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TIEMPOS INCIERTOS

Torpes, aunque poderosos

El laborista Keir Stamer acaba de obtener una rotunda mayoría en Inglaterra, tras catorce años de dominio conservador que David Cameron -probablemente inteligente- echó por la borda

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Keir Starmer


Para nuestra civilización occidental, guste o no, de profundas raíces cristianas, la torpeza universal recayó en el pobre Adán. Pero aun siendo el primer progenitor no consta de él un especial alarde de poderío. Le siguió en torpeza su propio hijo Caín, quijada en mano, aunque también escaso en poder real que yo recuerde. Y, cuidado, que se puede ser torpe e inteligente a la vez, y nada poderoso en ningún caso. Suele ser lo más frecuente.

No pretendo revisar la historia desde este prisma. Por falta de inteligencia o por reconocimiento de la torpeza propia, no me encuentro en condiciones de abordar tan gigantesca tarea. No me consta que buscaran poder efectivo los “traidores” que mataron a Viriato, pero sí que los romanos les dejaron sin la parte contable del pacto. Fuera broma o no, la designación de Incitatus -el afamado caballo de Calígula- ha resultado fecundo antecedente de no pocos nombramientos a lo largo de la historia. No faltan tampoco en nuestros días. Tengo para mí, que el controvertido emperador fue tan poderoso como inteligente, aun cuando aparentara torpeza en su singular -sin connotación de actualidad alguna- decisión.

El laborista Keir Stamer acaba de obtener una rotunda mayoría en Inglaterra, tras catorce años de dominio conservador que David Cameron -probablemente inteligente- echó por la borda sin que sus sucesores hayan conseguido remediar la torpeza de convocar un referéndum de salida de Europa -ya saben, el Brexit- convencido de un resultado que acabó siéndole adverso.

Me ha llamado la atención Luis del Pino con la “autobiografía” crítica del “rey felón” o “el deseado”, Fernando VII. “Yo, el difamado” es el título. Echen una ojeada.

Ya ven qué voy dando tumbos, de un lado para otro y de forma anacrónica.

El británico Neville Chamberlain se cubrió de gloria con los Acuerdos de Munich de 1938 y la política de apaciguamiento que incentivó los sueños más húmedos, autócratas y antisemitas de Hitler.

El demócrata cristiano Julio Andreotti, que fue primer ministro de Italia entre el 89 y el 92, se sentó siete años más tarde en el banquillo acusado de colaborar con la “cosa nostra”. Fue absuelto definitivamente en casación un lustro después. Más gordo fue lo de su antecesor y socialista Bettino Craxi, que ocupó el mismo altísimo cargo entre 1983 y 1987, y se fugó a Túnez en el 94, donde murió olvidado, acusado de corrupción extrema (Tangentopoli: literalmente sobornos ciudadanos; algo así como cohecho).

Günter Schabowski, metió la pata -o no- anunciando en la radio, y antes de tiempo, la apertura de las fronteras de Alemania del Este. Al día siguiente, el 9 de noviembre de 1989, caía el Muro de Berlín. Hay quien sostiene que Mijail Gorbachov mandó desde Rusia -perdón, la Unión Soviética- a la emisora. Tal vez un medio afín (esto es cosa mía).

Escribo la víspera de comprobar el alcance de la torpeza del calentón de Emmanuel Macron -de brillantísimo currículo- al día siguiente de las elecciones europeas. Y con la foto publicada de Viktor Orbán, flamante sucesor del “puto amo” en la presidencia de turno de la CEE, rindiendo pleitesía al amo Putin. (Tal vez no desagrade a cierto sector del gobierno, o a algún dirigente entre la oposición).

Disculpen este micro vademécum de torpezas promovidas desde el poder. Sé que están pensando en otras muchas que amenazan el presente y el futuro de la convivencia local, nacional y mundial. También yo las tengo en cuenta y no me atrevo a pronunciarlas.

Eso sí, podría haber titulado: “Torpes, endiosados y aprovechados. Y muy poderosos”.