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17ª de San Isidro: Apuesta firme de los toreros ante Adolfos encastados

Echó una corrida encastada Adolfo Martín con un lote claro de Escribano que resulto herido, y dos toreros Román y Roca Rey que se la jugaron en una tarde de imposible aburrimiento.

Pase de pecho de Román

Pase de pecho de Román

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Los albaserrada de Adolfo Martin salieron como se esperaba. Unos mejor que otros, pero todos con el común denominador de la casta. Casta buena o casta mala, pero casta. Combatividad para bien o para mal, pero movilidad a fin de cuentas. Ese fue el aliciente por el cual en la decimoséptima de San Isidro nadie se aburrió.

Se cruzaban las apuestas los unos con los otros. Unas veces, unos perdían y otros ganaban y viceversa. Apostaron los unos a repetir su rogativa imperativa: “¡Fuera del palco!”, gritaban. Y sin que ganaran su apuesta, ya se sabe de uno que la perdió bajando la guardia.

Manuel Escribano herido grave al jugarse el todo por el todo

Recibió una cornada Manuel Escribano en el cuarto. Fue como consecuencia de una fea voltereta. Había apostado Manuel por ese toro, que humillaba, iba de largo y repetía, pero que no era tonto y se le colaba. En una de esas coladas perdió la apuesta Escribano que recibía una cornada de 25 cm. en el muslo izquierdo.

Comenzó la bronca entre tendidos. Los unos que recriminaban tanto “crúzate” faltón y a destiempo. Los otros que ellos eran libres de decir cuanto les diera la gana. Mientras el torero entraba en la enfermería, los unos y los otros no caían en que era Escribano quien había ganado la apuesta. Apuesta del respeto, por mucho que perdiera la oreja del cuarto y si me apuras también la del primero por empeñarse en hacer una faena larga.


Román Collado pasea la oreja del quinto


Como sus compañeros, Román Collado brindó al Rey la faena, -gracias Majestad por el apoyo que está dando con su presencia a la Fiesta-, entre la ovación del público. Faena de un segundo Adolfo que tenía peligro y desarrolló sentido. Se le coló, se la jugó, sufrió una voltereta y los venteños le reconocieron su voluntad, su mérito y su entrega, obligándole a saludar.

Ese sería solo el aperitivo. Con el quinto, un toro manejable, aunque exigente, el valenciano se gustó con la mano abajo en varias tandas con la diestra. Lo intentó por el izquierdo, el pitón menos bueno, muy cruzado, en una serie que remató con un pase de pecho que confirmó su capacidad y su buena cabeza. Este Román ya no es aquel que hacía el toreo con ganas sí, pero arrebatado y bullanguero. Ahora está más asentado, más centrado, más torero, así que, por méritos propios se ganó una oreja.

A Roca Rey el palco le birló una oreja del sexto

Si en el tercero Roca Rey no pudo hacer nada por ser un toro que medía y se le colaba por ambos pitones, en el sexto el peruano no quiso dejarse ganar la pelea. Toreaba con la diestra y se alejaba, administraba los tiempos, llenada de torerá la escena, -el ruedo-, para volver con más mando aún, y dejar la muleta muy puesta, preparada para el siguiente.

Por el izquierdo el adolfo tenía más peligro si cabe. Roca Rey lo hace tan fácil que no muchos se dieron cuenta y lo percibían. Se le colaba por ahí, no le importaba, y otra vez puesta. Hasta conseguir una serie de naturales. Hasta conseguir ganarle la apuesta al adolfo.

Apuesta que se trasladó al tendido. Yo mismo caí en la porfía y me jugué con Angel que era faena de oreja. Mis argumentos eran contundentes: con un Adolfo, con esa entrega, con ese mérito, con esa capacidad de poder. Y con esa entera, tras un pinchazo en lo alto recibiendo, aposté firme a favor del trofeo.

Antes, un pinchazo en lo alto no era motivo para negar una oreja

Hubo un tiempo en el que, en esta plaza, -la de Las Ventas-, un pinchazo en lo alto no era óbice para corta una oreja. No lo entendió así el palco que se la negó a Roca Rey. Y fue entonces, cuando me di cuanta de que no era el único que había perdido mi apuesta. Que también la había perdido el usía, presionado por gritos y pancartas.

Apuestas de una tarde en la que no fallaron, en más o en menos, ni los de Adolfo, ni los toreros que, en más o en menos, todos dieron la cara.

Parte médico: “Herida por asta de toro en cara interna 1/3 medio muslo izquierdo con una trayectoria hacia externo craneal y posterior de 25 cm que produce destrozos en musculatura aductora, vasto interno, contusiona vena femoral, lesiona colaterales, rodea cara posterior de fémur y alcanza cara posterior 1/3 superior del muslo. Firmado: Dr. D. Máximo García Leirado.”


17ª de San Isidro. Toros de Adolfo Martín, desiguales de presentación y juego. Buenos para el torero, primero y cuarto; con posibilidades para el torero quinte y sexto. Manuel Escribano: Silencio y Ovación (a la cuadrilla tras ser herido en el cuarto. Román Collado: Ovación con saludos y Oreja. Roca Rey: Silencio y Ovación con Saludos.


Lo Mejor:

La casta de los de Adolfo Martín, a la que supieron dar réplica los toreros a poco que se dejaron.

Lo peor:

El comportamiento vocinglero de quienes faltando el respeto le dicen al torero lo que tiene que hacer cuando está en el ruedo y, una vez arrastrado el toro, se callan y guardan silencio.


Cartel de la 18ª de San Isidro

Natural de Roca Rey al sexto

Natural de Roca Rey al sexto

Pase de pecho de Roca Rey

Pase de pecho de Roca Rey

Remate de Manuel Escribano

Remate de Manuel Escribano

Chicuelina de Román

Chicuelina de Román

Román a portagayola

Román a portagayola

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