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El SEO, esa sofisticada arma de tráfico masivo

La complicada labor de conseguir un buen posicionamiento en buscadores es una labor a la que cualquier negocio debe enfrentarse, y la figura del webmaster cada vez cobra más peso.

El SEO, esa sofisticada arma de tráfico masivo

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El conjunto de resultados que arroja un buscador como Google es algo así como una carrera de fondo impregnada de pura competitividad. Puede resultar una imagen poco tecnológica, pero ilustra a la perfección la puja constante entre los sitios web para adelantar a la competencia. Así, del mismo modo que un corredor intenta llegar a la meta antes que el rival, un webmaster intentará posicionar su página por encima de las cientos de miles que le roban espacio en el mundo digital.

La similitud entre ambos ejemplos es tal que incluso puede equipararse el entrenamiento físico de un corredor con el aprendizaje de un consultor SEO. Ambos se aplican e invierten tiempo y esfuerzo para asimilar una serie de técnicas y estrategias que les dirijan al primer puesto. Claro está que quedar entre los primeros también es un logro descomunal, pero el objetivo es el mismo siempre: ser más rápido, tener más visibilidad, quedar por delante del contrincante, en definitiva.

El complejo arte de posicionarse

El corredor que mejora su cuerpo y su mente tiene más probabilidades de subirse al podio. Con una web pasa lo mismo: mayores mejoras implican mejores posiciones en los resultados de búsqueda. Es lo que se conoce como optimización, y no es más que la implementación de diferentes pautas para que Google se enamore de la página. Cuando surge el romance entre el gigante de Internet y una página, Google la categoriza mejor, la indexa más rápido y la coloca más arriba en los resultados.

Es decir, hay que hacerle la pelota a Google o, mejor dicho, a sus bots. En realidad, son ellos los que detectan las webs y las catalogan según el contenido que ofrecen. Por eso es importantísimo decirle claramente de qué va la página para acelerar el proceso. Son como esos bicharracos que buscaban presencia humana en Matrix, solo que en la Red están rodeados de millones de webs esperando ser escaneadas. Es un trabajo titánico el de estos autómatas informáticos: buscar webs nuevas, detectar contenido fresco en las ya indexadas, relacionar las páginas con los nichos...

Definitivamente, ponerle la vida más fácil a Google y sus arañas es fundamental para posicionarse o, quizá más importante, ser indexado. Si no te indexan, no estás en Google y, como dicen, si no está en Google, no existes. El problema es que llevarse bien con el buscador requiere estar al día en temas relacionados con el algoritmo que usa Google o el modus operandi de los propios bots (aunque ambas cosas están relacionadas). Por ejemplo, un webmaster puesto en el tema tendrá cuidado con técnicas de desarrollo como AJAX, entre otras, que los robots no terminan de entender.

Los contenidos que mejor funcionan

Las arañas de Google ya están bastante atareadas como para complicarles la vida con contenidos que no entienden bien. Si les cuesta leerlos, pasarán de largo seguramente y el posicionamiento se verá mermado. ¿Entonces qué pasa, que el contenido es tan importante como el SEO? Efectivamente, en el ciberespacio dominado por Google todo está relacionado. Pero hay algunos contenidos que funcionan mejor que otros, más aún si se pretende meter en la ecuación la actividad en redes sociales.

Libros electrónicos, videos emocionales, guías "how to" o los típicos top10 son algunos de los tipos de contenidos que mejor funcionan a caballo entre buscadores tradicionales y redes sociales. Pero tampoco hay que volverse loco apilando contenidos de baja calidad, más que nada porque no juega a favor de la página web. La calidad es preferible a la cantidad, y si se siguen una serie de pasos propios del SEO en la elaboración del contenido mejor que mejor.

La importancia de las palabras claves

Las famosas keywords siempre están por medio cuando se habla de SEO debido a su valor de cara a un posicionamiento de lujo. El problema es que con demasiada frecuencia se abusa de ellas y, claro, que algo sea importante no implica que tenga que usarse en exceso. El agua es vital para las plantas, pero también puede ser mortal si se riegan más de la cuenta. Con las palabras clave pasa lo mismo: hay que usarlas, pero con cabeza. No hay que abusar ni forzar su inclusión en el texto; eso no le gusta ni a Google ni los visitantes.

Más allá de las palabras claves, su densidad y demás, hay un mundo lleno de pautas de optimización que implican múltiples aspectos: estructura de la página, adaptabilidad del formato, visibilidad del etiquetado (especialmente el del título), fiabilidad de la url, impacto de la meta-descripción, número de niveles (h1, h2, h3...), accesibilidad de las imágenes, backlinks, tipografía, etc. La lista suma y sigue, cada término necesita una búsqueda independiente, ¡en Google, claro!

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