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Deterioro democrático

El proyecto gubernamental viene a decir que el que manda tiene bula para el bulo

La secretaria general de Podemos, Ione Belarra; el coordinador regional Podemos y diputado Javier Sánchez Serna; el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, y el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños.Europa Press

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Hay un más que raro consenso acerca de los apuros por los que actualmente pasa la democracia en España … aun no siendo excepción en el panorama internacional. Sin embargo, los diagnósticos, las interpretaciones y los remedios son distintos, e incluso opuestos, según el especialista que trate el asunto. O el aficionado (¿cabe decir holligan?) que auxiliándose en la “interné”, el “yutub”, el “feisbuk” y cualquiera de las redes sociales personalizadas y al uso, cree tener su propia opinión al respecto.

Son diferentes también las denominaciones. Habitualmente términos ajenos, precisos en su contexto, a los que el concepto -poco discutible- de democracia acompaña en modo de calificativo. Crisis, retroceso o emergencia son, por ejemplo, de la preferencia de algunos. Otros, más grandilocuentes, optan por pérdida, abandono, desaparición o incluso muerte. Si de una sencilla operación matemática se tratara, deterioro podría ser denominador común, media o mediana.

El mismo día que IDEA Internacional, organización intergubernamental (OIG) con el mandato de apoyar la democracia sostenible en todo el mundo, como reza su web publicaba su Infome de 2024, el gobierno español aprobaba un proyecto legislativo que algún esbirro ministril no dudó en calificar después de intervención a los medios. El informe dice que España ha descendido dos puntos, al puesto 26, en el ranking de calidad democrática. El proyecto gubernamental viene a decir que el que manda tiene bula para el bulo.

Me duele en el alma que Venezuela se use en ese pugilato sobre fango, que hiede ya hasta para los que además de otras cosas han perdido el olfato. La dignidad de Edmundo González y la heroicidad de María Corina Machado, nombres propios de democracia en estado puro (y amenazado), merecen mayor respeto. Y una decisión firme. Enrojece ver votar en contra del reconocimiento del ganador de las elecciones. Y enrojece más escuchar razones vanas o excusas amparadas en legítimas discrepancias con grupos que la apoyan. No lo han hecho así los socialistas portugueses en la UE. Feo indicador de calidad democrática.

Me alarma que jueces y magistrados, sujetos naturalmente a su propia y rigurosa disciplina, sean motivo de frecuentes sospechas gubernamentales, cuando no de diatribas como la última de Ione Belarra que ha provocado la demanda del juez recientemente jubilado García Castellón. Más peligroso todavía.

Otro ministril, Urtasun, transfigurado en el hombre del saco y valiente como el sólo para asustar modestos creyentes cristianos, premia una obra grosera y de cuestionable valor artístico, desconoliza museos y recorta pitones. Pero no es anecdótico.

Sostienen los expertos que la intervención a los medios no llegará más allá del razonable cumplimiento con la correspondiente directiva europea. Y es más que irónico que algunas de sus presuntas víctimas estén aplaudiendo con las orejas (perdido ya el olfato), mientras los medios estatales burlarían los controles.

Y todo esto, a mí me suena al Gramma y a “Con Maduro +”.

Por conocidos, evito entrar en asuntos como el de Illa y financiación singular, el tan doloroso de la inmigración, o la pillería del nombramiento del Gobernador del Banco de España. Píldoras adelgazantes del músculo democrático.

Así que me van a permitir compartir mi particular posición: asistimos impasibles, o impávidos, a un deterioro evidente de la democracia en España. Y nos lo deberíamos hacer mirar.