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Manuel Avilés

Ex funcionario del Cuerpo Especial de Instituciones Penitenciarias

El orgullo de la rubia del Jaguar. He acertado

Ahora equiparan estar huido de la Justicia con estar hospitalizado para poder votar a distancia

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No me gusta ir de profeta, pero acierto con bastante frecuencia. En la película Viridiana, de Luis Buñuel, había una frase antológica. El gran actor murciano, de Ramonete exactamente, no de Águilas ni de Mazarrón, de Ramonete, donde sus primos Víctor y Damián Rabal crían los mejores tomates del universo. Bueno voy a centrarme, que parezco Matías Prats cuando transmitía una corrida de toros y citaba hasta al sacristán, Modisto Parguela, que ejercía en el chollo cuando se bautizó el mozo de espadas y la abuela del banderillero, Rigoberta Pandillera, ejercía de madrina.

No me gusta ser profeta, pero en la película Viridiana, Paco Rabal le dice a la protagonista en un momento determinado: Yo sabía que acabaríamos jugando al tute. La destinataria de la profecía era una actriz espectacular, la mejicana Silvia Pinal, un bellezón de la época y ahora con 93 años, una abuelita venerable. El pibonazo de entonces se resistía al buitre Rabal y de ahí la profecía: acabaremos jugando al tute. Lo mismo me va a pasar a mí con la rubia del Jaguar, aunque aún no quiera hablar de ella sino de temas más rastreros en el pleno sentido de la expresión. Luego os contaré. La rubia, sigue viva y coleando y no se presenta a miss universo porque no quiere dejar en ridículo a todas las otras.

He acertado, una vez más en mi última profecía política, como acertaré en jugar al tute con el pibon foraneo. Rubia del jaguar le dicen.

Los socialistas catalanes han pactado con los esquerras - Junqueras, Rufianes y compañía- y con los puigdemones - Rull, Turull y demás compañeros golpistas- que se van a admitir los votos a distancia, telemáticos, por ordenador, por teléfono o por señales de humo como los indios. ¿Se puede decir indio o también se sale del lenguaje políticamente correcto? Aquí hay que cogérsela con papel de fumar, que dices moro, gordo, cojo, gangoso - como el obispo de Alicante que no fue a clase el día que explicaban los profetas- sacristán chivato o sordo, y te ponen la etiqueta del delito de odio echando leches y acabas en comisaría comiendo bocadillos de mortadela un fin de semana entero hasta que comparezcas en el Juzgado de Instrucción.

En la legislatura anterior los socialistas llevaron al Constitucional que los fugados no pudieran votar desde la distancia – Lluis Puig, fugado en Bruselas. Hoy cambian de chaqueta porque necesitan a los fugados para seguir en el sillón. El derecho es una filfa, un cachondeo, una verdad de quita y pon como los dogmas eclesiales: antes había infierno con demonios y aceite hirviendo, ahora no. Antes era pecado hacerse pajas, ahora es una actividad de descubrimiento del propio cuerpo y esencial el equilibrio emocional y evitar el cáncer de próstata. Antes había purgatorio e indulgencias y ahora lo quitamos porque la clientela se nos fuga. Los mariquitas no pueden casarse – con el mogollón que tenían ellos en sus filas- y, si se casan no pueden recibir los sacramentos y ahora les hacemos la ola si entran al trapo eclesial. La seguridad jurídica es un despelote. Ahora equiparan estar huido de la Justicia con estar hospitalizado para poder votar con votar a distancia. ¡Tiene cojones el asunto!

¿Qué quiere decir eso? Lo que llevo diciendo años y más años. El derecho solo es el conjunto de normas interesadas que imponen los que tienen el poder - ahora socialistas más esquerras, más puigdemones. Luego vendrán otros y harán lo mismo- para seguir disfrutando de ese poder que ansían y en el que se encuentran tan a gusto.

Ya avisé - más profecías por idéntico precio- de que Sánchez dejaría caer a Illa si Puigdemont le exigía, como está haciendo a diario, la presidencia de Cataluña. La cosa está clara: compañero, tienes que sacrificarte por el partido. La política es un todo y cada uno tiene que jugar el papel que le ha tocado. Hasta Kubati – asesino múltiple y ahora líder de Sortu, lo decía: a unos les ha tocado estar en las herriko tabernas tomando chiquitos y a otros nos ha tocado tragarnos años de cárcel. Este tío sería un asesino profesional, pero era inteligente y cultivado. Sabía que en política “nunca jamás” quiere decir que no en los próximos diez minutos. ¿Cómo no vamos a hacer president de la Generalitat a Puigdemont si el nos hacen presidente de España? Hay que mirar las cosas con una distancia prudente y con frialdad. Calibrando cada realidad en su valor: el palacio de la Moncloa y el de la Generalitat.

