México lindo y querido
El insólito episodio de excluir a Felipe VI de la lista de invitados a la proclamación presidencial (incalificable, aunque suficientemente calificado a estas alturas) ha cogido con el pie cambiado al Ejecutivo español
Me entero por Julián Quirós, que termina su artículo -como titulo yo hoy- con tan conocido corrido, que el abuelo de López Obrador salió de su pueblo natal de la provincia de Santander a lo que entonces dio en llamarse “hacer las Américas”.
Lo digo porque mi abuelo Bernardo lo contaba así y así lo hizo, desde Villasante, provincia de Burgos, a principios del segundo decenio del XX. Y el menda y un servidor debemos ser de la misma quinta.
Mi abuelo, que primero fue solo, regresó a España para casarse y a México con su mujer, tuvo allí los primeros de sus diez hijos. Mi madre entre ellos.
Y tras un notable éxito empresarial volvió veinte años después. Tuve ocasión de visitar el edificio residencial de una calle céntrica del DF y la hacienda Espejel donde pasaron su infancia.
Durante la mía propia, México estaba tan cerca como los frecuentes relatos maternos de lo vivido allí, ilustrados con fotografías en blanco y negro. También las canciones de Jorge Negrete en el pick-up. Mi madre, que fue una españolaza, siempre reivindicó su nacencia “allá en el rancho grande”.
Desde mi primer viaje académico me llamó la atención la contradicción asumida con la que se hablaba con devoción de la “madre patria” mientras en tono algo despectivo -y medio en broma- nos tildaban de “gachupines”. Era innecesario el tequila para utilizar el “hermano” en la charla (nada de brother o bro) ni resultaba extraño acabar con Granada a voz en grito o el Madrid de Agustín Lara. Tiempos del PRI hegemónico durante siete decenios. También coincidíamos en la necesidad de una regeneración democrática. Veinte años después habrá que parafrasear a Ortega: no era eso, no era eso.
Su cosecha política es la de un aumento pavoroso de la actividad criminal, particularmente de la violencia contra las mujeres
Pierde el tiempo Feijóo mandando al menda mexicano de mi quinta el trabajo de Marcelo Gullo titulado NADA POR LO QUE PEDIR PERDÓN. La importancia del legado español frente a las atrocidades cometidas por los enemigos de España. El exmandatario se encuentra -así lo declara a menudo y sin rubor- entre ellos, entre los enemigos de España. Pero su cosecha política es la de un aumento pavoroso de la actividad criminal, particularmente de la violencia contra las mujeres, poca efectividad en la lucha contra el narcotráfico y las bandas, y muy tibias ventajas para la población indígena, que sigue desfavorecida en niveles de exclusión social. Pobre balance, que no pueden ocultar los gestos extravagantes y los fingidos victimismos. Ignoro si su sucesora recorrerá la misma senda, pero el primer indicador es preocupante.
El insólito episodio de excluir a Felipe VI de la lista de invitados a la proclamación presidencial (incalificable, aunque suficientemente calificado a estas alturas) ha cogido con el pie cambiado al Ejecutivo español. O a una parte del mismo, porque la otra junto a algunos socios externos, “ahora soy gobierno, ahora soy partido” hará de su capa un sayo. ¿Por apoyar al pueblo mexicano o por hacer un nuevo desplante al monarca?
Naturalmente, el gobierno ha reaccionado esta vez con la única respuesta posible ante tal tesitura. Pero ¿no abona a menudo el terreno de injurias diversas que son de tanto agrado de independentistas, republicanos radicales y antisistema de todo tipo? Al menos por omisión en su censura. Y por abuso del obsesivo mantra de la libertad de expresión, según convenga.
Mientras tanto, los españoles -el pueblo español, la ciudadanía- y los mexicanos, tengo para mí que seguimos siendo hermanos. Y, con preocupaciones más reales y prosaicas, asistimos perplejos a estas “chingadas” (con perdón).