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13 postres españoles que quizá no conozcas

La repostería de nuestro país tiene un sinfín de recetas que demuestran que hay vida más allá del flan y las natillas

13 postres españoles que quizá no conozcas

Publicado por
Begoña Tormo

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Son el final perfecto de una comida. Y la perdición de los golosos, pero, en muchos casos, los postres también son el reflejo de la gastronomía de muchos pueblos y comunidades de España. Tienen en común ser eminentemente caseros y, elaborarse con ingredientes asequibles.

Muchos de ellos, como ocurre con el arroz con leche en Asturias, o el tocino de cielo en Andalucía, han traspasado fronteras y se han hecho habituales en las mesas de toda España. Otros, siguen siendo bastante desconocidos fuera de sus zonas de procedencia. Repasamos 13 de esas “dulces tentaciones” menos populares, que merece la pena conocer.

1 POLEÁS

Las poleás, o poleá, es un postre típico de Andalucía, especialmente en Sevilla. Como muchos otros platos de nuestra gastronomía, es producto de la necesidad de quitar el hambre con los pocos ingredientes que se tenían a mano en épocas de escasez. En pocas palabras, son una especie de gachas dulces, elaboradas a base de aceite, harina, leche y azúcar, que se aromatizan con matalahúva (también llamado matalahúga, o anís verde), y se sirven con picatostes, y azúcar y canela espolvoreados. La textura es similar a la de unas natillas y pueden consumirse tanto frías

como calientes.

2 PANETES

Estas pequeñas bolas de pan (llamadas también panecillos), son una especialidad de la Sierra de Segura, que se extiende entre las provincias de Jaén, Murcia y Albacete. Como el anterior, es un plato humilde, que se elabora con ingredientes económicos y muy sencillos. De hecho, probablemente se comenzó a hacer para aprovechar el pan que se quedaba duro en las casas. Se elaboran mezclando ese pan troceado, o rallado, con huevos, y friendo bolas de esa masa hasta que están doradas. Luego se hierven en un almibar ligero, aromatizado con naranja, canela, y anís, hasta que se esponjan. Aunque son especialmente típicos de Semana Santa, se hacen todo el año. Y se comen fríos o templados. En Extremadura, también se elaboran unas albóndigas de pan, llamadas “repápalos” o “sapillos”, que en su versión dulce, son prácticamente idénticas a los panetes, aunque allí es más habitual servir estas bolitas en leche aromatizada con limón y canela y servirlas en días de fiesta.

3 ALAJÚ

Este dulce de origen árabe (proviene del vocablo “al-hasú”, que significa “relleno”), se mantiene especialmente en la provincia de Cuenca y parte de Murcia, Valencia y Guadalajara. Se trata de una especie de torta elaborada a base de miel, pan rallado tostado, frutos secos, y a veces especias, que se encierra entre dos finas obleas. Lo más habitual es emplear almendras, como si se tratara de un turrón, pero también pueden usarse piñones o nueces.

4 PAPARAJOTES

Es uno de los postres más originales de España, y consiste en algo tan simple como ingenioso: aprovechar el intenso aroma de la hoja del limonero para aromatizar una masa básica. Esta masa, elaborada con harina, leche, huevos y azúcar, se utiliza para bañar las hojas, que luego se fríen en abundante aceite caliente, y se sirven espolvoreadas de azúcar (ojo, porque la hoja no se come). Al parecer, se trata de una receta de origen sefardí que, aunque es típica de Murcia, en donde hay abundancia de limoneros, tiene una versión muy similar en Galicia, en donde se llaman

“follas de limón” y se consumen especialmente en carnavales.

5 OREJAS

Otro postre imprescindible es los carnavales gallegos son las orejas (orellas). Como en casi todo este tipo de dulces caseros, se elaboran con ingredientes muy básicos: harina, manteca, huevos, agua, azúcar, anís, cáscara de limón o naranja, y aceite. La forma de hacerlos es igualmente sencilla. Se hace una masa (con la consistencia de la del pan) con todos los ingredientes, excepto con el aceite, que se usa para freír. Se deja reposar unas horas, se estira con un rodillo, se fríen porciones de esas láminas en abundante aceite y se sirven con azúcar por encima. Lo típico es darles la

forma de una oreja de cerdo, ya que es de ahí de donde procede su nombre.

6 FILLOAS DE SANGRE

Seguimos en Galicia, con un postre no apto para melindrosos. Aunque las filloas son de sobra conocidas por casi todo el mundo, esta versión incorpora un elemento poco habitual cuando hablamos de postres: la sangre de cerdo. Obviamente, es un dulce típico de la época de la matanza, que se elabora, al igual que sus parientes cercanos, los frixuelos asturianos, y las crepes francesas, con leche, harina y huevos. Aunque la mezcla de ingredientes pueda no resultar atrayente para muchos, lo cierto es que están deliciosas.

