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¿Ir a la playa cuando hace frío? Cuatro planes para hacer en Cabo de Gata

Este parque natural, situado en el levante almeriense, es un paraíso del que poder disfrutar en cualquier época del año, con sus paisajes áridos y volcánicos y pueblos blanco de pescadores.

Playa de Mónsul, en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar.

Publicado por
Rocío Díaz

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Cada año, muchos españoles nos enfrentamos al mismo dilema: ¿qué hacemos en el puente de diciembre? El famoso puente de la Constitución o de la Inmaculada nos ofrece la oportunidad perfecta para salir de casa y cambiar de aires, dejando de lado la rutina. Los días libres hay que disfrutarlos al máximo y más cuando un puente como este nos da tiempo suficiente para buscar alguna escapada internacional o, incluso, nacional, para quienes quieran conocer más España.

Con el otoño ya bien avanzado, con temperaturas rozando lo invernal, y la Navidad a la vuelta de la esquina, las opciones son variadas y tentadoras. Pero, ¿por qué no ir a la playa en pleno mes de diciembre? Aunque parezca una opción alocada, el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, en la costa de Almería, tiene una temperatura media de 15º, con una mínima de 10º, en esta época del año, haciendo que la visita sea agradable, mientras que se disfruta de sus paisajes áridos y volcánicos, así como de sus pueblos blancos de pescadores.

A lo largo de más de 70 kilómetros de costa, en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, o 'El Cabo', como lo llama los almerienses, se ubican algunas de las mejores playas y calas de Almería. Y es que, Cabo de Gata no cierra en invierno, aunque hay que reconocer que es el destino paradisíaco por excelencia en verano. Pero si no sabes qué hacer, o te da miedo perderte en la inmensidad del parque, donde sus playas no estarán abarrotadas ni habrá problemas para acceder a ciertas zonas en coche, aquí te dejamos algunas ideas:

1. Recorre el parque

Una de las mejores actividades que puedes hacer en el parque es conocerlo. Da igual si vas solo, con tus amigos, en familia o con tu pareja. Y para conocer un lugar, lo mejor es recorrerlo, ya sea andando, en bicicleta o a caballo. Si tu opción es 'darle a la pata', el Cabo de Gata está atravesado por una red de senderos que permiten recorrértelo entero a pie. Las altas temperaturas del verano, y las escasas sombras, hacen que el invierno, con las suaves temperaturas y las escasas precipitaciones, sea la temporada perfecta para hacer senderismo en la zona. Se puede rodear el parque por la costa, recorrer un tramo en una excursión circular de un día, hacer un itinerario de varios días pernoctando en distintos puntos o escoger una ruta temática para hacer con guía o por tu cuenta, disfrutando de las vistas que ofrece el Faro, con El Arrecife de Las Sirenas a sus pies o la carretera de las Salinas, con su popular ermita.

Ermita de las Salinas, en Cabo de Gata.

Si por el contrario, lo tuyo es la bicicleta, esta es otra de las opciones más demandadas por quienes deciden hacer excursiones por El Cabo. De nuevo, las condiciones climatológicas del invierno almeriense proporcionan la oportunidad de practicar ciclismo en distintas pistas de tierra de la zona. Además, hay opciones para todos los niveles, desde una excursión de dos horas desde Retamar-El Toyo (a las puertas del Parque) hasta Cabo de Gata pueblo, hasta salidas que recorren prácticamente todo el parque en un sólo día. Y si te gusta sentir la naturaleza en todo su esplendor, una excursión a caballo es la mejor opción.

2. Turismo de interior: el corazón del Cabo

Cabo de Gata cuenta con numerosos pueblos que conforman la esencia de esta zona del levante almeriense. La Isleta del Moro, Agua Amarga, San José, Las Negras o Rodalquilar son algunas de las localidades que en verano están abarrotadas, pero que en los meses de frío siguen manteniendo su encanto. Más si cabe. Pero, sin duda, Níjar es el principal destino de interior del parque, con su fisionomía árabe y su rica artesanía, donde destacan las jarapas, el esparto y la cerámica. Sin embargo hay otros muchas barriadas interesantes como El Pozo de los Frailes con sus cortijos de estilo mediterráneo y su noria de agua restaurada o Fernán Pérez, con su noria, sus aljibes, su acueducto, su molino de viento y con el literario Cortijo del Fraile donde tuvo lugar el 'Crimen de Níjar' que sirvió de inspiración a Federico García Lorca para su obra 'Bodas de sangre'.

La Isleta del Moro, en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar.

3. Turismo gastronómico: del plato a tu barriga

Si lo tuyo son los viajes gastronómicos, la cocina almeriense, la del Parque Natural, cuenta en su recetario con numerosos platos abundantes, lejos de considerarse ligeros y que no suelen estar presentes en las mesas de los turistas veraniegos. Sin embargo, las temperaturas suaves de la época, se abre un amplio mundo de posibilidades para aquellos amantes de la cocina tradicional y 'del cuchareo'. Gurullos con jibia, garbanzos con bacalao, cazuela de fideos, arroz caldúo, cuajadera de pescado, migas, carne al ajillo, berza… Uno de los platos emblemáticos de Almería y que tiene su origen en el campo Níjar es, precisamente, la carne al ajillo. El aliño de esta carne de cerdo tiene mucho arraigo en la zona y tiene una clara influencia moruna que se aprecia en el uso de almendras y variedad de especias.

4. Deportes acuáticos

No, nos hemos vuelto locos. Y es que, aunque no apetezca meterse en el mar, el agua está un poco más fría que en verano (unos 15º, 16º de media) y hay olas, viento y fondos marinos para disfrutar. Y, los más importante, mucha menos gente, lo que hace que se puedan practicar deportes acuáticos con más tranquilidad. El kayak o padle surf, permiten recorrer la costa del parque y disfrutar de una panorámica distinta a la que se ve desde la tierra, con las caprichosas formas que adquieren las rocas de origen volcánico en los numerosos acantilados, las cuevas y los ricos fondos marinos del parque. Eso sí, aunque se cuente con un clima agradable, es recomendable contar con un neopreno adecuado y escoger un día soleado y sin viento.

Por otro lado, las aguas del Cabo permite hacer submarinismo en invierno, con un agua que no está mucho más fría que en verano, sin corrientes, con una excelente visibilidad y con muchísima biodiversidad. Además, al haber menor número de turistas y actividades acuáticas, la vida se acerca más a la costa y es más fácil encontrar bancos de espetones, castañuelas, doradas, entre otros, muy cerca de la orilla. Eso sí, se recomienda utilizar un neopreno adecuado para estas inmersiones. Algunas de las mejores zonas son la cala de los Escullos, La Isleta del Moro, La Piedra de los Meros o El Vapor.