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23ª San Isidro. Victorinos muy exigentes para lidiadores de antaño

La Corrida de la Prensa lució, con la presencia del Rey, una victorinada de las de antaño, que exigían más lidia de poder que toreo moderno. Victorino nos recordó que así es también el toro.

23ª San Isidro. Victorinos muy exigentes para lidiadores de antaño

Publicado por
Miguel Ángel Moncholi

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En la tarde del 5 de junio se verificó la tradicional Corrida de la Prensa, con la presencia del Jefe del Estado, Su Majestad el Rey Don Felipe VI, acompañado por la Excma. Sra. Doña Isabel Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y demás autoridades civiles y militares.

El Rey presidió la Corrida de la Prensa (Foto: Alfredo Arévalo - Plaza 1)

Así comenzaría la crónica de la vigésimo tercera de San Isidro en los años sesenta. La corrida de Victorino trajo recuerdos de los años 60, cuando antaño comenzaba su andadura el hierro de Galapagar, solo que con otras hechuras. La de ayer con más cara, con más tipo, con más presencia que hogaño.

La corrida de Victorino ¿fue buena o mala?

¿Fue buena la victorinada? Pues, según se mire. Si se valora con los gustos del toreo moderno, no. Si se analiza con la perspectiva de la historia, nos recordó la casta, la fiereza, las complicaciones y los peligros que tanto cantó Alfonso Navalón en aquellos años en los que el paleto de Galapagar descubrió el toro encastado.

Si se analiza con la perspectiva de la historia, nos recordó la casta, la fiereza, las complicaciones y los peligros de antaño

La corrida de Victorino, de presencia impecable, bellos pelajes y razonable romana, fue una corrida dura, exigente, no para torear, sino primero para lidiar y solo una vez podidos hacer el toreo moderno del pase natural, de izquierda o derecha, tan al gusto de hoy día.

Un Victorino humillando para querer hacer presa (Foto: Alfredo Arévalo - Plaza 1)

Y esa fue precisamente la clave. La corrida no se lidió bien, se picó fatal, sobraron capotazos, pasadas en falso, con lo que se provocaba que los albaserrada aprendieran como alumnos aventajados de aquellos mismos años sesenta. La corrida hubiera lucido en otras manos. Las de Andrés Vázquez, Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá, o más recientemente, Manuel Escribano.

Paco Ureña da la única vuelta al ruedo de la tarde

En el mano a mano, Paco Ureña dio la única vuelta al ruedo en el tercero. Lo hizo tras lidiar y torear al que más se dejó. Más de uno diría que con el más toreable del encierro. Y no le faltaría la razón. Se dejó enganchar Ureña en la brega de recibo. Nada peor para enseñar malos modales a un Victorino.

Derechazo de Ureña (Foto: Alfredo Arévalo - Plaza 1)

Un toro agarrado al piso, algo soso, manejable, pero con el que no se podía equivocar el de Lorca, quien obtuvo buenos muletazos a izquierda y derecha, bajo la emoción de los rebañones y pese a la cara alta con la que embestía Japonés. Con algo más de distancia, tal vez hubiera ido mejor la lidia de ese toro. Una entera, rodado sin puntilla, animó al respetable a pedir un trofeo que, en su caso, le permitió dar la vuelta al ruedo.

Embestida de un Victorino embebido en la muleta (Foto: Alfredo Arévalo - Plaza 1)

Ureña lo intentó con los otros dos

Con el primero que desarrolló peligro y rebañaba al más puro estilo victorino, lo probó por ambos pitones y al ver que no había faena artística posible, despachó con poco acierto.

El quinto se movió más, pero desarrolló las mismas mañas. Mal picado, tapando la salida, sin poner en suerte y en corto, nos hurtaron el tercio de varas. Humillando, pero con aviesas intenciones, tal vez si se hubiera bajado la mano, se hubiera podido obtener otra embestida. Pese al horror con los aceros, escuchó un respetuoso silencio.

