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Y ya vamos a por la tercera Feria Gastronómica

Alicante Gastronómica nació como una idea a imagen y semejanza de Lo Mejor de la Gastronómica, en San Sebastián y de la mano de Rafael García Santos, con segunda residencia en el Vinalopó

Pedro Nuño de la Rosa, crítico gastronómico

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Pedro Nuño de la Rosa

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El año pasado se suspendió Alicante Gastronómica por mor del maldito virus que entonces arrasaba vidas, atestaba urgencias y camas, además del pánico colectivo con la hostelería cerrada, y un enmascaramiento distanciamiento social que hacían imposible compartir barras, mesas y manteles.

El próximo viernes IFA abrirá sus puertas, y sus dos muestrarios principales para inaugurar la tercera edición de Alicante Gastronómica, que por fin se podrá realizar a pesar de las reticencias que puso en principio la Conselleria de Sanidad arguyendo el peligro, todavía latente, que pudiera suponer en este tipo de reuniones multitudinarias el covid 19, dado que la Comunidad Valenciana mantiene actualmente unos niveles de control del virus situado entre los mejores Autonomías del Estado español.

Alicante Gastronómica nació como una idea a imagen y semejanza de Lo Mejor de la Gastronómica, en San Sebastián y de la mano de su mentor Rafael García Santos, quien, por suerte para nosotros, tenía su segunda residencia en el Medio Vinalopó. Obviamente y cuando se propuso una primera edición en IFA, el recinto ferial entre Elche y Alicante, nunca se pensó en las magnitudes vascas (tampoco en las catalanas de Alimentaria), o de, pongamos por caso un Madrid Fusión, todas ellas trufadas de mayores posibilidades de internacionalización con la actuación de los mejores cocineros del mundo, y espacios expositivos múltiples, polivalentes y simultáneos de las mayores potencias alimentarias y alimenticias, además de los siempre vistosos y entretenidos Show cooking (en castellano: preparación de platos ante el público).

Este año se homenajeará al inolvidable turronero Enrique Garrigós, con su voz ronca y siempre decidida publicitación de los dos productos más queridos de su tierra jijonenca: el helado y el turrón, compendiados en uno solo, o el ascenso del primero como otro componente más de la alta cocina en simbiosis. Hoy la pasta de turrón se encuentra en los restaurantes más preciados y en sus variantes más imaginativas a la hora de conjuntar sabores aparentemente antitéticos, por no hablar del enorme abanico en postres que contienen el milagro de la marcona y de la miel.

Varó supo darle a la cocina francesa un giro absolutamente español, mediterráneo y único, colocando a su restaurante entre los 10 mejores del país

En IFA se intentará superar a San Sebastián cuando nuestros artesanos llevaron a cabo en el Kursaal la mayor barra de turrón del mundo corroborada por la mismísima Guinness World Records. Esperemos que no se repitan actos de incivismo como en Donosti, cuando la gente arrancaba a puñetazos porciones de turrón duro haciéndose sangre en las manos para después de atiborrar bolsas de tamaño considerable, arrojar por el puente la mayor parte del contenido acopiado salvajemente. Garrigós me miraba atónito y avergonzado ante aquel espectáculo.

Otro de los homenajeados será el inolvidable José Manuel Varó. No me atrevería a especificar si la primera estrella Michelin en la provincia de Alicante la obtuvo él en el siempre añorado ‘El Delfín’ de Miguel Martínez, ubicado en la capitalina Explanada, o Heinz Orth en aquel no menos mítico chalecito El Girasol de Moraira; pero, y, en cualquier caso, Varó es el padre de la novísima cocina alicantina por su natural talento y porque su patrón supo mandarlo a Francia y Suiza para pulir a aquel artista cachorro genial para los fogones, cocinas donde entonces mandaban mundialmente los Bocuse, Guérard, Troisgros, etc. Varó supo darle a la cocina francesa un giro absolutamente español, mediterráneo y único, colocando a su restaurante entre los 10 mejores del país, en la nómina propuesta por los mejores críticos, revistas especializadas y secciones gastronómicas de los principales rotativos. Es decir, puso a Alicante en el mapa del buen comer.

Completa el trío de ases hosteleros el gran Lucio Blázquez, simplemente "Lucio" para todo el mundo, y sobre todo para los alicantinos que comparten con el mago de los huevos rotos, gran parte del año cuando se viene a relajar después de defender a sus casi 90 años y en su "Casa Lucio" la cocina barroca castellana, y la dignidad de las tabernas como madres españolas de los restaurantes franceses.

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