No podemos ir a nuevas elecciones porque ni siquiera Tezanos da un duro por nuestra cabeza. Fíjate, compañero - reflexión política sin interés personal- la ultraderecha anda rampante y empoderada: Meloni, Le Pen, Orban, los alemanes y hasta el abuelito Biden que va a brearse con el golfo de Trump, un delincuente convicto, y pierde por goleada porque no sabe si está en un debate político o jugando a las cartas con los abuelos del Imserso. Pánico electoral. Compañero Illa, no estamos para repeticiones y para más pánicos. El Puigdemont ya ha demostrado que es duro de pelar. O lo hacemos president para seguir los pasos de su antecesor Pujol o nos echa de la monclueca. Ya te daremos un cargo para compensar, de modo que calla y apoya, todo sea por el partido.

Y así estamos: Illa ha ganado claramente pero va a gobernar Puigdemont porque Cataluña no importa. Importa la monclueca y ante el interés principal, todos los intereses secundarios palidecen.

No podía faltar. Mis escritos son otros desde que tuvo lugar este feliz encuentro. Estoy más ágil, más alegre, más empoderado, con las neuronas amotinadas, las hormonas en procesión del Corpus y más gilipollas incluso, porque el enamoramiento es un estado de trastorno mental que dura…depende.

No podía faltar. Me pillo un libro, que Sandra Aza insiste en ser sangrienta y, tras el Libelo de sangre, publica Estirpe de sangre, otra incursión por el Madrid sucio y violento - los Austrias en decadencia- y me voy buscando la Alhambra verde a una terraza en la que respirar relajado. ¡Por los cojones! La que me quita el sueño, la que me hace soñar barbaridades y hasta pornografía, la que me desata el pánico – no electoral como los demócratas americanos- sino el pánico al gatillazo por la vejez, la que me empodera y me empal…Perdón, por favor, disculpad mi “enfervorizamiento”.

Es la rubia del Jaguar, la que va a venir conmigo al Quijote negro en El Pedernoso. La misma que exhibe su melena y una sección de empuje que ya querría la selección nacional. ¡Hola! Sabía que estabas aquí. Tienes tu sede en esta terraza. He venido a buscarte porque tengo una duda esencial y quiero despejarla inmediatamente: ¿Vas a ir al desfile del orgullo?

¿Qué? ¿De qué tengo yo que estar orgulloso? ¡Ahhhh te refieres a “laelegetebi”! Pues no. Y te voy a contestar con pelos y señales.

Recuerdo, cuando entré en la cárcel, que los mariquitas de entonces, entraban presos porque a veces - había muchos más a los que no, dependiendo de sus estatus social sobre todo- les aplicaban la Ley de Peligrosidad Social. Ser homosexual, por si solo, era un estado peligroso. Luego, en la cárcel se buscaban la vida como podían y he visto hasta grandes machotes, hacerse bujarrones por necesidad, según decían. Nunca, en todos los años que he mandado - y eso estaba tipificado como falta muy grave por “atentar gravemente contra la moral y las buenas costumbres”- he impulsado un expediente por esa historia y mira que he recibido partes. Todos iban a la papelera. En las Memorias que me pide mi amigo Eslava Galán, esos episodios ilustrativos tienen dos capítulos.

No celebro el día de los homosexuales, como no celebro el de los hetero, ni el de los que beben cerveza a morro, ni el de los que comen arroz con costra. No me gusta el día de los diabéticos ni el de los que padecen cáncer de próstata, de pulmón o de colon. No doy dinero para la investigación de enfermedades raras porque la sanidad ha de ser atendida por el Estado con nuestros impuestos. No creo que haya hacer ostentación de la condición sexual - cualquiera que sea- porque eso es parte de la intimidad de cada uno. Respeto enormemente a los homosexuales, pero no me gustan los tíos. ¿Lo quieres más claro, rubia del Jaguar? A mayor abundamiento, si me tengo que encamar con alguien, o es contigo o con nadie.

Si ante mi se agrede o se inculta a un chico por tener pluma o a dos chicas por tortilleo evidente, los defenderé aunque me lleve un par de hostias, como defenderé cualquier ley que los proteja, pero no andaré haciendo el moñas, ni agitando banderas y correajes histriónicamente. Rubia: déjate de historias y, como decían en aquellas cárceles oscuras y siniestras - que algunos continúan defendiendo- ¿Qué te parece si empezamos a ”intimidar”? Ahí sí voy de cabeza

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