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La Casa de Manolo Franco, una visita obligada

Los foodies siguen con fruición las recomendaciones de la Guía Michelin, y una de sus últimas incorporaciones es el proyecto con el que Manuel Franco homenajea a su padre en Valdemorillo.

Manu Franco

Publicado por
B.Fadón

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Las historias de vuelta a los orígenes tienen algo que engancha, un componente romántico que nos evoca espíritu de sacrificio y esfuerzo y nos hace admirar a sus protagonistas. La de Manu Franco cumple a la perfección los requisitos para convertirse además en un éxito. Tras más de 20 años de trayectoria como corresponsal deportivo para el AS, este periodista que se había criado en el bar que sus padres regentaban en Valdemorillo, un pueblo de la sierra de Madrid, decidió dejar la pluma y lanzarse a la aventura de los fogones para honrar la memoria de su padre, con quien tenía un vínculo especial.

Para ello Manu retomo los estudios y se sacó el curso de Le Cordon Bleu y reformó la antigua casa familiar para convertirla en un restaurante gastronómico que aspira a conseguir los mayores reconocimientos del sector, la Estrella Michelin. Y a fe que desde este medio apostamos que lo va a conseguir en no mucho tiempo, así que es el momento de hacer una visita antes de que sea imposible conseguir una de sus codiciadas mesas. En esta aventura ha contado con el apoyo incondicional de su mujer, Carolina, y se ha rodeado de un equipo de primera para impulsar un restaurante distinto en su pueblo, Valdemorillo, con un único objetivo: ser feliz y hacer felices a los que visitan su casa.

Su dilata carrera periodística siguiendo la Fórmula 1, ha llevado a Manu Franco a recorrer el mundo, conociendo otras culturas, y aprovechando para impregnarse de la gastronomía de lugares de los cinco continentes como Japón, México, Singapur, Australia, Mauritania o el resto de Europa, con enseñanzas que le sirven ahora para transformar platos con la esencia de la sierra madrileña, en este regreso a sus raíces.

Ahora en sus platos refleja, ante todo, la idiosincrasia de la sierra madrileña con sus menús de temporada con platos ya icónicos como el Tomillo, Angulas de la sierra, La higuera de la tía Santa, Chocolate con churros, o la Ternera del lugar con mole serrano y boniato o el Bacalao con holandesa de tomate y eneldo, en un menú de 19 pasos que se acorta hasta los 14 y 10 pasos respectivamente en las otras dos opciones que ofrecen a precios contenidos para la calidad que se despliega en la mesa.

Con la llegada de la pandemia, Manu decidió apostar aún más fuerte, dejó la sala en la mitad de mesas y sostiene el menú degustación gastronómico como la herramienta para crear, sorprender, expresar su vida y sus historias a través de la gastronomía. Entre semana ofrece un interesantísimo Menú Ejecutivo en el que por 27 euros ya nos podemos hacer una idea del potencial de su cocina, que mantiene la fuerza de los platos tradicionales pero muestra una creatividad digna de esa escasa media hora de desplazamiento que le separan del centro de Madrid.

La Casa de Manolo Franco, el mejor homenaje que su padre y toda la familia que trabajó antes en este restaurante de pueblo que ha puesto a Valdemorillo en el mapa, ya está en las mejores guías del universo gastronómico: Michelin, Repsol, o Travelers’ Choice de Tripadvisor. Pero la mejor recompensa a su trabajo Manu la encuentra con una clientela cada vez más fiel y entusiasta que cada fin de semana se escapa a deleitarse con su Brioche o la delicadeza de la tempura del mejor bacalao que hemos probado en mucho tiempo.

La Casa de Manolo Franco, Valdemorillo, Madrid

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