¿Por qué el fallecido Francisco Rodríguez Iglesias era conocido como Arévalo?
Detrás del popularísimo apodo por el que era conocido en toda España el humorista muerto este pasado miércoles en Valencia había una emotiva historia familiar.
El torero Vicente Ruiz "El Soro", compadre de Arévalo, destrozado a la entrada del velatorio.
Este pasado miércoles falleció en su casa de Valencia Francisco Rodríguez Iglesias, aunque prácticamente nadie lo conocía por ese nombre. El nombre de Arévalo, de Paco Arévalo, sí que era absolutamente conocido por la inmensa mayoría de españoles de varias generaciones, acostumbrados a verle a través de la pequeña pantalla, los más jóvenes, y a escuchar sus chistes, los más mayores, en aquellas cintas de cassette que poblaban las gasolineras de medio país.
Ese apodo, Arévalo, no tenía que ver, claro, nada con el municipio abulense del mismo nombre y sí con el padre del tristemente desaparecido humorista. Francisco Rodríguez Arévalo, que falleció en 2018 con 100 años de edad, fue uno de los toreros cómicos más importantes del siglo pasado en España y, en homenaje hacia él, el popular humorista valenciano tomó su segundo apellido como nombre artístico.
"Mi padre, el gran Arévalo torero cómico de la cuadrilla del bombero torero, ha muerto. Que Dios lo tenga en su gloria". Con estas palabras anunciaba la muerte de su padre el humorista ahora fallecido y el periodista taurino Manolo Molés se hacía eco de la noticia en las redes sociales.
Arévalo padre fue uno de los toreros cómicos más valorados y recordados de todos los tiempos. Comenzó su andadura en Los Califas de Córdoba y después desarrolló su arte en espectáculos como El Empastre, Llapisera y el más conocido de ellos, el original El Bombero Torero. Además, fue especialmente recordado por sus extraordinarias y divertidísimas imitaciones de Charlot y de Cantinflas.
En homenaje a su padre, Paco Rodríguez Arévalo
En la publicación Patrimonio Taurino, el cómico fallecido este miércoles le dedicaba unas emotivas palabras a su padre, al que siempre se mantuvo muy unido. "Era muy buen torero en serio y con una gracia personal. Le fluía la comicidad y por eso se dedicó al toreo cómico. Contaba siempre una anécdota. En Calanda lo llamaban El Hombre de la Manzana. Mi padre salió a torear y con un paraguas hacía faroles. Le tiraron una manzana y la empaló con el palo. Ahí se le quedó el nombre".
Sobre su vis cómica, Paco Arévalo llegó a confesar a Bertín Osborne en su programa En la tuya o en la mía que "Charlot le dijo que nunca había visto una imitación tan buena de él y encima con un toro".
