3ª San Isidro: Tarde de pestiño… y un huevo duro
La falta de casta y emoción no acompañaron a la voluntad de los toreros que estuvieron por encima de la bien presentada corrida protagonista del pestiño ganadero.
Cuenta la historia que la Hermandad del Refugio de Madrid, también conocida como “La Ronda del pan y el huevo” tenía como encargo repartir comida entre menesterosos y vagabundos.
Cada noche un cura hacía la ronda con pan y huevos duros que debían pasar la “prueba de calidad” consistente en introducir los huevos duros por el agujero de una madera con el fin de comprobar las medidas mínimas. Si el huevo pasaba es que era chico y entonces era desechado. Si no pasaba, se le entregaba al beneficiario de tan cristiana obra de caridad.
Los toros de Valdefresno y de Fraile Mazas, -tercero y cuarto-, no pasaron ninguno la “prueba de calidad” de la casta. Queriendo saltar, como el primero; deslucidos en el caballo, con la cara arriba, queriéndose quitar el palo; distrayéndose y embistiendo sin celo, ni clase, ninguno dio muestras de ese mínimo de casta exigible en el toro de lidia para transmitir emoción en el ruedo.
Descastados los seis, más aún si cabe los tres últimos, sin combatividad alguna los atanasios, solo daban miedo por sus ofensivas defensas, que lucían eso sí, limpias incluso tras derrotar contra las tablas.
Los Valdefresno, cuernos sin casta
Más de uno dirá que “el ganadero ya cumple con la presentación” ¡Y un cuerno o, mejor dicho: y dos cuernos! La presencia es parte fundamental, pero la casta es consecuencia de la selección, y la selección es el resultado de la difícil decisión de todo ganadero el día de la tienta al aprobar o desechar a los padres y madres que los parieron, buscando un tipo de toro más o menos encastado, al gusto de las figuras del momento ¡Grave y craso error!
A la falta de casta se unió el viento en la tercera de San Isidro
A la falta de casta se unió en la tercera de San Isidro el viento. El aire en movimiento es la excusa ideal para cualquier cuadrilla. “Tápate quillo, que hase mucho viento”. “Vamoh, hijo, a matar que no tiene un pase”, como si ambas afirmaciones estuvieran relacionadas.
David Galván, contra viento y mansedumbre
Hizo viento, sí. Y los tres de luces salieron a intentarlo. David Galván con el manso primero, pasado de kilos y abanto. Tuvo mérito el gaditano por intentarlo contra viento… y mansedumbre.
Ganas que repitió en el cuarto, pese a lo cual se le pitó por intentarlo. Aún no me lo explico, aunque lo entiendo. Cuando la emoción se esfuma y no está presente en el ruedo, es el público el que pide abreviar y pasar página sin más.
Juan Ortega, detalles sin toros para el lucimiento
Juan Ortega apenas pudo lucir tras los pares de Juan José Trujillo. Acertó el sevillano al irse a terrenos de chiqueros, no solo por ser el espacio propicio sino, y sobre todo, porque por allí remoloneaban los papelillos al abrigo del dichoso viento. Ortega volvió a dejar claro que tiene gusto, pero sin toro, es difícil desarrollar y todo quedó en intento.
Intento de agradar que también se repitió en su segundo, quinto de una tarde carente de material. Bovino, se entiende.
La media casta, la falta de casta son los peores defectos en un toro para quien se pone delante, que se encuentra a su merced sin que se le valore el esfuerzo. Tan solo un apunte: la suerte suprema exige de saber vaciar la embestida, lo que no hizo Ortega provocando pinchazos en su noble intento, -siempre por arriba-, de pasaportar al de los Fraile.
La reivindicación del peruano se estrelló contra un lote que tampoco dijo nada
Frente al menos malo tercero, Joaquín Galdós se midió por el pitón derecho y aunque algo ligero supo robar sobre todo una tanda que evidenció su buena voluntad de querer hacer las cosas bien.
Llegados al sexto y con los calores de días pasados ya en notable huida, el peruano nada pudo hacer. El toro, complicado y que se defendía como consecuencia de la falta de casta, -lo habré dejado claro de una vez-, esa mínimamente imprescindible casta para que haya emoción, que impidió como sus hermanos, en mayor o menor medida, pasar el control de calidad de la emoción y provocar el pestiño de una tarde en la que la terna se vio imposibilitada de llevarse a la muleta… un huevo duro.
3ª de San Isidro. Toros de Valdefresno (primero, segundo, quinto y sexto) y de Fraile Mazas (tercero y cuarto) bien presentadas, mansos y descastados, sobre todo los tres últimos. David Galván: Ovación con Saludos y Silencio. Juan Ortega: Palmas y Silencio y Joaquín Galdós: Ovación con Saludos y Silencio
Lo mejor:
La actitud de los tres diestros que lo intentaron pese al viento y contra el mal juego, por momentos con peligro sordo y cierta apatía del público.
Lo peor:
La fala de casta que provocó el deslucido juego de los toros de una ganadería reincidente, según le da, que repite año tras años y bien podría descansar.
El cartel de hoy
Viernes 17 de mayo. Toros de El Tajo y La Reina
Joselito Adame, Román y Álvaro Lorenzo