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Carlos Mazón y los inquisidores

Imágenes con los rostros del (i-d),  el cabeza de lista de Vox al Congreso por Valencia, Carlos Flores; el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo y el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, son quemados durante una manifestación convocada por la CUP y entidades de la Esquerra independentista, a 11 de septiembre de 2023, en Barcelona, Catalunya (España).  Bajo el lema

Imágenes con los rostros del diputado por Valencia de Vox, Carlos Flores; el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, son quemados durante una manifestación convocada por la CUP y entidades de la Esquerra independentista, a 11 de septiembre de 2023, en Barcelona.Europa Press

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Conozco bien el barrio barcelonés de Gracia donde he vivido temporadas con muchos y buenos momentos. Casi todas las casas y en cualquiera de los estilos desde finales del XIX a nuestros días (las menos) no sobrepasan alturas opresoras, mientras sus gentes se conocen o tratan como de toda la vida sin mayores distingos con quienes acabamos de llegar o vamos de paso. Es como un pueblo dentro de la gran urbe que mantiene sus señas de identidad como una canción de Serrat, una novela del Marsé, y distrito un tanto mágico del que el genial Jaume Sisa predijo que “Qualsevol nit pot sortir el sol” (cualquier noche puede salir el sol).

Ahora, hace unos años que no vuelvo, leo y veo en las redes como queman la esfinge del president valenciano Carlos Mazón por el simple y gravoso delito de no querer formar parte de Els Països Catalans. Los inquisidores directos de la efímera flama: Arran, asociación juvenil que cabe toda en un minibús, y que se declara socialista e independentista a paupérrima imagen y semejanza de los batasunos, aunque sin su relevancia social muchísimo menos pseudo-antropología cultural procedente de ETA y soporte mediático target Kale Borroka; por eso se han querido notorios aprovechando la charanga de unas fiestas populares. Obviamente ni los lugareños, ni los otros tantos venidos del paisanaje urbano, se enteraron de quién era Carlos Mazón y por qué lo habían convertido en cenizas estando todavía vivo y muy vivo, presidiendo otra Generalitat sobre la que también quieren mandar ellos en nombre de unos imaginarios Països Catalans. Me cuentan que la chacota del general público presente anduvo entre la incomprensión: “¿a qué viene esto en medio del baile?”, y la indiferencia ¿“qui és aquest cremat, sembla guapet (sic)” ?; algunos “boixos nois” de Arran repartían octavillas secesionistas, intentando explicarle aquel Acto de Fe medieval a la concurrencia lúdica, que estaban más por marcarse “La culpa fue del chachachá”, que por la herejía mazoniana, pues se la traía al fresco de una estupenda y gozosa noche de verano.

Lo que entiendo peor es la respuesta del Molt Honorable President valenciano, a quien a veces se le va el pico: “Podéis quemar mi cara un millón de veces y hacerme lo que queráis. A la Comunitat Valenciana se la respeta y quien no lo haga me tendrá enfrente con todas las consecuencias”. Hombre, Carlos, ¿le declaramos la guerra (en cualquiera de sus acepciones) a Cataluña, a Barcelona, al Barrio de Gracia? ¿Hacerle lo que quieran estos mendas de Arran? Pues si visto lo visto con una foto ampliada al máximo, no dejaron con que encender, imagínese señor Mazón lo que podían hacer con usted personalmente en vivo y en directo; el manual de Torquemada y verdugos colaboradores se iba a quedar escueto a la hora de las torturas chinas.

“No hay mayor desprecio que no hacer aprecio”, dice el refrán. Y hubiese bastado con unas simples ironías despectivas, “maldades” que dice usted, contra esos cuatro gilipollas, pero usted se ha investido del Mio Cid o Tirant lo Blanc, retando quijotescamente a esos molinillos de viento, cuando no tienen ni el peligroso aire viciado de Junts per Catalunya, ni la fuerza social antiespañola de ERC. Ya lo verán nuestros ojos cuando esos payasos de estelada y carrera corta cuando vienen los Mossos d’Esquadra, le peguen fuego a la imagen de Salvador Illa. Seguro que el president de la Generalitat Catalana, los ignora dejando que un segundo en la línea de mando haga declaraciones por él. Matar moscas a cañonazos nunca fue su estilo mi muy respetado y respetable Carlos Mazón. Maldades inicuas de quienes intentan avivar un fuego que no prende, ni siquiera en Gracia, uno de los barrios más soberanistas de toda Barcelona.

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