Susto de Paco Ureña (Foto: Alfredo Arévalo - Plaza 1)

Borja Jiménez se ganó el respeto del público

El respeto con los toreros fue la tónica general. Con este tipo de corridas es lo mínimo que el público y aficionados pueden hacer. Un respeto en forma de ovación recibió Borja Jiménez en el segundo, al que recibió por verónicas, atrevida decisión con un victorino que caló en los tendidos. Es posible que se quedara sin picar, lo que provocó que llegara rebañón a la muleta. Tomaba bien el primero y en los siguientes ya sabía Garañuelo lo que se quedaba detrás. Este tipo de toro aprende enseguida.

Media verónica de recibo de Borja Jiménez (Foto: Alfredo Arévalo - Plaza 1)

Por eso, tuvo mucho mérito las series cortas que administró Borja, por ambos pitones, aguantando las tarascadas, que dominaba a base de toques fuertes, mandones, en una faena en la que se vio finalmente desbordado, pero con la satisfacción de haberse medido con un Victorino al que despachó casi entera tras la ovación al toro en el arrastre.

Derechazo de Borja Jiménez (Foto: Alfredo Arévalo - Plaza 1)

A un victorino solo se le puede por abajo

El cuarto, bien bregado con el capote abajo, mal picado, pues se le tapó la salida, llegó complicado como sus hermanos a la muleta. Engaño del que hizo uso Borja Jiménez rematando arriba preocupado por su justeza de fuerzas. Mal, la lidia a un victorino es siempre por abajo, por donde se le puede de verdad, en una faena que alargó innecesariamente.

Borja, con la muleta baja (Foto: Alfredo Arévalo - Plaza 1)

No fueron mejores las condiciones del sexto. Tampoco lo fue el tercio de varas, se le pegó y tapó sin necesidad. Fiero en banderillas, Borja lo intentó rematando arriba, cuando él sabe perfectamente que a este tipo de toros no se le debe levantar la mano, sino poderle por bajo. Desbordado, procedió con buen criterio al macheteo y poner tras media y entera defectuosa poner fin a una tarde con características de los años sesenta del siglo pasado, en la que una lidia mejor hubiera dado otros resultados.

Muleteo por bajo de Borja Jiménez (Foto: Alfredo Arévalo - Plaza 1)

No, definitivamente no. La corrida de Victorino no fue buena... para el torero, pero sí para el ganadero, si nos atenemos a la presencia de la casta que, aunque mala, tuvo a raudales. Y eso, es esencial también en una corrida de toros. En cualquier caso, mi máximo respeto a Paco Ureña y Borja Jiménez, que dieron la cara, lo cual no es poco y se agradece.

Reseña

Plaza de Las Ventas. 23ª Feria de San Isidro - Corrida de la Prensa. Se puso el cartel de NHB.

El festejo contó con la asistencia del Rey Felipe VI, acompañado de Isabel García Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y de María Rey, presidenta de la APM.

Toros de Victorino Martín Andrés, muy serios y bien presentados. Duros, encastados y en general con peligro.

Paco Ureña. Silencio, Vuelta y Silencio

Borja Jiménez. Ovación, Silencio y Silencio.

Cuadrillas

No estuvieron a la altura de las circunstancias, destacando en la brega de Agustín de Espartinas, Juan Sierra, Curro Vivas y José Luis Barrero.

Y en banderillas, Agustín de Espartinas y Juan Sierra.

Tapando la salida (Foto: Alfredo Arévalo - Plaza 1)

Premio Oreja de Oro de la APM

Al término del festejo se hizo entrega del premio "Oreja de Oro" por su destacada faena al tercero de la tarde, al diestro Paco Ureña, que le permitió dar una vuelta al ruedo.

El premio lo recibe por segundo año consecutivo.

El jurado del premio inmemoriam en recuerdo de Francisco Rivera "Paquirri", estuvo presidido por el también matador de toros, su hijo Francisco Rivera Ordóñez.

Detalles

El ganadero Victorino Martín, preocupado por la responsabilidad (arriba) y los diestros (abajo) Paco Ureña y Borja Jiménez, solos ante el peligro.

Cartel de Hoy

Plaza de Las Ventas. 24ª Feria de San Isidro. Día 6 de junio, 19 horas.

Toros de Adolfo Martín Andrés para Antonio Ferrera, Manuel Escribano y José Garrido

Los Toros son Cultura