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8M: No mezclemos churras con merinas

El Día de la Mujer no es un cajón de sastre que lo mismo sirve para un roto que para un descosido

8M: No mezclemos churras con merinas

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Ely del Valle

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Hay cosas importantes que de manera automática pasan a quedar en un segundo plano porque surgen otras que las eclipsan. Hoy volvemos a celebrar el Día de la Mujer, una fecha que sirve para reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres en derechos y en deberes y que, por lo tanto, debería ser de todos. Sin embargo, como ha sucedido en otras ocasiones por diferentes cuestiones, este año es la guerra en Ucrania la que irrumpe para desenfocar la esencia de esta jornada.

Nadie es ajeno a lo que está pasando a un puñado de miles de kilómetros de aquí, ni mujeres ni hombres. Ante la pregunta de si preferimos la paz a la guerra, ninguno, ni hombres ni mujeres de bien, que espero que seamos mayoría, queremos la guerra. Sin embargo de ahí a afirmar que “las feministas siempre han sido gente de paz”, como ha hecho la ministra Montero, hay un trecho.

De entrada, las generalizaciones nunca son buenas porque suponen aplicar una tabla rasa de virtudes y defectos que rara vez se atiene a la verdad y que nunca obedece a criterios objetivos. Las y los feministas, que son muchos aunque en este caso a la ministra se le haya olvidado la fórmula del artículo doble, son, como el resto de los humanos, seres pensantes y con libertad para hacerlo de la manera que crean conveniente. Atribuir al colectivo un pensamiento único sobre esta o cualquier otra causa, es aplicarle un concepto de igualdad un tanto sui generis.

Afirmar que “las feministas siempre han sido gente de paz”, como ha hecho la ministra Montero, es, además de un intento descarado de manipulación, una absoluta memez

Por otro lado, tampoco entiendo que haya mezclar conceptos. En este país todavía hay casos en los que en igualdad de condiciones, de talento y de experiencia se sigue optando por un hombre porque sí; la brecha salarial continúa estando ahí; la conciliación no deja de ser una quimera, y tenemos un problema con uno de cada cinco adolescentes que son los que creen que la violencia de género es un cuento chino y que los celos son una muestra inequívoca de amor del bueno. Creo que son razones suficientes para seguir reivindicándonos el 8 de marzo.

Esta guerra – ante las otras sesenta y dos que libran en distintas partes del planeta está visto que somos bastante más impermeables ­–, se merece toda nuestra repulsa, nuestras protestas y la solidaridad con el pueblo ucraniano, pero eso no significa que se le tenga que ceder el protagonismo del único día del año en el que se reivindican cuestiones importantes que afectan a nuestro modelo de sociedad como tal. Utilizar desde el ministerio de Igualdad el Día de la Mujer, de todas las mujeres, para convertirlo en un acto solapado de apoyo a la postura que mantiene el partido de la ministra sobre cuál debe de ser la respuesta del mundo ante la agresión rusa es, simplemente, una manipulación y además un gesto de menosprecio a quienes cada año esperan este día para salir a la calle a recordar a quienes tienen en su mano la posibilidad de solucionarlo eso que parece obvio pero que en muchos aspectos sigue siendo papel mojado.

@elydvalle

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