2ª San Isidro: Puerta grande, regalo presidencial para una faena sin remate
El exceso en la concesión del segundo trofeo para una faena a la que le faltó el remate de la suerte suprema, emborrona la buena labor de Miguel Angel Perera.
San Isidro bendito ¡ora pro nobis! Los aficionados rezan cada vez con más ahínco al santo patrón cada vez que ven en el palco a don Gonzalo de Villa.
Es tal su dadivosidad orejera, tal su benevolencia en la concesión de trofeos, que parecían intuirlo los aficionados, -y no les faltaba razón-, cuando hace unos días la Asociación El Toro entregó una carta sellada y lacrada, -es un decir-, con la petición de que la autoridad competente evacuara instrucciones de mesura, rigor y ajuste en la concesión de trofeos por parte de la autoridad incompetente.
A la segunda fue vencida... la Puerta grande
Y fue a la segunda, -no hubo que esperar a la tercera-, la segunda de San Isidro, en la que el presidente, que estaba reteniendo bien el moquero blanco, lo sacó para atender en justicia la mayoritaria petición de un trofeo para Miguel Ángel Perera.
Retenía el usía el pañuelo pese a la vocinglera actitud del equivocado, aunque siempre respetable gentío, en demanda de más trofeos. Al igual que retenían también los mulilleros el arrastre siguiendo las pautas del hondero, - ¡que yo lo vi!-.
Fue entonces cuando, de repente, el presi tiró por la calle de en medio y asomó el segundo pañuelo blanco, como señal de concesión del segundo trofeo.
Presidente con antecedentes generosos en la concesión de trofeos.
Este presidente es dadivoso en las gracias y privilegios. Eso ya es sabido. Ya lo demostró cuando le dio por la patilla dos orejas y rabo a Diego Ventura el año pasado. Es buena gente, créanme. Pero, poco riguroso, rápido de pañuelo y excesivamente rumboso.
Una pena, porque una buena faena a un buen toro de Fuente Ymbro, merecedora de una oreja tan a ley que nadie la hubiera discutido, se convirtió por mor del regalo presidencial, en faena falsa de dos orejas, devaluando así la subsiguiente puerta grande…
Faena que tuvo en Perera la capacidad de saber ver la distancia, de administrar bien los tiempos, los toques; de tener la paciencia suficiente para hacer todo a favor del toro, cuyo pitón derecho exprimió el de la Puebla del Prior con pulso, capacidad técnica y buen toreo.
La clave del escándalo: una suerte suprema con defectos "inhabilitantes"
Un toro que había brindado al Rey Emérito y al que pasaportó con el defecto de señalar caída y algo trasera. De perder la muleta, -casi tirarla, diría yo-, y de dejar el acero tras ese feo salto de rana que El Juli ha puesto de moda.
Estos y no otros. Los defectos al interpretar la suerte suprema son los que desmerecieron la obra mal rematada. Y por éstos y no por otros, el palco debió aplicar el reglamento, que dice bien claro que para la concesión del segundo trofeo la autoridad debe valorar la lidia en todos los tercios y “fundamentalmente, la estocada”
Se concedió la segunda, se equivocó el usía, y se armó el belén. “¡Fuera del palco!” se coreaba mientras el diestro feliz paseaba los dos trofeos concedidos. De yo haber sido Perera, hubiera dejado uno en el burladero, sobre la arena, y hubiera paseado orgulloso el único merecido a ley.
Por eso, esta crónica aspira a certificar para los tiempos venideros que la consiguiente puerta grande fue un exceso, sumada por una oreja de más otorgada por un palco bondadoso.
Curro Javier y Javier Ambel destacan en la brega y con los palos
Por lo demás, la corrida de Fuente Ymbro decepcionó. La recientemente lidiada en Sevilla fue tanto, que igualarla seguro era el deseo soñado de Ricardo Gallardo.
Así ocurrió en el tercero, en el que destacó la excelente brega de Curro Javier, y los pares de Javier Ambel. Como así mismo la brega de Ambel y los pares de Curro Javier en el sexto.
Un sexto que no dio oportunidad alguna a Perera para refrendar lo realizado. Miguel Ángel exhibió voluntad, sin toro. Y sin más.
Como sin casi toro, Diego Urdiales apenas dijo nada ante el deslucido segundo, ni el parado quinto. Su mala colocación, al hilo y despegada apostura no fueron recriminadas, como en el caso de Finito de Córdoba que, -igualmente al hilo y abusando del pico, de la muleta se entiende-, no justificó su presencia en el ciclo.
Tarde de triunfo que se tornó en casi fracaso por una puerta grande excesiva, como consecuencia de un segundo trofeo desmedido, merced a un presidente dadivoso.
2ª de San Isidro. Toros de Fuente Ymbro, en general bien presentados y deslucidos, salvo el tercero, de excelente juego. Finito de Córdoba: Silencio y Silencio. Diego Urdiales: Silencio y Silencio y Miguel Angel Perera: Dos Orejas y Silencio
Presidente: Gonzalo de Villa. Se equivocó al conceder el segundo trofeo tras una suerte suprema defectuosa, provocado por la presión de una petición a la que contribuyeron hondero y mulilleros al retener el arrastre.
Asistió el Rey Emérito, acompañado de la Infanta Elena y su hija, Victoria Federica
Lo mejor:
El concepto, capacidad técnica y toreo a favor de Miguel Angel Perera a un excelente toro de Fuente Ymbro, cuyo pitón derecho hubiera descubierto a cualquier mal torero.
Lo peor:
La decisión del presidente al conceder el segundo trofeo, con la consiguiente salida a hombros por la puerta grande, que hizo desmerecer la buen faena realizada por el diestro.
Jueves 16 de mayo. 3ª de San Isidro
Toros de Valdefresno / Fraile Mazas
David Galván, Juan Ortega y Joaquín Galdós