...Y Pedro dijo que sí a desmontar nuestro Estado de derecho
Defender la amnistía es pasarse por el forro el artículo de la Constitución que garantiza la igualdad entre españoles
Parece increíble, pero a fuerza de dar la matraca con Pedro Sánchez y la amnistía, hemos conseguido normalizarla. Llevamos semanas dándola por hecha; bromeamos sobre ella y, como cualquier noticia que se repite durante meses, hemos terminado por incorporarla al paisaje como algo que va a suceder y no hay más que hablar.
Decía Goebbels que«una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Es cierto, pero no lo es menos que lo que en principio nos parece una atrocidad fuera de toda duda, cuando se repite mil veces, se normaliza y deja de captar nuestra atención anestesiándonos ante una realidad anómala y muy peligrosa.
Amnistiar a Puigdemont es dejar con el culo al aire al Rey y una inmensa carcajada en la cara de todos, de los que no dieron su voto al PSOE y de los que sí le votaron sin saber hasta que punto Pedro lleva grabado a fuego aquel “Un sí por el cambio” que fue el eslogan de su primera campaña electoral en 2016.
Ha pasado más de un mes desde que se le encargó formar gobierno y en lo único que se ha avanzado es en el volumen de peticiones de sus futuros socios de gobierno que ya están en “lo mío es mío y la mitad de los demás, también” con condonaciones de deuda, referéndum de independencia, devolución de las fianzas que pagaron los condenados por el Proces y hasta en la exigencia de que la amnistía reconozca que no hubo delito, lo cual en sí mismo es un sandez porque no puede haber amnistía sin delito previo.
Asistimos de nuevo a una parodia de la película “Bienvenido Míster Marshall”, aunque en este caso, los “vecinos” no piden una máquina de coser o un abrigo sino una bajada de pantalones colectiva a la que Sánchez acaba de dar su beneplácito, ya con todas las palabras, en la reunión del Comité Federal del PSOE rebajado los pilares de nuestro estado de derecho a la categoría de asfalto, de felpudo, de pelele al que cualquiera puede hacer bailar en paños menores por un puñado de votos. Y lo ha hecho, pásmense del cinismo, “por el interés de España y en defensa de la convivencia entre españoles”. Pero por si acaso no se arriesga a celebrar una consulta como sí hizo Felipe González cuando cambió de opinión sobre la OTAN, no vaya a ser que de verdad haya una mayoría en contra y se le derrumbe el chiringuito.
Sánchez dice sí a la amnistía rebajado los pilares de nuestro Estado de derecho a la categoría de pelele al que cualquiera puede hacer bailar en paños menores por un puñado de votos
No hay tirano que no sea capaz de justificar lo injustificable con tal de no tener que hacer mudanza, ni aspirante a quedarse eternamente a los mandos que no se deje la piel con tal de convertir el miedo que él siente a perder en un temor colectivo .
Puigdemont volverá a España coronado de laureles y los demás seguiremos pagándole la fiesta sin querer enterarnos de que abrir esa vía de agua desmonta el principal artículo de nuestra Constitución, el que habla de la igualdad entre todos los españoles, y nos convierte a todos en rehenes de un fugado de la Justicia y de un presidente capaz de vender su país por un plato de lentejas siempre y cuando se lo sirvan en La Moncloa.