OPINION
Y la consellera Núñez tomó el control de la palabra
La oposición del PSPV y Compromís cayó en la trampa. No se fijó en el giro. Quiso escuchar lo que esperaba escuchar, no lo que dijo Núñez, y acudió a la fiscalía por algo que no dijo.
En el debate político, la peor plaga es la del secuestro de la palabra. Muchas formas revisten el fenómeno: plagio, ostracismo, suplantación…Tantas formas como estrategias de “secar” al adversario en el debate. La peor, desde dentro de la propia formación política. Como el plagio de José María Llanos en su posición actual sobre la violencia contra la mujer en su entrevista del pasado martes en Valencia Plaza. Son los argumentos que introdujo la consellera Núñez en el debate sobre la cuestión el pasado otoño, cuando le acusaban de negacionista de esa violencia machista y de eliminar las oficinas de atención a las mujeres que sufrían esa violencia. Atrás quedaban las declaraciones machistas de José María Llanos hace un año que le costó formar parte del Consell de Carlos Mazón.
El giro en materia de violencia sobre la mujer en el debate político paró frontalmente el “mantra” de la diputada Andújar, la exmilitante de UPyD, ahora en las filas del PSPV. Lo plasmó Núñez en un artículo en enero en Las Provincias “No todas las feministas somos neomarxistas”, y Núñez cayó en un largo y prolongado ostracismo fomentado quizá desde Vox. Otra manera de secuestrar la palabra.
Los medios nos hemos querido acercar a ella. Era la novedad intelectual en la mediocridad en que se ha encharcado las Cortes Valencianas. Entrevistarla. Invitarla a debates. Pero la respuesta era el silencio. En las redes hacían aparición otros cargos de la Conselleria que poco tenían que decir ni aportar, sino repetir argumentarios redactados en Madrid. Eran emitidas notas de prensa donde en las redacciones sabíamos que eran puestas en boca de Núñez cosas que no había dicho. Y que no publicábamos. Otra forma de secuestrar la palabra: la usurpación de personalidad y la filtración interesada.
Reprimenda
Este jueves en la sesión de Control en las Cortes Valencianas hemos visto la recuperación de la palabra por la consellera Núñez. Elevando el nivel del debate en las respuestas-rebote. La cuestión venía del lunes pasado. El aparato central de Vox en Valencia trató de fijar su posición respecto al asesinato de Gata de Gorgos, con el mismo argumento de la diputada Pepa Millán o el diputado Ignacio Garriga, en el Congreso de España o en el Parlament de Cataluña, respectivamente. Ambos relacionaron el origen étnico de la inmigración ilegal con un delito. Por el contrario, la consellera Núñez puso el acento en la integración de personas de terceros países, y no hacia las políticas de inmigración y de seguridad ciudadana que son competencia del Estado.
La oposición del PSPV y Compromis cayó en la trampa. No se fijó en el giro. Quiso escuchar lo que esperaba escuchar, no lo que dijo Núñez, y acudió a la Fiscalía por algo que no dijo. Algo que si dijo, en cambio, el diputado Ignacio Garriga que mereció una reprimenda del presidente Turull en el Parlamento de Cataluña. Pero Garriga está aforado y Núñez no. Unas palabras que a la oposición de izquierdas les hubiera gustado que Núñez dijera, pero que no dijo.
La consellera Núñez ha recuperado la palabra. En su respuesta a la diputada Andújar y al diputado Pla, habló de modelos de integración de nacionales de terceros países en las sociedades de acogida, no de la relación origen étnico- delito que esperaban los dos que dijera. Habló de la controversia que introdujo hace años Giovanni Sartori, donde el modelo multicultural conducía al Londostan británico, los guetos daneses y holandeses, y a la Revolté des Banlieues francesas ahondada por el modelo asimilacionista francés.
Un debate enmarcado en los errores de importar ese modelo, multicultural, cuando en la Comunidad Valenciana se optó por un modelo alternativo, intercultural, con la Ley de integración de personas inmigrantes y extranjeras de diciembre de 2008 según las recomendaciones del Consejo de ministros de Interior de la Unión Europea.
Una ley y un modelo que el Botànic no derogó, sino que lo mantuvo durante ocho años. Esperemos que esa recuperación de la palabra intelectualmente fundada, que para alguna puede desafiar argumentarios, no le conduzca a un nuevo ostracismo.