7 CRESPILLOS

Son, como el principal ingrediente con el que se elaboran, inequívocamente aragoneses. Ese ingrediente son las hojas de la borraja, una verdura que se cultiva especialmente en esta comunidad, y también en Navarra. También en este caso, tenemos que hablar de la cocina de “aprovechamiento” que hacían nuestras abuelas, y que nos vendría muy bien recuperar, porque se trataba de no tirar las hojas de una verdura que era sobre todo apreciada por sus tallos. La idea es convertirlas en algo apetecible, rebozándolas en una masa dulce, elaborada con harina, huevos, leche y azúcar, y freírlas en aceite muy caliente hasta que estén doradas y crujientes. En la Región de Murcia, existe un plato llamado igual, pero que no tiene nada que ver: consiste en una especie de galletas saladas elaboradas con harina, manteca, sal y pimentón.

8 MOSTILLO

El ingrediente principal e indispensable para hacer el mostillo es el mosto de uva, y por eso es un postre típico de zonas productoras de vino, especialmente La Rioja y Castilla La Mancha. Se elabora dejando reducir el mosto recién extraído, y agregándole fécula de maíz (para darle más consistencia), aunque no es necesario agregar azúcar, porque las uvas tienen suficiente. Es costumbre añadir al vino una rama de canela, cáscara de limón o algún otro aromatizante. A partir de ahí, se puede hacer más menos espeso, para obtener, desde una especie de jalea que se puede untar en pan, hasta la textura de un dulce de membrillo, y agregarle frutos secos para enriquecerlo.

9 CASADIELLES

Las casadielles (o casadiellas), son un contundente dulce que se elabora desde antiguo en tierras asturianas. En esencia, son una especie de empanadillas (aunque más grandes, y normalmente de forma rectangular), que se rellenan con un picadillo hecho con nueces, anís y azúcar. En la receta tradicional, la masa de esas empanadillas, elaborada a base de harina, manteca de cerdo, vino blanco y huevos, se fríe, aunque ahora es frecuente encontrar estos dulces hechos con masa de hojaldre, y cocidos al horno. En cuanto al relleno, hay algunas zonas del principado, en donde se sustituyen las nueces por avellanas. En cualquier caso, se trata de un postre que se consume principalmente en la época navideña y también en carnavales.

10 RUBIOLS

Los rubiols, o robiols, son otro tipo de empanadillas dulces, pero en este caso, típicas de las Baleares. Hay quien especula con que su origen podría situarse en la Italia renacentista, pero lo que nadie duda es que es en Mallorca en donde estas piezas dulces son más populares. Hay también

versiones saladas, más frecuentes en Menorca, que se rellenan de espinacas con pasas y piñones, o un sofrito de verduras, solas, o con carne o pescado, pero las más conocidas, llevan dentro requesón, cabello de ángel, chocolate, o alguna confitura de fruta.

11 BARTOLILLOS

Y más empanadillas, porque en Madrid, son típicas unas rellenas de crema, denominadas “bartolillos”. En la actualidad, son bastante menos consumidos que otros dulces propios de la capital, como las rosquillas del santo, pero en el siglo XIX eran una de las golosinas más populares del foro. La masa con la que se elaboran está compuesta de harina, manteca, vino blanco, y algo de azúcar. Y el relleno es siempre una crema pastelera clásica. Lo tradicional es freírlas en aceite de oliva y espolvorearlas de azúcar antes de servirlas. Pueden comerse tanto calientes como frías.

12 GOXUA

Es uno de los pocos dulces que pueden considerarse tradicionales, pero de los que, a la vez, se conoce su origen exacto. El goxua (significa dulce en euskera), nació en la década de los años 70 del siglo pasado, en la pastelería vitoriana Sosoaga, y de la mano de su propietario, Luis López de

Sosoaga. A pesar de ser un postre de pastelería, su sencillez, hizo que comenzara a elaborarse también de manera habitual en las casas y que sea, también, uno de los postres clásicos en muchos restaurantes del País Vasco. El secreto está en la calidad de los ingredientes y en su presentación, que suele ser en recipientes individuales. Y la fórmula: una base de nata montada, sobre la que se dispone una lámina de bizcocho, y una capa de crema pastelera que se carameliza, como en el caso de la crema catalana (que, por cierto, fue en lo que se inspiró Sosoaga para su creación).

13 FRANGOLLO

Es uno de los postres más tradicionales de las islas Canarias, junto al bienmesabe, y el quesillo, aunque el frangollo suele reservarse para ocasiones especiales, como las Navidades, romerías, o fiestas familiares.

Su base principal es la harina cruda de maíz (el gofio es lo mismo, pero tostado), que se mezcla con leche, mantequilla, azúcar, huevos, aromatizantes naturales (anís, cáscara de limón y canela), pasas y almendras trituradas para formar una especie de gachas dulces, cuya textura y consistencia depende de cada cocinero. Se sirve con almendras tostadas, pasas, y un chorro de miel de palma.

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