ESclave
Carles Puigdemont se la monta gorda a Pedro Sánchez. Qué pasará en la Comunitat
Sin senda de déficit, sin objetivo de estabilidad y sin previsiones fiables de actualización y plazos de entregas a cuenta, el avance de proyecto de presupuestos de la Generalitat para 2025 se complica
Hace pocas semanas escribí aquí, en ESdiario, que “la gobernabilidad de España pasaba por Cataluña”. Fácil era no equivocarse, pues indicios en el eje Madrid-Barcelona-Waterloo habían de sobra. Los hechos acaecidos esta semana en el Congreso de los Diputados los han confirmado. JuntsxCat, partido de Puigdemont, tumbó el conocido como techo de gasto, y sin ese techo es difícil que en cinco meses Pedro Sánchez presente para su aprobación los Presupuestos Generales del Estado. Sin los siete votos de JuntsxCat no habrán PGE para 2025. Será el segundo año en que La Moncloa tendría que prorrogar los de 2023 por falta de apoyos parlamentarios. Y sin apoyos, en una democracia parlamentaria se está en minoría. Y en minoría no se puede gobernar. Saquen las consecuencias lógicas de esa agonía política en seis meses.
En La Moncloa, la decisión de JuntsxCat cayó como un jarro de agua fría. ¿Qué esperaban? Las negociaciones entre el PSC y ERC bajo los auspicios de Pedro Sánchez para investir presidente de Cataluña a Salvador Illa han desatado los celos políticos de Carles Puigdemont. Atento en Waterloo a verlas fracasar para concurrir en octubre a elecciones al Parlamento de Cataluña, no se está saliendo con la suya. Es por ello por lo que JuntsxCat enseñó los dientes en el Congreso de los Diputados. Las consecuencias lógicas son predecibles: si ERC inviste a Salvador Illa, la legislatura puede saltar por los aires. Los Neo-Convergentes no tienen nada que perder, pero mucho que ganar en unas elecciones anticipadas. Podrían agrupar el voto independentista. Además, la cambial girada por Puigdemont hace doce meses a Pedro Sánchez ha sido protestada al cobro: el de una amnistía que, en su caso, aún está por venir.
Y la Comunitat Valenciana qué
¿Qué consecuencias tiene ese escenario para la Comunitat? Dos son las cuestiones por responder. Una, qué pasa con los presupuestos de la Generalitat para 2025 sin techo de gasto. Otra, qué pasa con la financiación de las autonomías si Marta Rovira se impone en la negociación de ERC con el PSC, siempre a cambio de ceder Pedro Sánchez algún tipo de singularidad fiscal para Cataluña. Dos cuestiones que van a condicionar la posición financiera de la Generalitat a medio plazo.
A la primera respondió la consellera de hacienda Ruth Merino el martes pasado mostrando su preocupación por tener que repetir lo del año pasado, cuando el Consell se vio obligado a trabajar en base a previsiones y no según datos oficiales. Sin senda de déficit, sin objetivo de estabilidad y sin previsiones fiables de actualización y plazos de entregas a cuenta, el avance de proyecto de presupuestos de la Generalitat para 2025 se complica. El mismo ministerio de Hacienda calcula que el coste de no haberse aprobado este martes pasado el techo de gasto alcanza la cifra de 800 millones de euros para la Comunitat. Son los intereses de la deuda en 2024.
La segunda cuestión es importante. El argumento usado por el gobierno PSOE-Sumar ya no se sostiene; el que “las autonomías no se ponen de acuerdo en el modelo de financiación a negociar”, cuando es a Pedro Sánchez a quien le corresponde presentar un modelo de financiación a discutir. Y no lo puede presentar si cede ante la presión de ERC para investir a Salvador Illa. La reforma del actual modelo de financiación autonómico pasa a depender, en consecuencia, de la aspiración diferenciada de Cataluña respecto al régimen común previsto en la LOFCA. Está por ver como casa esa singularidad con la LOFCA.
En esa situación, la Comunitat resultaría muy perjudicada y de nuevo la peor financiada. Cuando cuenta con un PIB “per capita” inferior a la media española y aporta a la caja común más de lo que recibe según el último informe sobre balanzas fiscales de FEDEA. Una situación que no permitiría a la Generalitat financiar los servicios públicos que debe, lo que le obligaría de nuevo a soportar continuos déficits de caja y estar pendiente de aportaciones extraordinarias. Y todo ello, sin un fondo de nivelación transitorio rechazado por la ministra socialista, la señora Montero.
Una deuda cercana a los 60.000 millones
Una situación endiablada para la Comunitat, que nos genera una deuda ya cercana a 60 mil millones de euros, con unos intereses que pronto alcanzarán los mil millones anuales y nos condena a la quiebra financiera de la Generalitat. Un escenario en el cual solo ha plantado cara a Pedro Sánchez, reivindicando todo lo que es nuestro, el presidente Carlos Mazón. Pero eso sí, amenazado por el silencio cómplice con la Moncloa de Diana Morant, siempre de espaldas a los intereses de la Comunitat en su palacete de Madrid. Y por mucho que confíen ella y Pedro Sánchez en que Junts xCat se conformará en diciembre, cuando haya que votar los PGE de 2025, se equivocan: Carles Puigdemont se la volverá a montar gorda. No perdería nada y podría ganar mucho. Las urnas estarían a la vuelta de la esquina.