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Cobre, un metal crítico para un mundo de bajas emisiones de CO2

En un mundo en el que la preocupación por la sostenibilidad mantiene una senda ascendente, las características del cobre hacen que sea uno de los metales más demandados por su conductividad.

Cobre

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Si bien el cobre ya es una parte integral del sistema de energía actual, la transición hacia un futuro de bajas emisiones de carbono hace precisa una mayor cantidad de este metal, pues las nuevas tecnologías renovables requieren más cobre que las precedentes. Esta es la opinión de los expertos en materias primas y la que deben tomar como referencia quienes hagan de las materias primas su inversión.

El cobre es bien conocido entre los expertos por su durabilidad, eficiencia y confianza, pero, sobre todo, porque es parte esencial en todas las aplicaciones de la electricidad.

No en vano, y esto es muy importante para quienes hacen del cobre su inversión, un reciente informe de la Unión Europea a través del European Copper Institute indica que una apropiada inversión en el metal naranja permitiría reducir las emisiones de carbono (CO2) de la Unión Europea en un 25% para 2050 frente a los niveles de 2011.

Las principales áreas en las que el cobre sería un factor clave serían la eficiencia en los motores, los cables, los transformadores, las tecnologías termales solares, la electrificación de procesos termales, la construcción de plantas para la gestión de la energía o los procesos industriales alimentados por energía eólica.

La importancia del cobre en una economía de bajas emisiones

La clave que explica la importancia del cobre en un mundo de bajas emisiones es su conductividad, tanto termal como eléctrica, muy superior a la de otros metales no preciosos.

Todas las aplicaciones de energía se sustentan en las características del cobre y se traducen en una elevada eficiencia y confianza. El European Copper Institute (ECI) afirma que añadir un kilogramo de cobre para impulsar la eficiencia de la energía tiene un retorno de entre 100 y 1.000 veces la vida del equipamiento. Por este motivo, se espera que la transición hacia un futuro de bajas emisiones eleve el papel ya esencial del cobre.

Por otro lado, no podemos olvidar que además de la elevada eficiencia y confianza que convierten al cobre en un metal clave para poder implementar las nuevas tecnologías de bajas emisiones, las aplicaciones de energías renovables, no importa su tamaño o tipo, requieren más cobre por megawatio de nueva capacidad frente a las energías derivadas de fuentes fósiles o nuclear en un factor que varía entre las dos y las seis veces.

Tecnologías de bajas emisiones y el cobre

Es cierto que las tecnologías que prevalecerán en una economía de bajas emisiones todavía son sólo especulación. Los expertos sí que aceptan que la energía solar, eólica y las tecnologías que mejoren el almacenamiento de energía son las que probablemente se encuentren en la primera página de los esfuerzos en renovables.

Y, lo importante para quienes hagan del metal naranja su inversión, es que todas estas tecnologías descansan con fuerza sobre el cobre.

Por ejemplo, los sistemas de energía fotovoltaica se apoyan en el cobre para recoger, almacenar y distribuir la energía solar. Comparado con la energía generada por combustibles fósiles, un estudio reivindica que las necesidades de cobre serían entre 11 y 40 veces más altas para los sistemas fotovoltaicos.

La revista Solar Industry señala que una planta solar bien diseñada podría necesitar alrededor de 9.000 libras (4.000 kilogramos) de cobre por megawatio en su máxima capacidad.

Si hablamos de la energía eólica, también el cobre es un componente crítico en las turbinas. Allí hay cobre en los cables o los sistemas que los protegen del impacto de los rayos.

Un estudio desarrollado por la Copper Development Association descubrió que las granjas solares examinadas requerían entre 5.600 y 14.900 libras (2.500 y 7.000 kilogramos) de cobre por megawatio, mientras que las granjas marinas requerían mucho más.

Almacenamiento de energía y vehículos eléctricos

Si hablamos de inversión en cobre, el almacenamiento de energía es uno de los grandes desarrollos que veremos en los próximos años de camino hacia ese futuro de bajas emisiones donde una conexión eléctrica ha de ser sostenible y de confianza.

El almacenamiento de energía cubre una serie de tecnologías, muchas de ellas todavía en desarrollo y otras nuevas que todavía han de surgir. Con tal papel en todos los componentes de la producción de energía y su almacenamiento posterior, el cobre se espera que juege un papel significativo en las aplicaciones de almacenamiento, aunque este papel pueda varia mucho entre las distintas tecnologías en desarrollo.

Y no podemos olvidarnos de la nueva realidad que suponen los vehículos eléctricos. De nuevo, el cobre es un elemento clave en esos nuevos vehículos, pues se lo utiliza en muchas de los componentes, incluyendo las baterías o los rotores. Si bien los vehículos eléctricos no entran dentro de la categoría de producción de energía, sí se considera que los vehículos eléctricos serán una pieza crítica en el futuro de bajas emisiones.

Otro estudio reciente que revisó el posible impacto de la demanda de cobre procedente del impulso de los vehículos eléctricos indicó que -una estimación de 27 millones de vehículos eléctricos en el mercado para 2027- elevaría la demanda de cobre hasta los 1,74 millones de toneladas, al alza desde las 185.000 de 2017.

El problema de responder a la nueva demanda de cobre

No cabe duda de que la demanda de cobre va a subir los próximos años, lo que explica el interés del cobre como inversión, lo que ya no está tan claro es cómo se va a responder a ella con una producción que no crece.

Así, expandir los recursos de cobre es esencial. Hoy en día, la mayor parte de los recursos de cobre del mundo han sido explotados. El mundo mira hacia Ecuador como una nueva fuente puesto que sus recursos potenciales todavía no han sido comprobados. Hoy en día hay muchas compañías de exploración buscando cobre y oro en Ecuador de calidad.

Rodrigo Izurieta, el presidente de la Cámara Minera de Ecuador explicó en una entrevista a Bloomberg que Ecuador era una de las últimas fronteras de la minería en el mundo, pero que estaba infra explorada y sin desarrollar, por lo que existía una gran ventana de oportunidad.

No en vano, el gigante británico de la minería, BHP Billiton, ha abierto recientemente una oficina en Ecuador para facilitar esos esfuerzos en materias de exploración, donde ya trabajan otras firmas como Hancock Prospecting Pty, Fortescue Metals Ltd., and Newcrest Mining Ltd.

Mejorar la extracción del cobre

Como ha pasado con otros metales o materias primas previamente, las nuevas tecnologías han buscado la maximización de la extracción porque es un factor crítico en alcanzar las metas de un futuro de bajas emisiones.

La fundición es el primer método para la preparación del cobre, pero recientes tecnologías como la denominada electrowinning (electrodeposición) han abierto nuevas oportunidades en el procesado eficiente del cobre.

Se trata de procesos que han tenido éxito en vetas de óxido y sulfuros donde el método de la fundición no resultaba rentable. En concreto, es un novedoso proceso basado en principios electroquímicos que permite obtener cobre de hasta un 99,7% de pureza donde antes no se obtenía nada (óxidos de cobre).

En conclusión, el futuro de un mundo de bajas emisiones de CO2 pasa por el cobre sí o sí. Por lo tanto, el cobre es una buena inversión a medio y largo plazo, tal y como demuestran los esfuerzos que se están realizando para mejorar su extracción eficiente y la búsqueda de nuevas fuentes en otros países.