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29ª San Isidro: Los toros de Valdellán dieron oportunidades, caras de aprovechar

Los toros de Valdellán vendieron cara su casta, exigiendo mucho a los de luces que perdieron varias oportunidades para triunfar.

Doblado de Fernando Robleño

Doblado de Fernando Robleño

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Lo de la 29ª de San isidro iba por derroteros de escribir, como le gustaba hacer a Díaz Cañabate en su tribuna de ABC, de golondrinas sobre Las Ventas y costumbrismo madrileño. Podía hacer otro tanto sobre Casa Hortensia, José Luis y Adela. Pero, no. Si el primero de Valdellán fue un toro deslucido, justo de casta, lo “suficiente” para salir suelto y el segundo resultó ser un ejemplar complicado que no se entregaba, a partir del tercero cambió la tónica de la tarde.

Lo fácil tras las fabes con almejas sería poner a caldo a la terna, pero tampoco. No, no lo haré porque esta pieza va sobre tres toreros que se midieron con toros que, esfuerzo mediante, llevaban orejas en más o en menos para cortar, sumando el que más de los tres, según el escalafón de Mundotoro, un total de solo cuatro festejos en lo que va de temporada.

Fernando Robleño confirmó tener capacidad y poder

Así, Fernando Robleño con cuatro, puso ganas con el deslucido primero y dio la cara en el cuarto, con el que lo pasó mal, pues apenas dejaba reponer al de San Fernando de Henares. Un toro fiero, pegajoso, complicado. Un toro encastado que pedía el carné. ¿Podría haber sido de oreja? Sí, pues en Madrid se valoran mucho este tipo de toros y las faenas de porfía. Pero, a servidor, le fue suficiente con ver el esfuerzo que realizó Robleño.

El segundo fue para olvidar. No se entregó en ningún momento. Cierto que Ivan Vicente dudó, estuvo desconfiado. No estuvo a gusto y abrevió. Créanme que le entiendo.

Iván Vicente pudo tocar pelo con el quinto

Entiendo menos lo del quinto. Maltalhombro, -vaya nombrecito-, fue un toro exigente, de los de cara o cruz. Que humillaba y repetía. Aparentemente fácil, pero no. Que Iván debió apostar más firme, es cierto. Que el de Soto del Real no se acopló, me temo que también. De ahí la ovación para el toro y el silencio comprensivo para el torero. Ahora bien, ¿se le fue el toro? ¡Hombre, no! Entonces, ¿debió estar mejor? Pues creo que sí.

Christian Escribano falló a espadas una faena que pudo ser de oreja al tercero


El tercero, Carasucia, fue el toro más claro de la corrida. Pero, que nadie piense que fue fácil. La casta es lo que tiene. Con fijeza, recorrido, repetición y humillación, pero encastado hasta el punto de que no dejaba reponer al diestro. Christian Escribano estuvo hábil, perdía pasos buscando la colocación y cuando se le colaba resolvía bien improvisando en la cara del toro. Y todo esto no es fácil.

Se revolvía rápido el Valdellán. Ligero, sabía lo que había, quería coger. Buscaba las zapatillas, pero tenía recorrido siguiendo la muleta, lo cual le hacía más toreable. El tercero fue un toro de oreja, que bien pudiera haber cortado Escribano de haber mantenido el ritmo y la emoción que llegó a calar en los tendidos. Y lo que es peor, falló a espadas. Mal con los aceros, el balance de ovación al toro y ovación al torero lo dice todo.

Otra cuestión es lo ocurrido en el sexto. Tras la buena pelea en varas, -luego hablaremos de los subalternos-, Montañés llegó a la muleta dejándose, yendo y viniendo, con el defecto de que se frenaba al salir del muletazo. La voluntad de Escribano no fue suficiente para convencer a un público que ya estaba a favor de la corrida y no valoró el esfuerzo realizado por el torero.

Varios subalternos brillaron en los tercios de varas y banderillas

Como decía, mención aparte se merecen los subalternos. Es el caso de Adrián Navarrete de entre los de oro, por lo realizado en varas en el sexto, al que aguantó en su empuje, dando los pechos del caballo y señalando arriba.

De entre los de plata por cuanto Jesús Alonso destacó con los palos en el tercero y estuvo sensacional Raúl Cervantes en el sexto. Sin olvidar a José Chacón por la excelente brega al quinto.

La 29ª de San Isidro fue una corrida de toros- toros, por lo que es obligado valorar la voluntad, con más o menos aierto, de los toreros. A los de oro, porque si bien tuvieron toros y debieron sumar trofeos, no sería justo exigirles como a figuras del toreo. Y a los de plata, porque además de que hubo quienes destacaron, medirse con una corrida tan seria, tan astifina, y con esa brisa de por medio, es fácil verlo desde el tendido, pero mucho más complejo vérselas con ella en el ruedo.


29ª de San Isidro. Toros de Valdellán, bien presentados y con el común denominador de la casta. A destacar tercero, cuarto, quinto y sexto. Fernando Robleño: Palmas y Ovación. Iván Vicente: Silencio y Silencio. Christian Escribano. Ovación y Silencio.


Lo mejor:

El variado juego de los toros de Valdellán en los que estuvo presente la casta que puso en aprieto a los de luces.

Lo peor:

La pobre asistencia a una corrida que de antemano se sabía iba a ser de emociones.


Parte de enfermería de la Feria:


  • Román abandona la UCI.
  • Sebastián Ritter evoluciona favorablemente.



Cartel de la Corrida de la Beneficencia:

Iván Vicente con la diestra

Iván Vicente con la diestra

Verónicas de recibo de Iván Vicente

Verónicas de recibo de Iván Vicente

Escribano recibe así al tercero

Escribano recibe así al tercero

Christian Escribano al natural

Christian Escribano al natural

Fernando Robleño con la diestra

Fernando Robleño con la diestra

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