34ª San Isidro: Santiago Domecq y Pablo Aguado, titulares en la Prensa
La corrida de Santiago Domecq y el sevillano Pablo Aguado protagonizaron los mejores momentos de la Corrida de la Prensa.
En la última del ciclo se puso de nuevo el cartel de “No hay billetes”. No se quejarán los antitaurinos de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), -que los hay, y me consta-, cuyo antitaurinismo es más por desconocimiento que por animalismo. Cuando quieran se lo argumento.
Fue un éxito de asistencia por la presencia de Pablo Aguado en el cartel. Y fue un éxito en lo taurino por el excelente juego de la corrida de Santiago Domecq, cuyo apellido es como mentar la bicha entre algunos aficionados, y les crea prejuicios. Ninguno fue reprobado por su presentación y cinco de los seis fueron ovacionados en el arrastre.
El Fandi lo da todo, aunque ese todo no le guste a quienes se sienten puristas
No engaña a nadie. Da todo lo que puede y más si es preciso. Se maneja bien de capa, es capitán general con mando en tercio de banderillas y baja en la muleta. Se trata de David Fandila “El Fandi”. Lo quiere hacer todo bien y eso provoca que se acelere, como sucedió en el primero, al que llevó con la diestra de rodillas entre voces de recriminación. Qué horror si todos los toreros hicieran lo mismo y fueran iguales. El modelo Ureña está bien en Ureña. Y el modelo “Fandi” en David Fandila.
El Fandi, capitán general en el tercio de banderillas
Es una pena, lo sé, que cuando un toro lleva oreja para cortar, no se hagan méritos suficientes para desorejar, -es el caso del cuarto-, pero en todos los toros que hubo de lidiar, los tercios de banderillas justifican la presencia del granadino. Sus facultades físicas son un portento. No, no busco un atleta, sino un torero, pero con esas facultades y asomándose al balcón, los pares al cuarteo, de dentro a fuera, de la moviola, al violín y por los adentros hubieran arrancado ovaciones más cerradas, como así lo conseguía Esplá con bastantes más ventajas.
Ningún torero se merece la falta de respeto con la que se prodigan algunos
Por último, no sé si se le fue la oreja del sexto, porque tras empujar y derribar a Manuel Bernal, - ¡qué buen tercio de varas! -, y dejarse en los inicios de muleta, súbito se vino abajo. Lo que tengo claro es que no se puede faltar el respeto a quien está toreando con frases tan faltonas como “ponte a torear” a quien, desde luego, no estaba ¡friendo huevos!
Se le fueron dos, -o tal vez tres-, orejas a El Fandi y otras dos a López Simón. Alberto es un buen torero que no estuvo a la altura de lo que pienso de él. El de Barajas ha demostrado tener la técnica, capacidad y empaque como para triunfar en Las Ventas. ¿Ayer, por qué no?
López Simón pudo y debió estar a mejor, a la altura de sus dos toros, que desaprovechó
Ayer se le fue la del segundo porque su faena fue a menos. Bajó el nivel con la izquierda luego de gustarse con la diestra. Eso, sin valorar lo realizado con la espada, metisaca alevoso incluido.
En el quinto perdió el trofeo porque haciendo las cosas bien, a la faena le faltó el duende que otras tardes lleva dentro y ayer no sacó. Su concepto es artístico, no mecánico. Remataba el muletazo arriba, lo que hacía que fura deslucido, le faltaba seguridad, -tal vez, los dos sabemos por qué-, y así, no se puede transmitir.
Alberto se lo debe pensar. Tiene que recuperar su capacidad, su torería. La tiene. Es cuestión de que afloren de nuevo, lejos de presiones, de miedos y de preocupaciones. Lo cierto, es que ayer López Simón no fue el torero de Barajas de otras tardes y temporadas.
Pablo Aguado, si se mantiene, es llamado a ser figura del toreo
La tarde tenía un nombre propio sobre el papel: Pablo Aguado. Pablo es la novedad, -y eso siempre ayuda-, y la presión le pudo en los primeros compases. Me pareció verle tenso en las verónicas de recibo al tercero.
Pablo Aguado es herido al pasaportar al tercero
Fue en el quite por chicuelinas, justo al dar la media, cuando se sintió el sevillano. Desde ese momento se vino arriba. Arriba en una serie de tanteo por alto, bajo y un natural espléndido. Arriba en otra más con la diestra, y con la izquierda, y de nuevo con la diestra, y… El temple, ese bendito temple con el que le parió su madre. El pellizco de mano baja, de compostura vertical, de suavidad y de cadencia.
Faena de oreja malograda popr el mal uso de la espada
Tomó la espada de verdad y aún nos deleitó con varios naturales más de frente, -sin ligar, acertadamente, como bien recoge José Luis Ramón en su diccionario ilustrado de las suertes del toreo-, para a continuación montar la espada, entrar al volapié, encunarse y resultar volteado y herido, - ¡maldita sea! -, lo que le impediría tras ser intervenido en la enfermería, poder salir a lidiar su segundo.
Aguado dejó así el regusto de la esperanza, de la savia nueva poniendo el punto final a una Feria y demás festejos en los que unos cuantos dirán que no echaron de menos a los ausentes. Permítanme decir, que servidor sí ha echado de menos a Ponce, Talavante, Manzanares y Morante. No porque haya sobrado ninguno de los incluidos, sino porque ellos también suman y aportan variedad y calidad a un escalafón que debe reflexionar sobre la situación del mundo del toro, modernizarse, aceptar los nuevos tiempos, retar a la suerte del sorteo de ganaderías y mantener la liturgia del toreo. ¡No es incompatible!
34ª ciclo San Isidro – Corrida de la Prensa. Toros de Santiago Domecq, bien presentados, con posibilidades todos ellos. David Fandila “El Fandi”: Leves Pitos, Silencio y Silencio. López Simón: Leves Pitos y Silencio. Pablo Aguado: Ovación con Saludos.
Parte médico de Pablo Aguado: "Herida por asta de toro en 1/3 superior cara anterior muslo derecho con dos trayectorias, una hacia arriba y hacia fuera de 15 cm, y otra hacia atrás de 10 cm que lesiona músculos sartorio, rector anterior y cural. Erosión en región frontal. Es intervenido bajo anestesia general en la enfermería de la plaza de toros. Se traslada a la Clínica Fraternidad Muprespa Habana. Pronóstico grave que le impide continuar la lidia. Firmado por el Dr. Máximo García Leirado".
Lo mejor:
La esperanza de futuro y el regusto que dejó Pablo Aguado en los tendidos.
Lo peor:
Las voces a destiempo, tópicas, de quien vocifera sin saber para destacar y poner en evidencia que, lejos de lo que pretende, ni sabe de respetar, ni de toros. Lo uno va con lo otro.