Cuidado con ir a renovarte el DNI o el pasaporte con una tarjeta de crédito
Hay días en que una descubre que a la policía no solo les faltan chalecos antibalas
Hay días en que una se levanta y se estampa el meñique del pie contra la pata de la cama. Si realmente fuéramos seres inteligentes, ese día nos volveríamos a meter entre las sábanas, pero no: hay quehaceres ineludibles a los que nuestro sentido de la responsabilidad ( ese invento del diablo) nos lleva de cabeza al abismo.
Llego a esta filosófica reflexión porque hace dos días, después de lo del meñique, me dirigí muy responsablemente hacia una comisaría de policía situada donde Cristo dio las tres voces y que era la única donde encontré cita hace dos meses para renovar el pasaporte antes de que me caducara el que todavía no me había hecho.
Primer problema: no llevaba foto. Sí, ya sé que es un error de primeriza o de mema total, pero el meñique me había descontrolado. Intento convencer al policía de turno de que, total, tampoco he cambiado tanto en los últimos diez años y de que se podría aprovechar la foto del caducado. El agente de la autoridad me mira, enarca las cejas y me indica amablemente una tienda ubicada a exactamente 527 metros del lugar de los hechos según el Wize. Es lo que tiene salir de casa sin rimmel. Del clásico Fotomatón de toda la vida a las puertas de las comisarías, ni hablamos.
Me doy el paseo, llego a una tienda a la que hay que entrar de perfil, porque no da para más y en cuanto le digo al dependiente lo que quiero, me da un empujón, caigo encima de un taburete sobre lienzo de pared blanco y sin dejarme que me atuse la coronilla me saca ocho fotos que parece que vengo de comprar droga en Las Barranquillas y con las que tendré que pasar todas las fronteras de mis próximos diez años, que espero que sean muchas.
Hasta para comprar el pan te admiten pagar con tarjeta
Vuelvo a la comisaría echando el hígado. Vuelvo a esperar mi turno. Me vuelve a tocar el mismo policía, que ya es mala suerte. Mira la foto y por un momento parece que duda entre seguir con los trámites o detenerme. Opta por lo primero y me hace rodar los índices por una maquinita – dos veces cada uno porque por lo visto no practico lo suficiente la rotación dactilar y hubo que repetir–. Imprime. Todo parece que va a salir bien pero no. Surge el segundo problema del día (el tercero si contamos lo de la pata de la cama): renovar el pasaporte cuesta 30 euros y, en plena era del Covid, del Bitcoin, del Bizum y de los cereales que adelgazan, las comisarías han quitado los Fotomatones pero no se han subido al carro de la Visa y ¡no se puede pagar con tarjeta!. Y aquí quería llegar.
Director de la Policía, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Estado, autoridades varias: ¿se puede vivir hoy en día sin tarjetas de crédito?. Sí, pero muy malamente. ¿Se puede obligar a pagar en metálico cundo no hay un maldito cajero a menos de 500 m? Ni idea, pero no es de recibo… y ahora que lo pienso… ¿se puede cobrar sin que te den un recibo por ello?. Tengo mis dudas. A cualquier otro nos diría Hacienda que estamos cobrando en negro. No digo con esto que las comisarías de policía estén cometiendo una infracción, Dios me libre, pero alguien debería pensar muy seriamente en colocar unos lectores de tarjetas, que los hay desde 17 euros, y prohibir, ya de paso, las patas de la cama sin cantos redondeados