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Ángel Antonio Herrera, precipicio y salvación de la palabra

El escritor y columnista presenta su poesía reunida en ‘Los espejos nocturnos’ (Akal), donde da cuenta de una lírica riquísima, arriesgada pero reveladora, descubridora de salvíficos mundos.

El periodista y escritor Ángel Antonio Herrera

Publicado por
Miguel de Lucas

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“He aquí un encierro a solas con la bestia encendida del lenguaje, a ver qué nos averigua de nosotros mismos”. Ángel Antonio Herrera explica así su arriesgada misión. La palabra puede ser una droga, incluso una maldición, pero sus hallazgos son prodigiosos.

La escritura merece la pena. Con ella “la vida ya no es vida”. La vida se ve a través de ese precipicio que es la imaginación, de ese instrumento que son las metáforas. El resultado es casi siempre la belleza que nos salva del “ahogo del calendario”.

Las columnas periodísticas de Ángel Antonio Herrera son únicas, incluso las políticas. Su mundo no es de este mundo, se podría decir, bíblicamente.

El autor congrega ahora sus versos en ‘Los espejos nocturnos’ (Akal). Acompleja esta poesía reunida. Uno trata a las palabras como si fuera su soberano, como simples soldados para decir algo -mejor o peor-. Ángel Antonio Herrera disiente. Piensa que nosotros somos los siervos, simples vehículos de las palabras. La escritura es la auténtica reina. En ella nos descubrimos. “Escribir es lo que contrario de pensar”, ha dicho alguna vez.

Esos hallazgos poéticos descubren la vida verdadera. Por eso su lectura no puede ser apresurada. Las palabras -tan maltratadas, tan manidas- encuentran por fin su lugar. El mundo es otro. La realidad es el lenguaje, no al revés. Esa sonrisa, ese mar, esa primavera, la niñez –“si digo dicha digo también infancia”-, toman forma con las palabras adecuadas. Y gracias a ellas uno se explica el mundo mejor.

Pero hay riesgos. La mirada se vuelve singular y única. Es la “ponencia de un sonámbulo”. Esa es la verdadera enseñanza de estos poemarios (si es que queremos buscar alguna). Leyendo el libro uno termina por detestar el lenguaje estándar. Descubre que está podrido, que tiene algo pornográfico.

Por eso las columnas periodísticas de Ángel Antonio Herrera son únicas, incluso las políticas. Su mundo no es de este mundo, se podría decir, bíblicamente.

He aquí una respuesta a la pregunta (no formulada, no osemos) de para qué sirven los poetas. Que tomen nota en Silicon Valley. Estos ‘espejos nocturnos’ no podría nunca firmarlos una inteligencia artificial.