Cerrar

Fernando V, a 500 años de distancia de Felipe VI

Felipe VI afronta retos y desafíos sin precedentes recientes. Pero fue su antepasado Fernando el Católico, muerto en 1516, quien rompió los moldes y fundó el país que hoy está en peligro.

Henry Kamen, Fernando el Católico. 1451-1516: vida y mitos de uno de los fundadores de la España moderna. Traducción de José C. Vales. La Esfera de los Libros, Madrid, 2015. 432 p. 24,90 €

Publicado por
Pascual Tamburri

Creado:

Actualizado:

Son semanas muy difíciles para el rey de España. Felipe VI se ve entorpecido por sus propios políticos, que ni saben definir del todo sus funciones ni se las dejan ejercer. Va a entregar el poder ejecutivo de su reino a un socialista “tendencialmente republicano” y abierto a Podemos, como Pedro Sánchez, o a un hombre obsesionado por la economía y hundido por malos amigos corruptos, que ya ha rechazado la designación, como Mariano Rajoy. Todo lo que sucede pone en el centro a Felipe de Borbón y Grecia pero al mismo tiempo le impide que sea él el verdadero protagonista. A menudo el Rey de España de 2016 llama a la compasión de sus súbditos y de otros.

Esto no pasaba, desde luego, hace 500 años. Fernando de Trastámara, su antepasado muerto en 1516, pudo tener muchos, infinitos, innombrables errores, pero ciertamente no fue ni débil, ni manipulable, ni pusilánime, ni se dejó llevar por los poderosos del momento. Henry Kamen ha publicado un volumen divulgativo en La Esfera de los Libros en el que pone al alcance del lector español no especializado cómo Fernando el Católico fue y es con pleno derecho uno fundadores de la España moderna. Sería de hecho el primero de ellos de no ser por la entereza y contundencia de su prima, esposa, compañera de sueños y también reina, además de santa, Isabel de Castilla.

Don Felipe VI de España, es persona non grata en parte de sus reinos, y nadie combate para evitarlo. Se niega a su hija Leonor, heredera de su Corona, el uso del principado de Viana que llevó en Navarra el desgraciado hermano mayor del rey Fernando. Y se le quiere quitar el título de Princesa de Gerona. Es tiempo de un Rey de pulso fuerte y habilidad tan política como militar, que sea modelo para Maquiavelos –de los de verdad, no de los piojosos de Somosaguas-, patrono de Duques de Alba, director de Grandes Capitanes, vencedor tanto de beltranejas como de boabdiles y de franceses. Un monarca, un imperio y una espada.

El 23 de enero de 1516, Fernando el Católico falleció en Madrigalejo. Murió como rey de Aragón en todas sus dimensiones, también las no españolas de Italia; y rey de Navarra, como lo había sido su padre Juan II, tras haber entrado a poner paz y echar franceses en 1512; y gobernador de nuevo de Castilla en toda su grandeza, tras morir Isabel, fallecer Felipe el Hermoso, manifestarse loca su hija la reina Juana y tenerse que convertir él en puente hasta la mayoría y la llegada de su nieto el César. El balance de la vida y de los reinados de Fernando el Católico es, como sencillamente nos lo cuenta Kamen en su contexto, glorioso y ejemplar, fuente de envidia. Esposo amantísimo dentro de lo entonces posible, dotado de un sentido de la familia y del Estado que lo hace un hombre, a la vez y en lo mejor, medieval y modernísimo. Un caballero y un conspirador, un cruzado y un instigador. Ciertamente nacido para guiar y no para ser llevado.

Henry Kamen, Fernando el Católico. 1451-1516: vida y mitos de uno de los fundadores de la España moderna. Traducción de José C. Vales. La Esfera de los Libros, Madrid, 2015. 432 p. 24,90 €

Con Henry Kamen tenemos una versión para todos los públicos del siglo XXI de lo que hoy sabemos sobre aquel reinado cuyo centenario tan poco se ha recordado, un balance de lo investigado por Luis Suárez, por Manuel Fernández Álvarez, cantado por Luys Santa Marina y por todos convertido en punto de encuentro permanente de España. Don Fernando nunca abandonó su idea de España, y aunque a la muerte de Isabel salió de Castilla denostado por los particularistas, arcaizantes y miopes, a ella volvió un año después llamado por Cisneros y aclamado por el pueblo y por la evidencia. Y es que así puede suceder con los reyes y sus reinos.

Pedro Fernández Barbadillo recordaba el otro día en Libertad Digital cómo los comuneros, nacidos tras la muerte de Fernando el Católico, fueron según Gregorio Marañón un acto de "repugnancia a la universalización de España", un último estallido de particularismo antiuniversal, antiimperial y por definición antiespañol. Fernando, con la universal Isabel a su lado, los había obligado a dejar de ser mediocres y miserables, a asomarse "por encima de las bardas de sus huertos". La Corona en España tuvo y tendría sentido sólo como un acto de afirmación de unidad y de trascendencia de sus gentes, sus tierras y sus almas. Tal es la lección que inesperadamente Kamen deja a su lector, sea quien sea. Si lo lee Pablo Iglesias lo entenderá y vomitará contra él; si lo leen los profesionales de la política caduca, corrupta, mezquina y materialista simplemente no lo entenderán. Sólo cabe pedir que muchos españoles sencillos y de bien se encuentren en Kamen con Fernando de Trastámara. Y que uno de ellos sea, para bien, su lejano nieto Felipe de Castilla, de León, de Aragón y de Navarra.