eras, amiga, periodista o admiradora de su padre? Otra vez querida, soplar y sorber a la vez es imposible.
En medio de la saturación informativa que vivimos, abducidos por los exigentes tiempos periodísticos, muchas veces atosigados por la precariedad, la profesión depende del esfuerzo individual del periodista: de su ética y de su capacidad de tratar con profesionalidad la información que dispone. Cualquiera que haya vivido en una redacción sabe que el título no hace necesariamente al buen periodista, ser buen periodista es un don, un don alimentado por la formación y las buenas prácticas. Y de esto, querida, depende en buena medida el futuro del periodismo. Flaco favor estás haciendo con actitudes como esas.
La verdadera labor del periodista
Los periodistas tenemos muy pocos amigos. Lo siento querida. Cuando te codeas con personajes, lo mismo da políticos, que futbolistas, que actores, directores o famosos, ellos no te atienden a ti como persona, No atienden a Marta Riesco, atienden a tu apellido, a la empresa en la que trabajas. Prueba a quitarte el apellido a ver quién se acuerda de ti.
En privado podría contarte alguna situación en la que me he visto obligada a dar un paso atrás profesional por no mezclar amistad y trabajo. No me arrepiento. Te aseguro que podría haber hecho grandes cajas. Los que me conocen de verdad lo saben. Ya te lo he dicho, soplar y sorber a la vez es imposible. Cuando llega el conflicto, hay que elegir. Tan lícita sería uno postura como la otra. Un inciso. Por si quedara alguna duda, que quede claro, opinar es mucho más fácil que hacer periodismo. Aquí estoy opinando.
Un buen periodista, querida, no sueña con presentarse al casting de OT, no fantasea con ser Miss Segovia o Miss Fea en el Tomate, no esparce rumores de supuestas amistades o romances con futbolistas famosos para que le metan una alcachofa y, por supuesto, no aspira a ser influencer para monetizar sus redes sociales. Eso querida, es otra cosa. Tan legitima como el periodismo, pero no es periodismo.
Efectivamente, como dijiste mirando al botón rojo de la cámara, tu trayectoria te avala. Por ella y por tu testimonio fallido, nadie te cree. Es más, muchos estamos convencidos de que en cuanto te pongan un tentador y suculento cheque por delante, en marzo o abril te vemos de superviviente en Honduras.